» Él era todo él, hasta los huesos. Todo Baratheon, nada Lannister. «
Desde las ventanas de la cámara de parto, los llantos de un primogénito se filtran, los rayos centelleantes de una tormenta furiosa brillan sobre él, como si la propia tempestad q...
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04. | El Caballero de Plata. ━━━━━━━━━━━━━ [ season one. ]
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El onomástico de Eddard Stark llegó rápido. Antes de darse cuenta, Raiden despertó por el ruido vivo de la ciudad desde lo profundo de la fortaleza. El torneo para la Mano del Rey había transformado King's Landing en una ciudad llena de caballeros, desde el Norte hasta Dorne, listos para pelear y para ganar.
Aunque no iba a participar, Lord Stark dijo que Sansa, él y Raiden irían juntos. Arya no protestó por ser dejada, lo que fue extraño, pero luego aclaró que ella tenía "clases de danza", y tuvo sentido. Raiden vistió con su ropa favorita; mangas blancas, un jubón de terciopelo grisáceo con detalles dorados, peinó su cabello, o al menos lo intentó. En Winterfell no usaba tanto color, y después de un año allí, era un poco difícil aún acostumbrarse de nuevo a las telas coloridas, pero le quedaban bastante bien.
Aunque, había un detalle, que Raiden detestaba, y era que cada color parecía resaltar cada vez más sus ojos azules.
Cuando se dirigió al terrado de la Torre, se encontró con la Septa Mordane antes. Percibió en sus ojos cierta lástima cuando le dijo:- No creo que deba pasar ahora, Príncipe.
Y se fue. Raiden, confundido, la vió irse, creyendo que quizá la vieja había enloquecido. Y entonces, fue cuando sus oídos percibieron unas voces lejanas. Raiden no era alguien que pudiera aguantarse la curiosidad, desde pequeño, siempre había sido fisgón.
Se acercó, sólo unos pasos y siendo sigiloso, para poder escuchar mejor.
—Es hermoso, como el que lleva tu madre.
Esa era la voz de Sansa. Y Raiden no pudo evitar acercarse completamente y asomarse sólo un poco para ver. Era como si su cuerpo estuviera actuando por impulso en lugar de voluntad propia.
—Serás Reina algún día. Es adecuado que lo parezcas. —esa era la voz del príncipe Joffrey y los ojos de Raiden lo captaron de espaldas. Su pecho dolió en cuanto notó los preciosos ojos celestinos de Sansa brillar mientras lo observaba.— ¿Me perdonas por mi rudeza?
No. Dile que no.
—No hay nada que perdonar. —Sansa susurró con suavidad.
Raiden bajó la mirada a sus pies. ¿Nada que perdonar? ¿Acaso Joffrey no era el que había sonreído cruelmente cuando comandaron la muerte de Lady? ¿Quien acorraló a su hermana y usó insultos degradantes contra ella? Algo quemó en la boca de su estómago mientras permanecía escondido.
—Tú eres mi Lady. Algún día nos casaremos en la sala del trono. Lords y Ladies de todos los Siete Reinos asistirán, desde el último hogar en el norte, hasta la costa salada del sur. Y tú serás la Reina de todos ellos. —Sansa sonreía tontamente, sus pestañas revoloteaban y sus manos acariciaban algo en su cuello que Raiden no lograba visualizar con claridad.— Nunca volveré a faltarte el respeto. Nunca seré cruel contigo de nuevo. ¿Me comprendes?
