Harry Styles Cavalieri aún creía que Ashley había despreciado su petición de casarse con él y darle hijos, hacía cuatro años. Sin embargo, ahora Harry contaba con una excelente oportunidad para vengarse: el hermano de Ashley estaba en problemas y sólo él podía ayudarlo... si ella se convertía en su mujer.
Pero esa vez Harry sabía con certeza lo que necesitaba... y no era precisamente el amor de Ashley.Capítulo 1 ❤️
ASHLEY no podía quedarse quieta. Se levantó, y volvió a pasear por la
cocina de su hermana. ¿Cuánto tiempo más estarían ellos con la policía? Se dijo que seguramente para ese momento ya se habían dado cuenta de que se habían
equivocado de persona. Su hermano no era un ladrón de coches.
Por otro lado, se dijo que Tim no era ningún ángel. ¿Qué adolescente lo era?
Pero era inteligente. Tenía un futuro prometedor. No tardaría en realizar sus exámenes finales. ¿Por qué habría de intentar robar un coche cuando tenía su propio vehículo?
Tim había estado viviendo con su hermana durante los dos últimos meses. Sus padres se encontraban en Nueva Zelanda, visitando a unos parientes, de modo que él no tuvo ningún lugar a donde ir. Por desgracia, Tim no quiso quedarse
en casa de Susan y Arnold. Ashley comprendía su renuencia. Ella tampoco habría querido vivir sometida a las reglas de Susan.
La amplia y moderna cocina le recordaba un quirófano. Era fría e
impecablemente ordenada. Susan jamás habría permitido que hubiera algún desorden; ella misma era fría y metódica. Sin embargo, cuando habló por teléfono estaba poco menos que histérica.
Quien infringía el rígido código moral de Susan se convertía en un paria.
Nadie mejor que Ashley lo sabía. El día en que Susan descubrió que su joven hermana soltera estaba embarazada, sin vacilar le volvió la espalda.
Y, en ese momento, si Susan hubiera tenido la menor sospecha de que Tim
podría ser culpable, habría dejado que Arnold se las arreglara solo con la policía.
-¿Le sirvo una taza de té, señorita Forrester?
Ashley se volvió, nerviosa. La señora Adams, ama de llaves de su hermana,
se encontraba en la puerta.
-No, gracias. No podría -respondió Ashley.
-¿Nada...?
-Nada todavía.
-Él es un... joven duro y fuerte -comentó la mujer mayor.
Ashley se puso pálida al recordarlo. Tim tenía el temperamento de su padre.
Cuando lo hacían enfadar, se volvía agresivo. A Hunt Forrester le encantaba la habilidad de su hijo para hacerle frente. Se suponía que un joven debía tener carácter y agallas. Una joven, no.
Ashley se rebeló, pero Susan siempre se había sometido. Arnold apareció cuando Susan tenía dieciocho años de edad. Aunque era casi veinte años mayor que ella, fue el primero y único novio de Susan.
-Han llegado... -repuso la señora Adams, poniéndose tensa-. Me vuelvo a mi habitación, señorita Forrester.
Ashley, nerviosa, se pasó una mano por la rizada y dorada melena, y respiró profundamente. Susan no sabía que se encontraba allí, esperando, de modo que quizá consideraría su presencia como un acto de intromisión. Cuando oyó que metían la llave en la cerradura de la puerta principal, salió al vestíbulo, rezando para que fuera Tim, después de haber quedado demostrada su inocencia.
El joven larguirucho que entró a toda velocidad ni siquiera la vio. Tim subió
corriendo las escaleras y el portazo que dio resonó en toda la casa. Luego
apareció Arnold.
-¿Ashley? -preguntó él, quedándose inmóvil.
Susan pasó junto a él. Estaba furiosa.
-¿Ashley?
-Susan... -Arnold tiró de la manga a su esposa.
-¡No te metas en esto! -exclamó Susan-. Me alegro de que esté aquí.
¡Quiero que sepa lo que ha hecho!
-¿Qué he hecho yo? -preguntó Ashley con incredulidad.
-¡Todo es culpa tuya! ¿Qué se supone que voy a decirle a mamá y papá
cuando regresen a casa? Nos dejaron al cuidado de Tim. Era responsabilidad nuestra. Cuando papá sepa esto, me culpará por haber dejado que te acercaras a Tim. ¡Tú no necesitas preocuparte!
Susan parecía una desconocida. Era como si estuviera poseída.
-Susan, por favor. No sé de qué me estás hablando. ¿Cómo puedo estar
metida en esto?
-¿No estás metida en todo lo que hunde a nuestra familia? ¿Sabes de quién era el coche que Tim destrozó? -vociferó Susan-. ¿Sabes por qué lo destrozó?
Ashley se quedó aturdida al comprender que Tim era culpable.
-¡Nuestro estúpido hermanito fue a vengarse del hombre que te dejó
abandonada hace cuatro años! -exclamó Susan-. ¡Cogió su coche y le destrozó la casa! Ha causado daños por miles y miles de libras. ¡Ese coche costaba más que esta casa! ¡Destrozó su maldita fuente y acabó con el césped! ¡Así que es probable que lo metan en la cárcel!
-Pero eso es imposible -repuso Ashley, con la garganta seca.
Arnold trató de consolar a su esposa, pero ésta lo rechazó. Susan subió las escaleras del mismo modo que Tim lo había hecho unos minutos antes. Se oyó otro portazo.
-No soporta que alguien la vea llorar -declaró Arnold, suspirando y
llevando a Ashley hacia el salón-. Será mejor dejarla sola hasta que se calme.
Una sensación de vértigo se apoderó de Ashley. Pálida, se tambaleó y tuvo
que apoyarse con las dos manos en el respaldo del sofá. Se dijo que era imposible, que no podía ser cierto. Tim ni siquiera sabía con quién había salido ella cuando iba a la universidad. Susan estaba equivocada.
Arnold comentó mientras se servía una bebida:
-Nadie tiene la culpa. El chico está fuera de control, pero lo estaba mucho antes de venir con nosotros.
-No es posible que Tim haya cogido... el coche de Harry -apuntó Ashley.
Arnold bebió un trago de whisky; se había olvidado de ofrecerle una bebida a Ashley. Eso indicaba su estado de ánimo.
-Lo siento, querida. Todavía no lo sabes, ¿verdad? Sería más prudente que siguieras así.
-¡Arnold! Ashley deseaba gritar y sacudirlo por los hombros-. ¡Necesito saber qué es lo que pasa!
Su cuñado aspiró profundamente.
-Tim va a la escuela con... Pietro, el sobrino de Styles.
-¡No me lo dijo! -estalló Ashley. Hasta hace poco Tim no tenía la menor idea de que hubiera habido alguna relación entre nuestra familia y el clan Styles. Lo creas o no, los dos chicos se convirtieron en grandes amigos. Fue Pietro quien empezó el problema en el local nocturno, pero como su familia tiene más influencia que nosotros, el pobre Tim pagó el pato...
-¿Qué problema?
-Compareció ante un juez por conducta escandalosa y daños y perjuicios, después de haber participado en una pelea.
Ashley cerró los ojos.
-¿Por qué nadie me dijo nada?
-En honor a la verdad, trabó amistad con las personas equivocadas. Y
después de lo del local nocturno, se dio cuenta de que lo habían escogido como chivo expiatorio. El local no tenía ninguna intención de demandar a un Styles.
-Así que éste no es el primer delito de Tim -comentó Ashley, horrorizada.
Su amistad con Pietro se enfrió después de eso, pero el mes pasado Tim asistió a una fiesta en la casa de su amigo. Alguien que estaba allí lo identificó como tu hermano. Los dos jóvenes ya habían rivalizado por una joven. Pietro le siguió la corriente, hizo algunos comentarios ofensivos acerca de... de tu relación anterior con su tío... y se produjo una pelea.
Ashley sintió que se le doblaban las piernas.
-Tim dio una paliza al canalla ése, así que lo echaron -continuó Arnold-.
Pero por desgracia, Pietro y sus amigos, después de descubrir el punto
vulnerable de Tim, siguieron hostigándolo en la escuela. El mes pasado, cuatro de ellos lo golpearon.
Ashley recordó que Tim no había querido hablar de ese incidente, a pesar de su insistencia.
-Continúa -le ordenó a Arnold. Susan y yo nos preocupamos mucho cuando
él se negó a contarnos cuál fue el motivo de ese ataque. Pensamos acercarnos a la escuela, pero nos pareció que a Tim eso le resultaría humillante.
-¿Pero por qué no nos contó lo que pasaba?
-Nunca me ha parecido bien la decisión de tu padre de excluirte del círculo familiar. Eso ha causado una gran tensión a todos, sobre todo a tu madre y a Tim... Él está muy unido a ti. No confía en nosotros para contarnos lo sucedido. Y,
aunque amo a mi esposa creo que es absurdo que, después de doce años de
matrimonio, Susan aún esté tan desesperada por conseguir la aprobación de su padre, y tan dispuesta a despreciar a su única hermana, sólo porque él se lo pide.
También Susan conservaba cicatrices de la infancia, pensó Ashley.
-Lo siento -dijo en voz baja.
-No tienes por qué pedir disculpas. Tim tenía una cuenta pendiente
-afirmó Arnold-. Se metió en la casa de los Styles, puso en marcha el coche,
no pudo controlarlo y dejó una estela de destrucción detrás de él. Huyó antes de que lo atraparan, pero lo habían visto.
Ashley se sintió físicamente enferma. Su pasado se había entrometido en el
presente de Tim.
-¿Lo denunciaron?
-Por supuesto. Los Styles son dueños de una de las empresas bancarias
más grandes de Europa. Tim no logrará salir de esto. Pero él se lo buscó.
-¿Cómo puedes decir eso? -Ashley se puso en pie- ¡Me defendió y ahora
está pagando por ello! -exclamó, llorosa.
-Destruir la propiedad de alguien no tiene nada que ver con la valerosa
defensa de la hermana de uno.
¿De qué otro modo pudo devolver los golpes? Sé que se comportó como un
niño, ¡pero la familia de Harry es tan rica y poderosa que no pudo haberse
desquitado de ninguna otra manera!
-Le conseguiremos el mejor abogado que podamos -señaló él, frunciendo
el ceño-. Pero debieron haberle metido en vereda hace mucho tiempo.
-Subiré a verlo.
Tim estaba sentado en el borde de la cama, con las manos entrelazadas
entre las piernas y la cabeza inclinada. No levantó la vista.
No me di cuenta de que estabas aquí, hasta que oí tu voz, abajo.
-Arnold me lo ha contado todo -señaló ella, apoyándose en la puerta-.
¿Por qué, Tim? ¿Por qué? Harry nunca te hizo nada...
Él alzó la cabeza de inmediato.
-¿Ah, no? ¿Y qué me dices de ti? -preguntó con amargura-. Destrozó tu vida. Tuviste que abandonar la universidad. ¡Te han prohibido entrar en tu propia casa y tienes un trabajo asqueroso por su culpa!
La amargura de su hermano penetró en ella, como si fuera una daga.
-Además, ¡ese desgraciado de Pietro se burla de ti como si su tío hubiera
hecho algo de lo que debiera estar orgulloso!
-Tú no sabes lo que sucedió entre Harry y yo -declaró ella, vacilante.
-Tú tenías diecinueve años y él veintiocho -repuso Tim, furioso-. Eso es todo lo que necesito saber.
-Nuestra relación sencillamente no resultó, Tim.
-Se deshizo de ti cuando se enteró de que estabas embarazada y se casó
con otra.
-No fue así, Tim -expresó ella en voz baja-. Él no sabía que estaba
embarazada. En realidad, cuando nos separamos, tampoco yo lo sabía, y nunca se lo dije. Una vez que se casó, no valía la pena.
Su hermano la miró con incredulidad.
-¡No mientas! Ya no soy un niño.
-Pero es así como ocurrió.
-No te creo. Te abandonó. ¡Se aprovechó de ti! ¡Sin duda se enteró de lo del niño! Sin duda...
-¿Lo sabe Pietro?
-Bueno, no, pero...
-Harry no lo sabía -aseguró ella, apretando los puños.
Sabía que ya era demasiado tarde para contárselo todo a Tim. Pero, ¿qué
podía hacer para que él entendiera? Pensó que algunas cosas eran muy difíciles de explicar a un adolescente, que estaba decidido a ver a su hermana como una víctima inocente, seducida y abandonada. Pero lo que impulsó a actuar a Tim fue
la situación de ella, no de él.
-Trata de no preocuparte demasiado -le aconsejó Ashley-. Quizá todo
salga bien.
-No soy un niño, Ash. Cometí un error. En el bar, todo me daba vueltas en la cabeza. Pensaba en lo que te hicieron. En lo que me hicieron a mí. No podía soportarlo más. Me puse furioso.
La joven pensó que, en cuanto a temperamento, Tim y ella se parecían
mucho. Tenían el mismo carácter que su padre, lo cual era una maldición. Una maldición que ella aborrecía.
Arnold la estaba esperando abajo.
-Te llevaré a casa.
-No... no es necesario.
La ayudó a ponerse la chaqueta.
-Vamos. Necesito tomar un poco el aire.
Aparte de que Arnold le preguntó cómo le iba con los cursos de la
universidad a distancia, no conversaron mucho. Los dos estuvieron ensimismados
en sus pensamientos. Pero a Ashley le parecía que ella tenía cierta ventaja.
Después de todo, sabía lo que debía hacer. Necesitaba ver a Harry. Por lo
menos, él debía escucharla. Y aunque tuviera que arrastrarse, lo obligaría a ello.
Por lo que se refería a la libertad y tranquilidad de espíritu de su madre, ningún sacrificio sería demasiado grande.
Cuando, cansada, se metió en la cama, pensó en las revelaciones de esa
noche. ¿Por qué tuvo que haber sucedido eso? ¿Cuántas veces debería pagar ella por un error?, se preguntaba. Un error que pudo haber evitado si no se hubiera
enamorado de la persona equivocada.
Después de todo, su madre había cometido la misma equivocación. Sin
embargo, Sylvia Forrester no tenía una personalidad fuerte. Después de haber soportado durante treinta años la tiranía de su marido, era una mujer timorata, demasiado débil para contrariar a un hombre orgulloso de su dominación.
A los dieciocho años, Ashley se había sentido muy segura de su habilidad
para dominar sus propias emociones. Había planificado toda su vida: la
universidad y labrarse un puesto destacado en el mundo de los negocios. En vez de ello, en el primer año de carrera fracasó estrepitosamente.
Durante un espacio de cinco meses perdió de vista todas sus metas. Había
olvidado las lecciones aprendidas. Y, para empeorar las cosas, había creído
sinceramente que sabía lo que hacía.
Alguna vez se había enorgullecido de su autodisciplina. No había lugar para
los hombres en sus planes. Los hombres exigían, esperaban, complicaban las cosas. Quizá cuando al menos tuviera treinta años, había pensado con la ingenuidad propia de la juventud, quizá cuando estuviera establecida en su carrera, dejaría que algún hombre formara parte de su satisfactoria existencia.
Y ese hombre, lógicamente, apoyaría con entusiasmo sus ambiciones...
Pero el destino fue el que rió el último. El destino le hizo conocer a Harry, un hombre diametralmente opuesto al ideal que ella concibió. Una vez que Harry creyó que la tenía donde deseaba, tan aturdida que no podía pensar de forma correcta, trató de convertirla en una persona distinta. Poco a poco fue acabando
con su confianza en sí misma. Pero, afortunadamente, despertó.
Cierto día se miró en el espejo y vio allí a su madre, observándola. Nada
habría sido peor que terminar respetablemente casada con Harry Styles Cavalieri...