CAPÍTULO III

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Era viernes al medio día, Jin estaba haciendo las últimas compras en el supermercado y como casi siempre detrás de él iba Charles, su chofer o mejor dicho el informante de Christopher. Al día siguiente darían una cena por su cuarto aniversario con Walton, Jin sabía que tendría que tolerar el cinismo de Allan Thompson, el indiscreto y fácil amante de su esposo.

¿Por qué ese maldito tipo tendría que estar en su casa?

Él era hijo de uno de los inversores mayoritarios de Christopher Walton, así que seguramente tendría la desfachatez de presentarse y pavonearse como la zorra que era.

Jin se dio cuenta hacia donde se estaban dirigiendo sus pensamientos y en su enojo tenía apretado el empuje del carrito de compras. Resoplando siguió caminando por lo pasillos viendo las botellas de whisky y vino más caros. Su querido esposo sabía que odiaba el vino tinto, pero a Thompson le gustaba así que había encargado cuatro botellas de las mejores. Si la presencia de su amante no era suficiente ofensa, los detalles tomados en cuenta por Walton, eran aún más humillantes si alguien supiera esta pequeña y aparentemente irrelevante información.

Jin terminó sus compras y se dirigió al piso donde debía retirar su traje, era un terno de la marca Valentino, tenía encajes, transparencias y pedrería, una verdadera obra de arte que ajustada a la exquisita y elegante figura de Seokjin realzaban su belleza fresca, juvenil y frágil.

Cuando llegó a casa su marido ya estaba esperándolo.

-¿Trajiste todo lo de la lista cariño? -le preguntó mientras se acercaba a abrazarlo.

Haciendo el mayor de los esfuerzos y poniendo su mejor sonrisa Jin dejó que le abrazara y besara. Cuando todavía estaba enamorado de su marido, estos besos en el cuello siempre terminaban con Christopher dentro de él, tomándolo con pasión. Ahora todo ese fuego estaba extinto y el amor acabado.

Cuando Walton empezó a besar su cuello, Jin se separó suavemente aduciendo que tenía hambre y les serviría la comida a los dos. Walton se separó de mala gana, pero se dirigió a su estudio diciendo que se tomaría un par de minutos.

Jin suspiró, estaba mentalmente agotado como para adivinar qué estaba haciendo ahora su verdugo. Cuando Walton regresó a la cocina se acercó a Jin llevando una caja roja de terciopelo en las manos.

-Feliz cuarto aniversario mi amor. Me has hecho tan feliz en estos años, espero envejecer junto a ti mi adorado Jinnie - Walton terminó de hablar y abrió el estuche, revelando la gargantilla más hermosa y extravagante que Jin había visto. Cierto es que Christopher le había regalado millones de dólares en joyas, que por cierto detestaba, pero esta gritaba opulencia por cada uno de los brillantes que tenía.

Dos filas de exquisitos brillantes, perfectamente tallados que asemejaban a una tiara de un emperador romano estaba ahí, lo tomó y lo ajustó al largo y níveo cuello de Jin.

-Luce precioso en ti mi Jinnie, te ves aún más hermoso. Eres tan perfecto mi amor, como un trofeo único -exclamó Walton mientras veía los brillantes relucir. Jin era de los hombres más hermosos que existían en Seattle y ninguno de sus amantes podía opacar la belleza de su esposo, si tenía que ser sincero. Él era la envidia de muchos de sus socios, todos siempre alababan la belleza casi celestial de Seokjin.

-Te lo agradezco cariño, es un regalo muy hermoso -forzó su sonrisa y agradeció.

-Sí Jin, lo compré justo para ver tu delicado cuello con una joya tan hermosa -le dijo su esposo.

-Por cierto cielo, esta tarde saldremos en el velero. Quiero despejar mi cabeza un poco para la cena de mañana. Ponte ropa adecuada -le dijo Christopher antes de salir de la cocina y tomar asiento en el comedor.

CUANDO TE ENCONTRÉ [KOOKJIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora