CAPÍTULO XXVI

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La señora BoYoung Park hizo a Jimin la advertencia susodicha puntual y amablemente, a la primera oportunidad que tuvo de hablar a solas con él. Después de haberle dicho honestamente lo que pensaba, añadió:
—Eres un chico demasiado sensato, Minnie, para enamorarte sólo porque se te haya advertido que no lo hicieses; y por eso, me atrevo a hablarte abiertamente. En serio, ten cuidado. No te comprometas, ni dejes que él se vea envuelto en un cariño que la falta de fortuna puede convertir en una imprudencia. Nada tengo que decir contra él; es un muchacho muy interesante, y si tuviera la posición que debería tener, me parecería inmejorable. Pero tal y como están las cosas, no puedes cegarte. Tienes mucho sentido, y todos esperamos que lo uses.
Tu padre confía en tu firmeza y en tu buena conducta. No vayas a defraudarle.
—Querida tía, esto es serio de veras.
—Sí, y ojalá que tú también te lo tomes en serio.
—Bueno, no te alarmes. Me cuidaré de Jeon. Si lo puedo evitar, no se enamorará de mí.
—Jimin, no estás hablando en serio.
—Perdóname. Lo intentaré otra vez. Por ahora, no estoy enamorado de Jeon; es verdad, no lo estoy. Pero es, sin comparación, el hombre más agradable que jamás he visto; tanto, que no me importaría que se sintiese atraído por mí. Sé que es una imprudencia. ¡Ay, ese abominable Min! La opinión que mi padre tiene de mí me honra; y me daría muchísima pena perderla. Sin embargo, mi padre es partidario del señor Jeon. En fin, querida tía, sentiría mucho haceros sufrir a alguno de vosotros; pero cuando vemos a diario que los jóvenes, si están enamorados suelen hacer caso omiso de la falta de fortuna a la hora de comprometerse, ¿cómo podría prometer yo ser más listo que tantos de mis congéneres, si me viera tentado? O ¿cómo sabría que obraría con inteligencia si me resisto? Así es que lo único que puedo prometerte es que no me precipitaré. No me apresuraré en creer que soy el doncel de sus sueños. Cuando esté a su lado, no le demostraré que me gusta. O sea, que me portaré lo mejor que pueda.
—Tal vez lo conseguirías, si procuras que no venga aquí tan a menudo. Por lo menos, no deberías recordar a tu madre que lo invite.
—Como hice el otro día —repuso Jimin con maliciosa sonrisa—. Es verdad, sería lo más oportuno. Pero no vayas a imaginar que viene tan a menudo. Si le hemos invitado tanto esta semana, es porque tú estabas aquí. Ya sabes la obsesión de mi madre de que sus visitas estén constantemente acompañadas. Pero de veras, te doy mi palabra de que trataré siempre de hacer lo que crea más sensato. Espero que ahora estarás más contenta.
Su tía le aseguró que lo estaba; Jimin le agradeció sus amables advertencias, y se fueron. Su conversación había constituido un admirable ejemplo de saber aconsejar sin causar resentimiento.
Poco después de haberse ido los Hyungsik Park y Jin, Chanyeol Park regresó a Hertfordshire; pero como fue a casa de los Byun, la señora Park no se incomodó por su llegada. La boda se aproximaba y la señora Park se había resignado tanto que ya la daba por inevitable e incluso repetía, eso sí, de mal talante, que deseaba que fuesen felices. La boda se iba a celebrar el jueves, y, el miércoles vino el joven Byun a hacer su visita de despedida. Cuando el joven se levantó para irse, Jimin, sinceramente conmovido, y avergonzado por la desatenta actitud y los fingidos buenos deseos de su madre, salió con el de la habitación y lo acompañó hasta la puerta. Mientras bajaban las escaleras, Baekhyun dijo:
—Confío en que tendré noticias tuyas muy a menudo, Jiminnie.
—Las tendrás.
—Y quiero pedirte otro favor. ¿Vendrás a verme?
—Nos veremos con frecuencia en Hertfordshire, espero.
—Me parece que no podré salir de Kent hasta dentro de un tiempo. Prométeme, por lo tanto, venir a Hunsford.
A pesar de la poca gracia que le hacía la visita, Jimin no pudo rechazar la invitación de Baekhyun.
—Mi padre y María irán a verme en marzo —añadió Baekhyun— y quisiera que los acompañases. Te aseguro, Jiminnie, que serás tan bien acogido como ellos.
