» Él era todo él, hasta los huesos. Todo Baratheon, nada Lannister. «
Desde las ventanas de la cámara de parto, los llantos de un primogénito se filtran, los rayos centelleantes de una tormenta furiosa brillan sobre él, como si la propia tempestad q...
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12. | Anhelo a fuego lento. ━━━━━━━━━━━━━ [ season two & three. ] ㅤㅤ ㅤㅤ ㅤㅤ
Querido hermano,
Espero que mi carta te encuentre saludable. Mi corazón duele por la ausencia de tu compañía, y sé que el tuyo duele por la pérdida de Eddard Stark. Mi pena por tu pérdida te abraza incluso desde la distancia, en busca de darte consuelo. Sé que el hombre era más que un mero pupilo para ti, y espero que puedas transmitir mis condolencias a su hija, Lady Sansa.
Sé que Stannis Baratheon planea atacar Desembarco del Rey, y por eso, no puedo evitar que aparezcas en mis pensamientos cada día.
Todos aquí te extrañamos, profundamente, y nos preocupamos por tu bienestar. No has escrito de regreso, incluso a los cuervos insistentes de padre. No te guardamos rencor por ello, hermano, aunque anhelamos que lo hagas. Padre le ha enviado cartas a Tyrion Lannister, que nos asegura de que estas vivo, pero es tu caligrafía en tinta la única seguridad que necesitamos. Hay un espacio vacío en la mesa, constante en cada comida, que rutinariamente olvido que ya no ocupas. Incluso pido tus pastelillos favoritos de crema cada mañana, para mantenerte cerca.
Espero que regreses aquí pronto. Te amo.
—Arianne.
Deslizó el pergamino a un lado, sobre la mesa de madera oscura, y sus ojos azules se dirigieron al fuego encendido en el alcabor. Al igual que las cartas de su padre, Raiden no iba a responder. Después de todo, nada de lo que quería decir podía escribirse sobre papel. Deseaba hacerlo, confrontar a su familia, pero el resentimiento por el secreto guardado por tantos años le pesaba en el pecho, y ni siquiera su complicidad con Arianne era suficiente para aliviar la carga. Mantener la distancia era su forma de castigo, una que no lo hacía sentir mejor consigo mismo.
Se puso de pie, su silla arrastrándose, para colocarse su capote de lana negra-no sería capaz de conciliar el sueño, estaba terriblemente acostumbrado a ello.
Pretender patrullar los pasillos de la Fortaleza Roja, mientras no hacía más que deambular, le permitía una sensación de tranquilidad, protegiéndolo momentáneamente de las complejidades de la vida. Sus botas pesadas resonaban en el suelo de piedra, su mirada vagaba por el horizonte, donde la capital dormía a su ritmo habitual, y todo lo que había pasado horas antes parecía sólo un mal sueño.
El olor a estiércol aún le picaba la nariz, y Raiden juraba que podía oír los gritos de la muchedumbre en su cabeza, como un latido retumbante, haciéndolo respirar pesado. Algo había cambiado en él, para siempre, justo ese día. Una tormenta emocional que lo sacudía por dentro y arrasaba cualquier valor que solía sostener.