128 d.C "Rocadragón"
"Cuando el dragón blanco haya dado dieciocho vueltas al sol, el dragón azul se encontrará con él donde las aguas son más cristalinas y donde la arena es más blanca y fina. Deberá ir temprano en la mañana, porque necesitará descansar junto al fuego para poder después retomar el vuelo."
Lucerys releyó aquella nota una y otra vez después de que un cuervo aterrizó junto a su ventana esa misma noche. En una de sus pequeñas patitas tenía aquel papel unido con un lazo de color verde esmeralda, su mano tembló al tirar de aquel lazo para deshacerlo porque sabía perfectamente quién se lo había enviado. En cuanto cogió el pequeño pergamino el ave salió volando de regreso a su hogar, haciendo que varias de sus plumas se desprendieran de su cuerpo y cayeran lentamente dentro de su alcoba.
Aemond quería verlo, después de tantos años en los que no habían podido ni escribirse debido al estricto control que sus familias ejercían con la correspondencia que ambos enviaban o recibían, su alfa había decidido atreverse a enviarle aquella nota para poder reencontrarse con él después de ocho años agónicos donde lo único que Lucerys había anhelado era estar cerca suyo.
Notó que todo su cuerpo se enfermaba sólo por el hecho de pensar que habían estado demasiado tiempo alejados. Para alguien como ellos esa clase de separación era dolorosa físicamente y, aunque fingían que sus dolores provenían de otras fuentes; como los entrenamientos a espada o algunas enfermedades puntuales, la realidad era que su alfa y omega internos se encontraban débiles y enfermizos.
La nota entre sus dedos comenzó a desmenuzarse. Aemond no era ingenuo y había utilizado un material quebradizo para escribir sobre él aquel mensaje tan peligroso para ambos, pero Lucerys ya había memorizado aquella nota y la podía incluso recitar de memoria si es que necesitaba hacerlo.
Aemond quería que se encontraran en una cala cerca de una aldea de pescadores que quedaba justo a mitad de camino entre Rocadragón y Desembarco del Rey. Lucerys conocía bien aquellos lugares cercanos a la costa porque había visitado esas aldeas junto a su abuelo Corlys, que siempre le ayudaba a afianzar sus relaciones con el pueblo para que, después de que él muriera, siguieran apoyando al Señor de las Mareas cuando Lucerys comenzara a gobernar.
El joven tomó aire hasta llenar sus pulmones y lo expulsó con un resoplido tembloroso. Estaba deseoso de volver a ver a Aemond, pero no podía evitar que lo primero que su mente recordara del alfa fuera el momento exacto en el que le arrebató su precioso ojo azul. Solo de pensar en los gritos agónicos y en la sangre derramada hacía que se resolviera por dentro.
Pero no debía pensar en aquello, Aemond sabía que todo había sido un terrible accidente, que su intención nunca fue herirlo de tal gravedad. Pero Lucerys pensó una y otra vez cómo podría disculparse con él.
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MY LITTLE BASTARD | lucemond (PAUSADO)
Hayran Kurgu"Solo un hombre puede llamarme bastardo, y ese hombre no eres tú" ¿Qué ocurriría si os dijera que todo lo que conocemos sobre la historia de Aemond Targaryen y Lucerys Velaryon no es más que una mentira que ellos mismos crearon para engañarnos? Desd...