-¿Crees que traer a Jeno fue una buena idea? -susurró Xiaojun en el oído de Doyoung, mientras esperaban en la acera a que Yuta y Jeno bajaran de la parte trasera del auto que los Seo habían enviado para recogerlo.
Doyoung miró a su apuesto amigo. Xiaojun llevaba el pelo suelto en una melena larga y ondulada a través de sus hombros, una camiseta café de cuello alto y una chaqueta de color café con leche que le quedaban bien y parecía casual y relajado en comparación con su propio traje verde oscuro y camisa blanca. Al menos Yuta también llevaba puesto un traje color rojo baya, que junto a su pelo blanco y barba recortada, lo hacían verse como una versión más delgada y apuesta del cuento de Santa Claus del Viejo Mundo.
Doyoung vio hacia la casa de Youngho, mejor dicho, mansión, preguntándose cómo demonios la antigua familia Seo, había encontrado piezas tan grandes de granito para la fachada, y cómo las habían transportado hasta allí. La casa parecía fría desde el exterior, pero Youngho no había parecido ser un hombre frío, como tampoco lo pareció su papá cuando lo invitó por teléfono.
-Jeno es el guardaespaldas del grupo -murmuró Doyoung-. Dudo que vaya a tener que contratarlo, pero no quiero que piensen que estoy indefenso.
-¿Qué crees que van a hacerte? ¿Secuestrarte y obligarte a consumar la imprimación?
Doyoung resopló suavemente.
Xiaojun continuó: -¿Y que van a cometer el delito durante la primera fiesta de otoño?
-No, pero no quiero correr ningún riesgo. Además, Jeno es parte de mi vida. Minseok, el papá de Youngho, dijo que invitara a mis amigos más cercanos. Y esos son ustedes tres.
-Sí, pero Jeno es un alfa. El alfa del que has escrito poemas. ¿El que te ha ayudado en cuántos celos?
Doyoung se encogió de hombros, esperando que su estómago inestable no lo hiciera vomitar en los arbustos. -Si quieren que firme el contrato, tendrán que aceptarlos a todos ustedes. ¿No es eso lo que me dijo Yuta tan sólo hace unos días?
-Estás asustado. -Xiaojun le puso un brazo protector alrededor de sus hombros-. Está bien. Estás conmigo.
Doyoung puso los ojos en blanco y se deshizo del brazo de Xiaojun.
-Youngho está tomando tranquilizantes alfa. Todo debería estar bien.
-¿Incluso con Jeno aquí? -preguntó Xiaojun de nuevo, claramente pensando que Doyoung se había excedido en traerlo.
-Especialmente con Jeno aquí -dijo el aludido, sonando su voz profunda y confortable en el oído de Doyoung, quien se volvió a verlo, enderezando su sencillo traje gris y corbata negra-. Entremos, señores. No hay que perder el tiempo.
Doyoung guió el camino por el sendero, con Jeno detrás de él, y Yuta y Xiaojun siguiéndolos con los brazos entrelazados. Siempre la pareja enamorada. Si no fueran tan amigos, la envidia que sentía por ellos se volvería tóxica.
La casa se erguía imponente a pesar de ser de sólo tres pisos, con la planta superior aparentando ser un ático. Era la parte frontal de granito y las amplias ventanas mirándolos hacia abajo como ojos blancos, lo que le daba un aire tan majestuoso. Al menos las ventanas en la parte inferior estaban iluminadas con luces cálidas, como miel derramándose sobre el césped bien cuidado.
La puerta principal se abrió antes de que tuvieran la oportunidad de tocar el timbre. Doyoung no sabía lo que había estado esperando, posiblemente a un sirviente beta o incluso al propio Minseok... pero que Doyoung fuera el que estuviera en la puerta, lo tomó por sorpresa. Se quedó inmóvil en los escalones de la entrada, con el corazón latiendo contra sus costillas, gimiendo al sentir un pequeño y cálido desliz de lubricante humedeciendo su trasero.