El CABALLERO IDEAL

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Las montañas escocesas - 1715
Si no los hubiese cubiertos con edredones y gruesas mantas, sus
miembros, estarían temblando de miedo y de desesperación, tenía que
marcharse. Catherine McLane había echado solo una cabezada
ocasionalmente la noche anterior, pero no había posibilidad alguna de
ella durmiese esta noche.
Un crujido del suelo de madera en el pasillo le hizo contener la respiración,
escuchando mientras los pasos desiguales pasaban su puerta y se perdían a lo lejos.
Ése era el vigilante haciendo sus rondas.
¡Ahora! Ella tenía que irse ahora. Ésta era su única ocasión de huir. Se
levantó y sacudió la falda llena del vestido negro de luto que había usado para acostarse. Gris oscuro debido a los múltiples lavados que le había dado durante los dos años que habían pasado desde la muerte de su padre. Era el vestido más oscuro y más recio que poseía. Y por su condición descolorida, nadie pensaría que la portadora era la heredera de las tierras y del castillo y de su padre.
Echó a un lado la cubiertas y un edredón, y empujó las mantas para simular que todavía estaba durmiendo. Arregló un cuello de piel roja de zorro en la almohada y rogó por que se pareciese a su propio pelo rojo. Así la criada pensaría que dormía hasta más tarde y no entraría en el cuarto hasta que estuviese lo
bastante lejos como para descubrir su engaño.
Necesitaría cada minuto que pudiese ganar para huir del castillo hacia un
refugio donde nadie pudiese encontrarla. Por un tiempo por lo menos. Andando de puntillas fue hacia el arcón situado en el pie de su cama, abrió la tapa y se tensó
cuando chirriaron las envejecidas bisagras. Aspiró en una respiración rápida y escuchó, pero no oyó a nadie. Se sentía cómo una gama asustada mirando fijamente el extremo de la flecha de un cazador.
Sacó el paquete que había preparado anteriormente esa tarde con un
recambio de ropas y de algunos alimentos que había podido robar de la mesa sin que nadie lo notase.
Lo había envuelto todo en un mantón firmemente tejido y tenía los lazos
colocados para sostenerlo a través de sus hombros, dejándole las manos libres para manejar su caballo. Tiró de sus zapatos más robustos y remetió su puñal en el fajín negro atado alrededor de su cintura. Moviéndose en el claro de luna que brillaba en
las estrechas ventanas de su dormitorio, asió un mantón negro de la silla, y lo ató sobre su pelo. Tirando de él adelante sobre su cara para cubrir la piel pálida que estaría expuesta en la oscuridad de la noche. Con excepción de sus propios y
rápidos latidos de corazón, escuchó solamente el viento de verano deslizarse a través de los pasillos en el viejo castillo lleno de corrientes.
Quizá si el castillo hubiera estado en un estado mejor y las arcas de su padre más llenas, no la habrían prometido en matrimonio a su bruto vecino. Un hombre que ganaría mucho de la suma de sus tierras a las propias. Tembló al pensar en que ese
gigante viniese a reclamarla.
Estaba agradecida de que él hubiese esperado por lo menos dos años, sin
embargo se resentía de la autoridad que tendría sobre su vida. Con su padre muerto y ningún otro pariente para protegerla, tendría que someterse a la bestia como un
cordero al matadero. Ella no había oído buenas historias sobre él.
Se rumoreaba era mucho más alto de lo que cualquier hombre normal debería ser, con manos enormemente grandes que podrían romper el cuello de un hombre sin ningún esfuerzo, o una mujer si llegaba el caso. Marion, la lavandera, había dicho que era conocido por acostarse con una docena de mujeres en una noche y seguir estando excitado y listo por más a la mañana siguiente. Los criados se habían reído,
inconscientes de que Catherine oía por casualidad su conversación picante.
Catherine no estaba en todo segura de qué haría un hombre con esas muchas mujeres en su cama, y se había preguntado si era lo que hacían Nancy y el herrero en el granero una vez cuando ella había entrado dentro. Habían estado tan desnudos
como el día en que nacieron y ni un poco perturbados por ello.
Al principio ella pensaba que la pobre Nancy debía estar machacada porque el enorme hombre estaba encima de ella insistiendo en que Nancy envolviese las piernas alrededor de su cintura. Catherine recordó los olores terrosos del granero, la paja limpia que crujía debajo de ellos. Nancy gimió y envolvió los brazos
alrededor de su cuello cuando ella trabó los tobillos detrás de él. Agarró su pelo para tirar hacia debajo de su cabeza hacia la suya. Él la besó y entonces su trasero desnudo comenzó a levantarse y a bajar moviéndose lentamente al principio, después
más y más rápidamente.
-¡Sí, sí!- Nancy había gritado -¡móntame más fuerte, más fuerte!-.
Catherine se había ido del granero antes de que la descubriesen, cuando
repentinamente, ellos gritaban como espectadores arengando al vencedor. En ese momento sintió una humedad entre sus piernas al mirar a la pareja. En vez de darle vueltas a la idea de casarse, viendo el acoplamiento y cuánto gozaban se preguntó cuánto faltaría para que ella se casase.
Ahora no podría esperar que ninguna de tales intimidades emocionantes
sucedieran. Incluso no mantendría control sobre las tierras de su padre que ahora eran legítimamente suyas. Eso cesaría con la ceremonia. La celebración incorporaría simplemente sus tierras a las de su marido que lindaban con las suyas en el norte.
Cuando se casase, él sería dueño y encargado de todo lo que era el suyo. No importaría que ella hubiese hecho funcionar el castillo y alimentado le la gente durante dos años sin ayuda de nadie.
Odió la idea de algún otro se encargase, pero no podía hacer nada cambiarlo.