Se celebró la boda; los novios partieron hacia Kent desde la puerta de la iglesia, y todo el mundo tuvo algún comentario que hacer o que oír sobre el particular, como de costumbre. Jimin no tardó en recibir carta de su amigo, y su correspondencia fue tan regular y frecuente como siempre. Pero ya no tan franca. A Jimin le era imposible dirigirse a Baekhyun sin notar que toda su antigua confianza había desaparecido, y, aunque no quería interrumpir la correspondencia, lo hacía más por lo que su amistad había sido que por lo que en realidad era ahora. Las primeras cartas de Baekhyun las recibió con mucha impaciencia; sentía mucha curiosidad por ver qué le decía de su nuevo hogar, por saber si le habría agradado lady Jieun y hasta qué punto se atrevería a confesar que era feliz. Pero al leer aquellas cartas, Jimin observó que Baekhyun se expresaba exactamente tal como él había previsto. Escribía alegremente, parecía estar rodeado de comodidades, y no mencionaba nada que no fuese digno de alabanza. La casa, el mobiliario, la vecindad y las carreteras, todo era de su gusto, y lady Jieun no podía ser más sociable y atenta. Era el mismo retrato de Hunsford y de Rosings que había hecho el señor Chanyeol Park, aunque razonablemente mitigado. Jimin comprendió que debía aguardar a su propia visita para conocer el resto.
Jin ya le había enviado unas líneas a su hermano anunciándole su feliz llegada a Londres; y cuando le volviese a escribir, Jimin tenía esperanza de que ya podría contarle algo de los Kim.
Su impaciencia por esta segunda carta recibió la recompensa habitual a todas las impaciencias: Jin llevaba una semana en la capital sin haber visto o sabido nada de Namsoon. Sin embargo, se lo explicaba suponiendo que la última carta que le mandó a su amiga desde Longbourn se habría perdido.
«Mi tía —continuó— irá mañana a esa parte de la ciudad y tendré ocasión de hacer una visita a Namsoon en la calle Grosvenor.»
Después de la visita mencionada, en la que vio a la señorita Kim, Jin volvió a escribir: «Namsoon no estaba de buen humor, pero se alegró mucho de verme y me reprochó que no le hubiese notificado mi llegada a Londres. Por lo tanto, yo tenía razón: no había recibido mi carta. Naturalmente, le pregunté por su hermano. Me dijo que estaba bien, pero que anda tan ocupado con el señor Min, que ella apenas le ve. Casualmente esperaban a la señorita Min para comer; me gustaría verla. Mi visita no fue larga, pues Namsoon y la señora Wang tenían que salir. Supongo que pronto vendrán a verme.»
Jimin movió la cabeza al leer la carta. Vio claramente que sólo por casualidad podría Kim descubrir que Jin estaba en Londres.
Pasaron cuatro semanas sin que Jin supiese nada de él. Trató de convencerse a sí mismo de que no lo lamentaba; pero de lo que no podía estar ciego más tiempo, era del desinterés de la señorita Kim. Después de esperarla en casa durante quince días todas las mañanas e inventarle una excusa todas las tardes, por fin, recibió su visita; pero la brevedad de la misma y, lo que es más, su extraña actitud no dejaron que Jin siguiera engañándose. La carta que escribió entonces a su hermano demostraba lo que sentía:
Estoy seguro, mi queridísimo Minnie, de que serás incapaz de vanagloriarte a costa mía por tu buen juicio, cuando te confiese que me he desengañado completamente del afecto de la señorita Kim. De todos modos, aunque los hechos te hayan dado la razón, no me creas obstinado si aún afirmo que, dado su comportamiento conmigo, mi confianza era tan natural como tus recelos. A pesar de todo, no puedo comprender por qué motivo quiso ser amiga mía; pero si las cosas se volviesen a repetir, no me cabe la menor duda de que me engañaría de nuevo. Namsoon no me devolvió la visita hasta ayer, y entretanto no recibí ni una nota ni una línea suya. Cuando vino se vio bien claro que era contra su voluntad; me dio una ligera disculpa, meramente formal, por no haber venido antes; no dijo palabra de cuándo volveríamos a vernos y estaba tan alterada que, cuando se fue, decidí firmemente poner fin a nuestras relaciones. Me da pena, aunque no puedo evitar echarle la culpa a ella. Hizo mal en elegirme a mí como amigo. Pero puedo decir con seguridad que fue ella quien