James
Observé con atención el suelo de tierra. No era como el de la plazoleta cerca de casa. Ahí había fango, y siempre que volvía con mi madre a nuestro pequeñísimo departamento, lo primero que hacía era quitarme los zapatos.
—James, no camines dentro de casa así, vas a ensuciar el piso, amor—me decía mamá con ese tono tan dulce.
Y entonces, los dejaba en la entrada.
—¿Quieres una galleta?—ofreció Berta, negué y pegué la cabeza a la cuerda del columpio—. ¿Qué tal un helado?
Volví a negar.
—Por favor, niño, debe haber algo que pueda hacer por ti—comentó, exhausta.
Me encogí de hombros.
—Me gustaría un abrazo—le comenté, avergonzado.
La mujer se acercó a dármelo. No se sentían como los de mi madre, pero era mejor que los pésames que había recibido durante toda la tarde.
—Te prepararé el chocolate caliente que tanto te gusta—avisó cuando nos separamos y acto seguido, se fue de nuevo a la casa.
Permanecí mirando a la nada más segundos de los que podía contar.
—¿Por qué tan triste, hermanito?—se burló una voz chillona.
Alcé la vista y me encontré a mi estúpido hermano Jake. Un niño presumido y fuera de órbita, que se creía la gran cosa. Todo porque se había criado con los bolsillos llenos de dinero.
—¿Qué no lo ves? Mi madré partió—le señalé la reunión dentro de la casa.
—Ah, ya, ¿Tanto escándalo por eso?—sonrió.
Solté un suspiro.
—Déjame—fue lo único que salió de mi boca.
—No seas llorón, muchos niños pasan por estas cosas y son valientes—intentó minimizar mi dolor—. No como tú, que solo lloras y lloras.
Llevó los puños a su cara e hizo un gesto como si estuviera llorando.
—Perdí a mi mami—se burló y ejecutó un falso sonido de llanto—. Estoy solo.
Una figura se apareció a mi lado.
—Menudo imbécil—dijo un pequeño Raven, vistiendo un diminuto traje negro.
—Ay, pero si es tu noviecito—continuó—. Los dejo para que se den un par de besos.
Pronto, se fue mientras soltaba una risa malvada.
—Qué tonto—Frunció el ceño Rav, mientras tomaba asiento en el columpio a mi lado—. A veces me pregunto si es realmente tu hermano.
—Lo es, lamentablemente.
Un silencio se instaló entre nosotros.
—Y...—comenzó—. ¿Cómo estás?
—Mal—concluí.
—Ahora vivirás aquí con tu padre.
—Parece—me encogí de hombros.
Otra vez, silencio.
Raven era el único amigo que tenía cuando pasaba los días en casa de mi padre porque básicamente, su progenitor hacia negocios con el mío. Nos habíamos vuelto cercanos pero no lo suficiente para que fuera mi confidente.
En la escuela pública a unas cuadras del apartamento, allí estaban mis verdaderos amigos: Frank y Eric. Esperaba verlos algún día otra vez, pero sospechaba que mi padre pensaba cambiarme a una de esas instituciones donde iban niños refinados.
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Enamorada del Villano [ACTUALIZANDO ✔️]
Novela JuvenilLizzie siempre estuvo enamorada de su mejor amigo James, cuyo mundo se destruye cuando lee en el periódico que su hermano va a casarse con la mujer que ambos prometieron nunca volver a contactar para evitar conflictos: Celina. Ahora, James busca rec...