Aunque podría posponerlo. No estaría en el castillo mañana cuando los indeseados visitantes llegasen. No iba a dejar que él le arrebatase la virginidad que había guardado para un hombre al que pudiese amar. Quería a alguien que le demostrara
las maneras entre el hombre y la mujer, alguien de su elección, no el bárbaro con el que debía casarse.
Pasando su mano a lo largo de la pared de piedra, bajó por las escaleras a la cocina. Anduvo de puntillas más allá de la criada de la despensa que dormía en su plataforma en el suelo, y tiró de la puerta al exterior.
Mientras que se deslizaba, ella escuchó repiqueteo de los clavos de los perros en el suelo de piedra de la cocina detrás de ella. Había pensado que estaban dormidos en las entradas del gran pasillo. Su corazón compitió con y ella y empujó en la puerta para estar segura de haber cogido el cierre. El perro había comenzado raspar ferozmente por el lado opuesto de la puerta. El aterrarse, funcionó. Oyó
que la criada gritaba al perro para que se fuese hacia arriba mientras ella se agachaba a través del arco que conducía a los jardines.
Se agachó, cuidando de moverse a lo largo de la cerca hasta que encontró la puerta. Entonces se lanzó a través del área abierta pequeña de hierba donde los caballos eran mantenidos en verano.
Agarró la balda superior de la cerca y la pasó sintiendo penosamente su
garganta seca. Después de dos intentos, pudo dar un bajo silbido. Momentos más tarde, oyó Toby venir corriendo. Él había sido su animal doméstico y amigo durante
diez años. Era viejo, pero mientras no lo forzase demasiado, todo iría bien. Y su color marrón oscuro perfecto para huir entre los árboles en la noche. Sacó la zanahoria que había escondido en su bolsillo.
-Vamos, Toby. Tú eres ahora mi única esperanza. Tienes que ayudarme a huir de ese monstruo antes de que llegue aquí-.
El caballo caminó al lado de ella en el otro lado de la cerca hasta que
alcanzaron el roble partido donde ella sacó el frenillo que ella ocultado esa mañana.
En unos segundos lo había sujetado en la cabeza de Toby. ¿Pero cómo podría montarlo sin ayuda? Era alta para ser una mujer, pero no lo suficiente como para pasar una pierna sobre el caballo. En todos sus planes de huída, nunca pensó en un
bloque para subirse. Montar a pelo y a horcajadas no sería ningún problema. El subirse en Toby lo era. Mirando alrededor vio la solución a su problema. Si se subía en la balda más baja de la cerca, podría levantar una rodilla lo bastante por encima
para asir un puñado de la melena y auparse hacia arriba. Asentándose
confortablemente, ella arregló su falda y enagua y condujo el caballo hacia el norte del camino. Después de una milla o ella paró y escuchó. No se oía nada excepto pequeños sonidos en los árboles y el ulular de un búho. Se permitió una sonrisa. Se había escapado. Estaba totalmente libre para encontrar el amor.
                   
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Harry Styles se sacudió al entrar el campamento y miró las chispas volar. Maldijo a su padre por enviarlo en esa idiota tarea. Estaba dispuesto a hacer su parte para asegurar el bienestar de la familia, pero casarse con una muchacha joven que se decía que apenas era reconocible como una mujer no era su idea de un trato justo.
Pero él podría ver ciertamente la sabiduría de agregar sus tierras a las propias, así que él estaba resignado a casarse. Su fuerte sentido del deber no le permitiría menos. Una vez que estuviesen casados, poseería todas las tierras de ella adyacentes a las suyas. Con la adición eventual de las tierras de su padre, podría hacer un soporte formidable contra cualquiera de los clanes que pudiesen amenazarlos.
Resignado, pero no contrario al ganar un poco de tiempo, él envió sus hombres por delante mientras que él se tomaba su tiempo. Remetió su falda escocesa debajo de su culo y se sentó contra un castaño enorme. Su puñal fue remetido con seguridad en sus cintura y su espada puesta a su lado. Tomó su botella de escocés y bebió profundamente. Mirando fijamente el fuego, atormentando su cerebro para
buscar cualquier excusa que pudiese provocar retraso a su llegada al castillo de su novia.
Estaba echado cuando escuchó el paso lento y constante de los arreos de un
caballo. Rápidamente empujó su fardo debajo de su manta para dar la impresión que estaba dormido, y se echó entre los oscuros árboles con su espada. El caballo pasó a algunos pies de él. Vio que un jinete caía sobre su parte posterior, sus brazos que colgaban abajo en cada lado. ¿Algún caminante de las tierras altas lo había
acertado? ¿O él fingía lesión para conseguir emboscarlo?
-¡Ho, allí, amigo,- Harry dijo en voz alta. El caballo se paro, pero el jinete no se movió. Podía ver ahora que su cuerpo estaba cubierto de las mantas oscuras que le tapaban hasta los zapatos.
El hombre era afortunado de no haberse caído antes de ahora. Cuidadoso, Harry levantó el extremo de su espada y se acercó al caballo. ¿Él oyó un murmullo suave, o era un quejido del dolor? Usando la punta de su espada, levantó hacia atrás
la manta que recubría la cabeza del jinete. Una miríada de los rizos rojos se soltó libremente, exponiendo la cara de una mujer que brillaba intensamente a la luz del fuego que se veía a través de los árboles.
-¡Por todos los santos!-, murmuró él.
Golpeó ligeramente su hombro con el amplio lado de la espada, pero ella no se movió. Podría ver que respiraba y sonaba dormida, borracha, o inconsciente.
Envainando su espada, condujo el caballo de las bridas a su campamento. El caballo
cojeaba de modo que podría beber el agua y comer hierba, pero no vagar lejos.
¿Pero qué decir sobre el jinete? La miró primero para comprobar si estaba herida, aunque no vio ninguna evidencia de sangre o de contusión en ella.
Levantarla del caballo era bastante fácil, con una mano debajo de cada brazo la bajó hasta que sus pies tocaron tierra. Sus rodillas comenzaron inmediatamente a
enlazarse y ella gimió. Puede que estuviese herida después de todo. La hizo girar en sus brazos y llevándola ante el fuego. Ella gimió otra vez. Sus quejas suaves no sonaban del todo como si sintiese dolor. Estaba contento por ello. No podría
entender quién desearía dañar una cosa tan bonita.
Se sobresaltó cuando ella envolvió repentinamente los brazos alrededor de su cintura y frotó su mejilla contra la longitud del plaid que le cruzaba el pecho.
Sintiendo repentinamente un ajuste en su ingle, empujó su pelo detrás sobre de su cara y desató el mantón que había perdido en el intento de mantenerlo confinada.
Mirando hacia abajo cuidadosamente vio las facciones delicadas de una mujer joven verdaderamente hermosa, respiró más rápidamente. Si solamente pudiese casarse con una mujer tan dulce como esta, pensó tristemente. Entonces no se estaría
tomando su tiempo para llegar a su boda. Estaría montando a todo galope,
impaciente por montarla tan fuerte como rápidamente. Su pene se endureció y presionó contra sus pechos suaves mientras que él ahogaba un gemido.
Acunó la parte posterior de la cabeza femenina con una mano, y la bajó
cuidadosamente a su manta. Buscando una lesión, sintió las gruesas capas del paño
envueltas alrededor de su pecho. ¿Estaban cubriendo una herida? Puede que tuviese sangre debajo de todo ese paño oscuro. Ésa sería explicación suficiente para su estado de inconsciencia, tenía que verlo por sí mismo antes de que ella
perdiera demasiada sangre.
No viendo ningún botón en la parte de delante de su vestido, hizo resbalar la tela de sus hombros cremosos y localizó los cordones que se entrecruzaban hacia detrás. Una vez que consiguió aflojarlos, retiró de los brazos de ella suavemente las mangas largas, exponiendo los apretados vendajes bajo su camisola. Capa sobre
capa de grueso tejido de lino habían sido envueltas alrededor de su cuerpo delgado.
Si estaba herida, ella estaría ciertamente dolorida cuando él la levantó otra vez para desenrollar el lino.
Preocupado por su bienestar, o eso se dijo él , montó sus muslos a horcajadas de sus piernas para adoptar la posición adecuada, y tiró de su puñal de su cargador.
Con cuidado de no deteriorar su piel pálida lisa, tiró de la camisola y del lino para arriba entre sus pechos rajando todas las capas hasta su cintura. De los bordes del
corte de la tela, salió a demás el más hermoso par de pechos más perfectamente formados que había visto jamás por fin fuera libres de su confinamiento.
-¡Por la espada!, ¿porqué están tan hermosos globos confinados tan apretadamente?-
Tomó cada pecho a su disposición y los levantó, diciéndose que buscaba
cualquier lesión que allí hubiese. Había pensado que los dejaría ir cuando no encontrase ninguna, pero por el contrario, cogió las puntas entre sus pulgares e índices y jugueteó con ellos. Inmediatamente, estuvieron erguidos y firmes como su
polla que siguió el juego.
Apartó de un tirón sus manos lejos y juró algunas palabras sucintas, pero
estas no atenuaron su deseo. No encontró ninguna herida en ella de nuevo que explicase el desvanecimiento, empezó a tirar de las mangas de su vestido. La tarea
era imposible con ella dormida tan profundamente. Mientras que lo intentaba, la joven rodó sobre su lado. Ahora ella estaba tan retorcida en su vestido que no tenía ninguna esperanza de vestirla correctamente. Y su cadera presionaba suavemente
contra sus testículos. Sintiéndose demasiado caliente en esa noche de comienzos del fresco verano, se limpió la transpiración de su frente con la manga de su camisa.
-¿Qué te han hecho, muchacha?- preguntó suavemente.
Deseó comprobar otra parte del cuerpo femenino para saber si había lesión que explicase su inconsciencia, levantó sus faldas a la altura de sus muslos, movió sus manos suavemente arriba y abajo por la carne cremosa en cada uno pero no encontró ninguna herida o hueso roto, así que tiró para que las faldas bajasen hacia
abajo, pero su mano obedeció su deseo, no su orden mental de cubrirla. En vez de eso, expuso el triángulo castaño visible debajo de su ropa retorcida, y resbaló sus manos bajo su ropa y sobre su estómago. Era suave y flexible, no hinchado con muestras de enfermedad. Haciéndola rodar sobre su lado para comprobar sus caderas y su parte posterior, no encontró felizmente ninguna herida en ningún lugar.
Renuente de privarse de tan hermosa vista, sostuvo sus caderas ligeramente y la bajó sobre su espalda.
Ella gimió en su sueño y dobló una pierna hacia arriba, abriéndose íntimamente a él. Arqueándose hacia detrás, se presionó contra su mano, mascullando algo que él no podría entender. Él se quedó sin respiración cuando la parte posterior de sus
dedos resbaló dentro de sus dobleces, un nudillo presionaba contra su pozo húmedo.
Sin pensarlo él levantó su pulgar para acariciar el tentador trozo de carne que se endureció bajo su tacto.
Tomando una respiración profunda y apartó su mano lejos del calor que
anhelaba. ¿Qué es lo que ocurría con él? Nunca se había portado de esa forma con una mujer semiconsciente antes y no iba a empezar ahora. Bajó de un tirón las faldas de la muchacha y levantó la blusa para cubrirla lo mejor posible. Con ella estirada entre él y el fuego, se colocó detrás de ella, levantando su manta para cubrirlos ambos.