dio el primer paso para intimar conmigo. De cualquier modo, la compadezco porque debe de comprender que se ha portado muy mal, y porque estoy segura de que la preocupación por su hermano fue la causa de todo. Y aunque nos consta que esa preocupación es innecesaria, el hecho de sentirla justifica su actitud para conmigo, y como él merece cumplidamente que su hermana le adore, toda la inquietud que le inspire es natural y apreciable. Pero no puedo menos que preguntarme por qué sigue teniendo esos temores, pues si él se hubiese interesado por mí, nos hubiésemos visto hace ya mucho tiempo. Él sabe que estoy en la ciudad; lo deduzco por algo que ella misma dijo; y todavía parecía, por su modo de hablar, que necesitaba convencerse a sí misma de que Kim está realmente interesado por la señorita Min. No lo entiendo. Si no temiera juzgar con dureza, casi diría que en todo esto hay más vueltas de lo que parece. Pero procuraré ahuyentar todos estos penosos pensamientos, y pensaré sólo en lo que me hace ser feliz: tu cariño y la inalterable bondad de nuestros queridos tíos. Escríbeme pronto. La señorita Kim habló de que nunca volverían a Netherfield y de que se desharían de la casa, pero no con mucha certeza. Vale más que no mencione estas cosas. Me alegro mucho de que hayas tenido tan buenas noticias de nuestros amigos de Hunsford. Haz el favor de ir a verlos con sir Byun y María. Estoy seguro de que te encontrarás bien allí.
Tuyo,
Jin
A Jimin le dio un poco de pena esta carta, pero recuperó el ánimo al pensar que al menos ya no volvería a dejarse tomar el pelo por la señorita Kim. Toda esperanza con respecto al hermano se había desvanecido por completo. Ni siquiera deseaba que se reanudasen sus relaciones. Cada vez que pensaba en él, más le decepcionaba su carácter. Y como un castigo para él y en beneficio de Jin, Jimin deseaba que se casara con la hermana del señor Min cuanto antes, pues, por lo que Jeon decía, ella le haría arrepentirse con creces por lo que había despreciado.
A todo esto, la señora BoYoung Park recordó a Jimin su promesa acerca de Jeon, y quiso saber cómo andaban las cosas. Las noticias de Jimin eran más favorables para la tía que para el miso. El aparente interés de Jeon había desaparecido, así como sus atenciones. Ahora era otra a la que admiraba. Jimin era lo bastante observador como para darse cuenta de todo, pero lo veía y escribía de ello sin mayor pesar. No había hecho mucha mella en su corazón, y su vanidad quedaba satisfecha con creer que habría sido su preferido si su fortuna se lo hubiese permitido. La repentina adquisición de diez mil libras era el encanto más notable de la joven a la que ahora Jeon rendía su atención. Pero Jimin, menos perspicaz tal vez en este caso que en el de Baekhyun, no le echó en cara su deseo de independencia. Al contrario, le parecía lo más natural del mundo, y como presumía que a él le costaba algún esfuerzo renunciar a él, estaba dispuesto a considerar que era la medida más sabia y deseable para ambos, y podía desearle de corazón mucha felicidad.
Le comunicó todo esto a la señora BoYoung Park; y después de relatarle todos los pormenores, añadió: «Estoy convencido, querida tía, de que nunca he estado muy enamorado, pues si realmente hubiese sentido esa pasión pura y elevada del amor, detestaría hasta su nombre y le desearía los mayores males. Pero no sólo sigo apreciándolo a él, sino que no siento ninguna aversión por la señorita King. No la odio, no quiero creer que es una mala chica. Esto no puede ser amor. Mis precauciones han sido eficaces; y aunque mis amistades se preocuparían mucho más por mí, si yo estuviese locamente enamorado de él, no puedo decir que lamente mi relativa insignificancia. La importancia se paga a veces demasiado cara. Hobi y Taehyung se toman más a pecho que yo la traición de Jeon. Son jóvenes aún para ver la realidad del mundo y adquirir la humillante convicción de que los hombres guapos deben tener algo de qué vivir, al igual que los feos.»
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Buenas, buenas regresamos con más contenido, después de un largo largo tiempo, espero y lo disfruten

Orgullo Y Prejuicio (YM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora