A pesar de que los días avanzaban sin descanso y de que estaba absolutamente colmado de cuidados, Aegon no sentía mejoría alguna. Su cuerpo sufría por todos y cada uno de los golpes que había recibido. Las puñaladas que le propinaron le escocían, punzaban y picaban como si se las hubieran hecho en ese mismo instante de nuevo, una y otra y otra vez.
Alicent no se despegó de su lado, velaba por él día y noche y no consentía que tomara nada que ella no probara antes por miedo a que estuviera envenenado. Comenzaba a estar paranoica, pero solo el hecho de pensar que su primogénito estuvo a punto de morir le arrebataba el sueño y las propias ganas de vivir.
En una de las ocasiones en las que Alicent estaba pendiente de que trajeran la comida para su hijo, que no sería otra cosa más que un poco de caldo, Daemon se acercó a ella y apoyó la mano sobre su hombro.
La mujer se volteó, pestañeó algo sobresaltada por su toque y lo miró a los ojos.
–Deberías descansar –susurró, para no molestar a Aegon.
Ella volvió la vista hacia su hijo mientras negaba con la cabeza.
–No puedo marcharme.
Daemon cerró los ojos y suspiró.
–Alicent. Necesitas descansar –repitió, enfatizando esas dos últimas palabras–. No puedes atenderlo bien si estás medio desmayada –el labio inferior de la reina tembló ante la verdad de sus palabras–. Llevas días sin dormir, solo das cabezadas que duran apenas unos pocos minutos. Tampoco comes nada, y eso al final va a desgastarte y va a hacer que enfermes. ¿Eso es lo que quieres? ¿Darle más trabajo a Alys y que desatienda a Aegon por tener que cuidarte a ti?
Su rostro se giró en redondo, volviendo a mirarlo con fijeza.
–No me enfermaré –sentenció, mostrando una tozudez que molestó un poco al alfa.
En ese momento, viéndola tan irracional, cansada y frágil, Daemon recordó a la Alicent más joven, justo en el momento en que la conoció. Sintió algo de nostalgia, pero dejó que ese pensamiento se borrara de su mente.
–Rhaenyra quiere verte. Quiere ayudarte –la reina tragó saliva y al cerrar los ojos sus lágrimas cayeron por sus frías mejillas–. Sé que ambas habéis tenido vuestras diferencias, pero una cosa son las discusiones familiares, y otra es que uno de tus hijos haya estado a punto de morir.
–¿Discusiones familiares? –Alicent lo miró mientras elevaba un poco la voz, aun así seguía susurrando–. Parece que en vuestra familia olvidáis muy rápido las cosas. Lucerys dejó medio ciego a mi hijo y todavía no hemos recibido disculpa alguna.
Daemon no tomó en cuenta ni sus palabras ni su odio. Él sabía que aquel accidente no fue mal intencionado, porque Lucerys se lo reveló cuando supo de su unión con Aemond, pero Alicent ni siquiera había tenido tiempo de hablar con su hijo sobre todo lo que ocurrió en el juicio por Marcaderiva.
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MY LITTLE BASTARD | lucemond (PAUSADO)
Fanfic"Solo un hombre puede llamarme bastardo, y ese hombre no eres tú" ¿Qué ocurriría si os dijera que todo lo que conocemos sobre la historia de Aemond Targaryen y Lucerys Velaryon no es más que una mentira que ellos mismos crearon para engañarnos? Desd...