Antes de que pudiese cerrar los ojos, ella se movió contra él y presionó su
parte posterior en la falda escocesa ahuecada por su inflamado miembro.
-Entonces ¿esto es una invitación?- preguntó él con una risa ahogada. Ella estaba obviamente habituada a dormir con un hombre de manera acogedora, ¿y quién era él
para no aceptar su oferta?
Alcanzando debajo de la manta, tiró encima de su falda y enagua hasta que
destaparon su cintura otra vez. Tiró rápidamente de su falda escocesa a un lado, levantó su pierna y resbaló su polla firme entre sus muslos. Ella gimió suavemente mientras que su miembro se endurecía contra su calor suave. Él deslizó su mano
hacia su pecho y amasó suavemente la plenitud. Acomodándose en su hombro desnudo, dejó un rastro de besos a lo largo de su cuello y de su mejilla.
–Siiii-, ella susurró y se retorció contra su pecho. Su cabeza rodó hacia el fuego y entonces hacia él. Sus ojos agitaron abriéndose para cerrarse solamente otra vez mientras que él le besaba los labios suavemente y resbalaba su mano hacia abajo.
Ella despertaba y lo deseaba. No la decepcionaría. Pasando su mano por debajo de sus faldas, él encontró los dobleces húmedos suaves que él buscaba. Ella se echó hacia detrás, su muslo doblado contra su polla que palpitante.
Su respiración sonó sobrecogida cuando él se deslizó el dedo en su calor. Era tan apretada, tan caliente. No podría aguantar mucho más de esto. Circundó y jugueteó con el duro botón hasta que su cuerpo osciló siguiendo el ritmo, invitándole a que bailase con ella.
Él levantó su rodilla lejana sobre su cadera hasta que le hizo frente
completamente y presionó en la entrada a su calor su miembro erecto. Apretó sus ojos cerrados, intentando contenerse. Ella lo conducía a un estado de desenfreno que nunca había sentido antes.
Sus ojos estaban cerrados como si todavía durmiera pero nunca había tenido entre sus brazos a una mujer más cooperativa. Ella levantó su mano para aferrar su hombro y movió las caderas para tomar la longitud de él en su interior. Su gemido silbó entre sus dientes cuando susurró otra vez,
-Siiiii-. Él se inclinó abajo para besarla, agarró su cadera, y empujó profundamente en ella que le dio la bienvenida a sus profundidades aterciopeladas. Ella gritó de
dolor y presionó contra sus hombros para liberarse de su abrazo.
Él se congeló cuando sus ojos se abrieron de par en par y vieron su cara a una pulgada de la suya.
-¡Por todo que es santo, eres virgen!- No era sorprendente que pareciese tan dulce,
tan inocente. La besó para sofocar su grito a fin evitar que otros la oyesen. Su miembro palpitó dentro de ella.
Ahora no había vuelta atrás. Quedaría frustrado si se paraba. Su dedo entre
sus piernas continuó obrando su magia mientras la besaba, más suavemente, tratándola con gentileza, despertándola, y finalmente consiguiendo una respuesta.
–Esa es la manera, mi encantadora señora-, dijo suavemente contra sus labios. -el dolor se va. Solo piensa en cómo de bien se siente-. La besó otra vez, ganando la entrada para que su lengua bailase con la suya. De forma tentativa al principio, su lengua giró con la suya mientras que el tempo aumentaba.
Él podría sentir a su cuerpo relajarse otra vez mientras sus caderas iniciaban un ritmo instintivo. Se retiró de sus profundidades mojadas calientes y después resbaló hacia detrás repetidas veces. Cada vez iba más profundo, más rápidamente.
Dando más y consiguiendo más. Su cuerpo se tensó repentinamente y ambos echaron hacia atrás sus cabezas y gritaron cuando su carne caliente se apretó rítmicamente alrededor de su miembro. Dos veces más él empujó, su semilla estalló
en ella cuando la enlazó en dulce abandono. Después de tomar un momento para respirar, él levantó la manta para cubrir sus hombros desnudos y puso su brazo sobre su cadera para mantenerlos cercanos, juntos como uno solo. Ambos agotados, se relajaron en el sueño.
Catherine despertó lentamente, renuente a abrir los ojos ante el sol de la mañana. En su sueño, ella había encontrado al hombre más maravilloso que parecía
ser la respuesta a todos sus oraciones. Él era bueno y la cuidaba, su tacto la calmaba pero también la excitaba. Era más alto que ella, y de buen mirar, con el pelo oscuro y los ojos azules. No era perfecto sin embargo ...tenía un poco de barba y sus mejillas ásperas estaban rasposas cuando hicieron amor. Él la había cortejado
tan dulce. Ella podría sentir la sensación sosegada, los besos apacibles y las caricias suaves con sus manos de largos dedos.
Cuando él la sedujo con pellizcos y pequeños mordiscos, había deseado más.
quería que la sostuviera, que la llenase. Y cuando finalmente la tuvo, había despertado dentro de ella una pasión tan caliente como el sol.
Todavía mareada, sentía la piel erizada en su pecho y el cosquillear de sus pechos. Una fantasía maravillosa la de poder estar alrededor con sus pechos libres y no atados firmemente.
Su amante ideal la había enseñado las maneras entre el hombre y la mujer, y
había sido suave con ella, con todo fuerte. La hizo su sentirse como una mujer deseable por primera vez en su vida, despertando sensaciones de las que ella no se sabía capaz. El sueño se parecía tan verdadero. Porqué incluso ahora, se sentía un poco dolorida e hinchada entre sus piernas.
Ella sonrió y gimió. Aunque despertaba, él se endureció dentro de ella. Y ella deseó que se quedase en su interior para siempre. Apretó sus músculos para sostenerlo allí y suspiró. Un hombre se rió entre dientes.
-Esto se siente muy bueno-, dijo él suavemente, rodando sus r. –Eres una
principiante muy rápida, mi Sweetling-. Sus ojos se abrieron de par en par.
-¡Oh, dios, eres de verdad!-. ¿O no lo era? ¿Cómo podía serlo cuando ella no sentía ningún miedo? No, debía estar soñando. Levantó su mano y tocó tentativamente su barbilla. El vello grueso cosquilleó en las sensibles puntas de sus dedos. Tocó sus labios. Él besó sus yemas del dedo y después le separó los labios para atraerlos dentro de su boca y para aspirarlos en ellos. Ella apartó de un tirón la mano rápidamente, como si sumergiera sus dedos en agua hirviendo. Él rió suavemente, un
pequeño movimiento que hizo escocer la parte donde estaban unidos.
-¿Eres de verdad, no es así?-
-Aye-.
Él rió de buen humor, entonces y ella se dio cuenta de en cuántos lugares se
tocaban sus cuerpos casi desnudos. No podría estar desnuda con un extraño. Pero lo estaba, y finalmente entendía todo lo que había sucedido entre Nancy y el hombre del establo ese día en el granero. No era extraño que pareciesen gozar tanto de
ello. ¿Pero cómo tenido la venido a parar con este hombre?. No lo sabía. Intentó separarse.
-Nay, nay, nada de movimiento. Ya nada tienes que temer de mí. No te lastimaré otra vez, muchacha-. El brazo fuerte sobre el cual su cabeza se posó se curvó alrededor de ella y la sostuvo firmemente contra su cuerpo, mientras que su otra mano resbalaba debajo de su falda arrugada y sobre su cadera para tenerla junto a sí. Ella no tenía ninguna ocasión de apartarse. ¿Y realmente lo deseaba?
-Solo relájate, Sweetling. estás perfectamente segura conmigo, y tienes muchas explicaciones que dar-. Él parecía tan severo como su viejo profesor particular.
-¿Yo? Deseo saber quiénes es usted y lo que estamos haciendo aquí... como esto-.
Ella sacudió su cabeza. -no, esto no puede ser de verdad. Debo estar dormida-. Él se rió entre dientes. Sus dedos calientes dibujaron pequeños círculos en su trasero desnudo. Sus ojos se ensancharon cuando sus músculos ejercitaron una mente
propia y lo apretaron íntimamente.
-Estamos dándonos placer.
-¿Yo... le di placer? Pero si no se.
-Aye, pero entonces no pensabas, sentías.
-¿Sentía?-.
-Aye. Te besé... así-, dijo, después él se inclinó encima y acarició suavemente sus labios con los propios. Ella se sentía envolviéndolo profundamente en su vientre y una oleada de calor de esa parte de él que estaba dentro de ella. -y acaricié tus pechos... así-. Ella jadeó mientras que él tocaba cada uno.
-¡Oh, no, mis pechos! Donde está el lino con el que los envolví?-.
-En pedazos ahora, Sweetling-.
-No tengo más conmigo. Qué haré ahora?-.
-Para qué desearías atar estas bellezas?-.
-¿Por qué? ¿No es eso obvio? Son más grandes que cualquiera de los que yo haya visto. Los hombres no pueden apartar sus ojos de ellos cuando entro en un cuarto.
Odio esa sensación, así que los ato apretadamente cada día para ocultar su tamaño-.
-Nunca otra vez, muchacha. Son justo del tamaño perfecto para mis manos. ¿Ves?-.
Él se envolvió los dedos largos alrededor de ellos y levantó su peso suavemente. Ella maulló como un gatito cariñoso y cerró los ojos. Se sentía tan caliente ... el calor se
reunía alrededor de donde estaban unidos. Ella sonrió y presionó sus pechos contra su duro torso.
-¿Recuerdas cuando hice esto?-, él pidió, moviendo las caderas lentamente para entrar en ella más profundamente. Ella frunció el ceño pero no abrió los ojos.
-¡Oh! Pensé que dolería otra vez, pero no. Se siente tan bien. Debo tener un sueño, aunque es diferente de cualquier otro-.
-¿Y es un sueño feliz?-. Él mantuvo sus empujes lentos pero profundamente.
-Sí, sí, pienso eso. Me siento tan... tan extraña. Deseo algo y casi lo estoy
consiguiendo, pero no sé qué es. Me siento tan caliente-. Ella agarró su brazo y levantó su pierna más arriba sobre su cadera para satisfacer sus empujes.
-Aye, y si lo hubiese sabido, puede que hubiese intentado parar. Yo no sabía que eras una virgen-. Ella rió nerviosamente.
-Y ahora no lo soy más-. Él hizo un gesto.
-Nay. No después del ayer por la noche. Lo que se hace nunca se puede deshacer-.
¡Incluso no sé quiénes eres!-. Ella miraba lejos, incapaz de afrontar su mirada fija.
-Yo debo ser la peor de las rameras para tener un sueño como este-. Sus caderas pararon el moverse y él se detuvo brevemente dentro de ella.
-Nay, Sweetling, tu eres un ángel enviado a mí. amor. Me deleitaré de jugar a ser tu caballero ideal y disfrutaremos este sueño juntos mientras dure-. Ella sonrió.
-Sí, seré Sweetling y tú serás mi caballero ideal, que apartará el miedo de mi cuando la verdadera y áspera luz del día nos despierte, para cada uno será mejor no saber quiénes es el otro de verdad-.
-De acuerdo-, él afirmó mientras que sellaban su acuerdo con un beso. Ella miraba su pecho, expuesto detrás de los lazos flojos de su camisa. Superando sus nervios, ella echó un vistazo abajo en se y vio sus faldas voluminosas enredadas alrededor de
su cintura y de su pierna desnuda cubiertas sobre su cadera desnuda.
-Pienso que deberíamos quitarnos nuestras ropas antes de que hiciésemos... um...-.
-La próxima vez-, él ofreció. Ella frunció el ceño de nuevo.
-¿Y no deberías estar encima de mí? Ésa es la manera en que Nancy lo hizo en el granero-. Él se rió y rodó repentinamente encima poniéndola de espaldas y elevándose sobre ella, después levantó sus piernas alrededor de su cintura apoyando su peso en sus codos al lado de los hombros de ella.
-Está es la manera en que deseas hacerlo? Él restableció un ritmo que aumentó gradualmente de tempo. Aumentando el calor de Catherine en su vientre.
-Casi,- ella dijo sin aliento levantando sus caderas para satisfacerlo, movimiento por movimiento, -¿hay más que una forma?- El acoplamiento era maravilloso.
-Ach, aye, muchacha. Solamente acabamos de comenzar -. Ella se sentía arquearse y una onda del calor que se chamuscaba a través de su cuerpo.
-Oh, qué me está sucediendo?-. Ella se aferró en sus hombros, levantando sus caderas más rápidamente para resolver el suyo. -Oh, sí-, ella respiró. –Siiiiii-.
Ella tomó una respiración y sostenida le mientras que llegaba cada vez más
cerca de éxtasis. Las luces destellaban detrás de sus párpados cerrados. Se
aferró a él, con los dientes mordiendo su carne musculosa.
Harry la besó duramente, hundiendo su lengua en su boca con cada empuje.
Ella gritó contrayéndose a su alrededor. No necesitó no más de estímulo. Empujó profunda y difícilmente y gritando mientras vertió su semilla contra la entrada a su matriz. Jadeo, y dejó caer su cabeza para reclinarse sobre el suelo a su lado.
Después de que su respiración se normalizase, se derrumbó, retirándose de su interior.
Él la puso de lado, con su cabeza apoyada en su brazo doblado.
-¿Lo hice bien?- ella pidió. Él dejó escapar una risa rápida.
-Ach, aye, muchacha, me gustó eso mucho-. Ella hizo un mohín y se levantó sobre un codo para expresar su punto de vista.
-Entonces pienso que eres justo el hombre que buscaba-. Ella agarró los lazos en su camisa con su mano libre. -Debes ayudarme-
-¿Quieres mi ayuda? Mi ayuda para que?-. Ella sonrió dulce.
-Necesito aprender todo sobre lo que hemos estado haciendo antes de que vaya a casa. Me enseñarás esas y el resto de las formas, también?-. Harry se echó sobre su espalda.
-Estaba en lo correcto. Esto es verdad un sueño ... el mejor que he tenido jamás.
Cualquiera pensaría que ha muerto y ha ido al cielo-. Sonrió lujuriosamente. -Aye,
muchacha. Te enseñaré cualquier cosa que desees saber-. Él miró la sonrisa en su cara crecer y hacer que sus ojos centelleasen. -Pero primero podemos bañarnos en la corriente y buscar algo comer. Puedo ver que lo necesitaré para mantener mis
fuerzas!-
Ella se incorporó y cubrió sus pechos mientras que tiraba de los hombros de su vestido. Él se levantó y sujetó su muñeca, tirando de ella para levantarla.
-Tú no tienes que ocultarte de mí. Deseo ver y probar a cada pulgada de ti-. Harry le deslizó su vestido y lo colgó sobre un rama. Ella le dio vuelta detrás e intentó otra vez cubrirse. Moviéndose para estar parado cerca de su espalda, él resbaló sus
manos alrededor para levantar suavemente sus pechos. Los acarició y besándole el cuello.
Él sentía un temblor ondularse a través del cuerpo femenino y le dio la vuelta de modo que pudiera besarla correctamente. Después sus lenguas jugaron, juegos de piel y de búsqueda, le deslizó la camisola de los hombros y dejó caer la enagua al suelo.
Dando un pequeño grito sorpresa, ella cubrió sus pechos con sus palmas, pero él le quitó las manos. Besó los nudillos y las puso en sus hombros para una visión sin obstáculos.
-Tendré que ver que comprarte una nueva a cambio de arruinarla-. Él se arrodilló sobre una rodilla y besó la sombra oscura caliente entre sus pechos. Presionó sus pechos contra sus mejillas, besando cada uno. Moviéndose hacia adelante a su
estómago plano, introdujo rápidamente su lengua dentro y fuera de su ombligo. Ella rió nerviosamente.
–Tengo cosquillas!-. dijo empujándolo juguetonamente lejos, y, al echar un vistazo hacia abajo en ella descubrió las piernas, jadeó. Su mirada fija siguió la suya a la evidencia sangrienta de su acto de amor manchando el interior de sus muslos.
-Nada de miedo esta es la evidencia de la rotura de tu himen, Sweetling. Vinimos juntos en un sueño y mientras deseemos mantenerlo vivo, nuestro sueño existe...
para nosotros dos-. Ella lo miró durante algunos momentos y después cabeceó.
Caminó hacia atrás, colocando las manos apretadas en puños en sus caderas. Con una mueca repentina haciéndole ojos verdes chispear como esmeraldas, ella dijo,
-La cocinera decía siempre eso “Lo que es bueno para el ganso es bueno para la gansa”, y pienso que ella tiene razón. Quítate la camisa-. Él hizo un gesto y se obligó rápidamente. En segundos la rama de al lado de ella estaba cubierta de ropas.
Él no hizo ningún movimiento de deshebillar su plaid. No tenía ningún deseo de asustar a la dulce y virginal muchacha apenas cuando él aún palpitaba.
-Bien, mi caballero ideal, qué es lo que esperas?- ella pidió, señalando en el plaid.
-No deseo asustarte, Sweetling. ¿Has visto a un hombre desnudo antes? Eso
significa ver todo el él-. Ella sacudió su cabeza y sus mejillas se volvieron de un color rosa encantador.
-Bien, entonces pienso que mejor retrasamos tu educación solo un poquito-.
Se agachó hacia abajo y la tomó en sus brazos. Dejándola en el borde del río,
le ayudó a quitar sus zapatos robustos y medias oscuras. E hizo igual con los propios caminando en las agues poco profundas solo con su falda escocesa. La sostuvo de su mano mientras que ella caminaba delicadamente en el agua.
-Esta fría-, ella dijo con un grito de asombro.
-No es tan malo una vez entras- Él se detuvo brevemente cuando el agua lamió cerca del dobladillo de su falda escocesa. -hay una zona más profunda allá.
Nadamos?-.
-Aye, pero si mi padre aún estuviera vivo, yo tendría que pedirte que no se lo dijeses. Salía furtivamente de noche con mi criada y nos bañábamos en el río. Ella me enseñó a nadar rápidamente para no ahogarme-.
Sean nunca pensó que ella hubiese tenido una criada. La creía hija de un
comerciante. ¿Quién era su visitante de la noche y de que huía? Estaba tentado de preguntárselo, pero recordando el relámpago caliente que serpeó a través de él cuando se había enterrado en ella, cambió de idea. No deseaba hacer nada que acabase con el sueño que tenían juntos. La deseaba demasiado como para dejar que
eso sucediese. La miró deslizarse en el agua y zambullirse hacia la zona profunda.
Su plaid fue deshebillado, lo sacudió sobre la orilla antes de seguirla a través del agua. Contaba con que el frío disminuyese su excitación. Nadó hasta estar detrás de ella y la tiro le contra él. Ella lanzó un grito de sorpresa y entonces rió.
Sus esperanzas de que el agua fría que humedecía su ardor lo apagasen estaban condenadas desde el momento que su piel sedosa resbaló contra la suya.
-Me gustaría tener algún jabón-, dijo ella mientras se frotaba los brazos y luego las piernas. Mientras que ella se inclinaba para frotar sus muslos limpios, su trasero presionó contra su miembro. Se endureció enérgicamente.
-Aquí, déjame ayudarte, Sweetling-. Como el agua lamía en su pecho, él levantó su brazo del agua y lo lavó con su mano. Besó su palma, el interior de su muñeca, su
codo, y la curva hueco sobre su hombro. Ella gimió, pero con un gesto, él dejó caer ese brazo y comenzó en su otro. La atención cuidadosa se trasladó a su busto. En vez de dejarla sobre sus pies, la levantó en la superficie del agua con un brazo
debajo de su cintura.
Mientras que ella flotó ante él, se inclinó abajo y acarició un pezón, duro del agua fría, en su boca. Lo aspiró y dibujó círculos alrededor de la extremidad con su lengua. Tirando de él más cerca, tomó el otro pecho dentro de su boca mientras que
resbalaba sus dedos entre sus muslos.
Ella se separó las piernas dispuesta, abriéndose a él confiada. A pesar de la
agua fría, se sentía caliente.
Deslizando el dedo medio en su interior sintió como el cuerpo de ella se apretaba alrededor de él. Dejándolo dentro de ella, él resbaló su pulgar alrededor de los dobleces del terciopelo y acarició el brote duro que esperaba su tacto. Su respiración estaba acelerada al igual que la suya. Su dedo presionó más
profundamente en su calor, circundando y sumergiéndose. Resbaló un segundo dedo
y después de un rato, un tercero.
Catherine se separó más las piernas y gimió mientras que él se hundió y la
llenó para después salir. Adoraba sentir sus manos en su piel caliente. Desbordada por la pasión, le lanzó los brazos alrededor de su cuello y presionó sus pechos contra
su pecho.
-Oh, mi caballero ideal-, ella jadeó. -quiero que me llenes. Ahora, te necesito ya dentro de mí-. Ella se retorció en el agua y se envolvió las piernas a su alrededor.
Él la levantó por su trasero hasta que pudieron besarse. Pasándole las manos a través de su pelo, ella volvió su beso con un ardor que igualó el suyo.
Él la bajó lentamente a lo largo de su pecho, con sus manos debajo de su
trasero, hasta que su polla presionó contra su pozo caliente. Con unos pocos ajustes de sus caderas, ella le animó a tomarla. Él se hundió profundamente con un empuje
rápido. Ella echó hacia atrás su cabeza y gritó con feliz sorpresa. Cuando se retiró momentáneamente, ella apretó sus piernas alrededor de su cintura y lo montó mientras que sus empujes se reanudaban haciéndose más rápidos y más profundos.
-Más, deseo más ya-.
El agua se levantó y salpicó a su alrededor con cada ondulación mientras se movían como uno solo, pero la temperatura fresca no calmó su pasión. Ella sentía los dedos fuertes levantarla de su trasero y tirar de ella de modo que sus pechos quedasen presionados contra su pecho con cada movimiento. El sonido los excitó aún
más cuando ella lo montó como un caballo corcoveante.
-Por los dioses-, él gritó.
Los géiseres fríos del agua se elevaron y salpicaron alrededor de ellos con sus empujes. El pelo mojado de Catherine golpeó contra su espalda para girar libremente otra vez cuando él se introdujo en su interior. Ella arqueó su cuerpo y se endureció mientras nada excepto el placer la llenaba. Entonces gritó exprimiéndolo
rítmicamente dentro de ella.
–Eso es, muchacha. Déjate ir!-.
Incapaz sostenerse una vez que él la sentía correrse, Harry apretó
fuertemente sus dientes contra el placer doloroso mientras que su miembro rígido bombeaba su semilla profundamente dentro de ella. Nunca había sabido tal pasión con cualquier otra mujer y siempre había dudado de ello. Saciado, se dio la vuelta y
dejó a la energía del agua que fluía sostenerlos relajándose contra ella. Ella se aflojó en sus brazos, con su frente contra su cuello.
Cuando su corazón y ritmos respiratorios se acercaron a la normalidad, ella levantó su cabeza y le besó la barbilla. Él la miró sorprendiéndose al ver que sus
labios parecían azules. Temblaba en el agua helada donde hasta unos momentos, él había pensado estar lo bastante caliente para estallar en la llamas.
-Vamos-, dijo él. -sé dónde podemos ir a calentarnos y a conseguir algo comer-.
Vadearon a la orilla y utilizaron su camisola abandonada como toalla para secarse.
-Eres tan hermoso-, ella dijo, frotando la enagua sobre su estómago.
-Los hombres no son hermosos-.
-Sí-, ella insistió. -no te soñaría de ninguna otra manera-. El trueno sonó en la distancia y ambos se detuvieron brevemente para mirar para arriba el cielo que obscurecía. El sol había detenido el brillo y ellos no habían notado. Él tomó la enagua de ella y se secó rápidamente sus brazos y piernas.
- Allí podremos jugar cuando consigamos abrigarnos. Lo Conseguiremos mejor si
estamos en movimiento-. Se vistieron y recogieron sus cosas en orden rápidamente.
El fuego había disminuido desde que se habían ido, pero Harry lo cubrió con suciedad.
Cortando un rama de un árbol, él barrió lejos la evidencia del sitio de acampada.
Él miraba detrás mientras que dejaron y decidían que a excepción de los ojos agudos de sus hombres en los brazos, nadie sabrían que habían parado allí. La tormenta se había movido encima rápidamente y ambos estarían calados para cuando
lograran llegar pabellón de caza.
Había solamente dos caballos presentes en los que montaron hasta la enorme puerta abierta del establo. Segundos después, un viejo hombre de cano se movió en la parte posterior de la casa de campo en el establo. Él respiraba difícilmente con el esfuerzo que él había puesto en llegar corriendo. Él se dobló encima, con sus
manos en sus muslos, intentando tomar su respiración.
-Lo siento, sir-, él dijo. -No teníamos ni idea de que vendríais aquí hoy-.
-Hemos parado durante un día o dos antes de que nos resfriemos, Matty. Estamos empapados mojados y lo bastante hambrientos como para comernos a una de estas agotadas bestias -. Sean se curvó hacia Catherine aunque quisiera, no podría
presentarla. El único nombre que tenía para ella era el que le había dado, su Sweetling.
-Cuidaré de los caballos. Si pasan adentro mi esposa los conducirá para arriba. Ella estará contenta de que estén aquí-.
-Gracias, Matty-, dijo Harry.
Catherine pensó que su caballero ideal se parecía en modos ... casi grosero. Él asió su paquete junto con sus el propio y tomó el codo de Catherine con su mano libre. Juntos entraron en la casa de campo. Ella estaba asombrada de que él entrase
dentro como si fuese de la zona. Él la condujo directamente arriba donde
encontraron a la esposa de Matty, Margaret, en un dormitorio enorme donde hacía la cama con lino fresco.
La mujer sorprendió Catherine abrazando Harry como si él fuera un pariente ...
o por lo menos tratándolo con más familiaridad que la mayoría al dar la bienvenida a un huésped. Harry tenía ciertamente amigos agradables.
Catherine hizo una pausa, frotándose las manos juntas mientras miraba
alrededor del cuarto. La cama era tan enorme que ella estaba segura de que los pies de su caballero ideal no colgarían sobre el extremo. Sonrió con el pensamiento divino de un baño de agua caliente y de una noche en una cama verdadera.
-En qué sitio pongo a la señora?-. Margaret pidió.
–En ningunos con excepción de este. No he venido aquí para darte ya más trabajo-.
Él hizo muecas y agregó, -pero estamos muertos de hambre. Piensas que podrías juntar un poco de la cena para nosotros?-.
-Claro que podría. Conseguiré también ropas secas y estarán listas para entonces.
Margaret se dio vuelta para seguir las órdenes y Sean dijo en voz alta su nombre. -
una más cosa, y es lo más importante. Cuando Matty venga de los establos,
apreciaría que se lo digas a él también-.
-Aye, y porqué es eso?-
-No estamos aquí para nadie -, dijo. Margaret inclinó su cabeza y miraba de él a Catherine, el ceño nunca que dejaba su cara.
-Usted no está aquí?-.
-Correcto-. Él le guiñó un ojo y sonrió más ampliamente. -si cualquier persona viene por aquí cerca a buscarnos, no estamos-. El ceño del ama de casa duró solamente un
segundo más. Ella hizo una mueca repentinamente sonriendo ampliamente al darse cuenta de a lo que se refería.
-Ach, ahora lo veo. Nadie debe saber que los dos están aquí-.
-Haremos nuestro mejor intento para permanecer fuera de vista-. Ella rió y caminó del cuarto. Su risa se podría oír del pasillo y la escalera mientras que ella cerraba la puerta e iba abajo a la cocina. Catherine no tenía un pensamiento uniforme sobre el
hecho de que habría gente buscándola. Le encantaba también satisfacer al caballero de sus sueños. Pero sabía demasiado bien que pronto vendría la cruda realidad con
su carga de tristeza a inmiscuirse tan pronto como dejara de soñar.

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