Capítulo 19. Navidad con el equipo, y Bruno

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Cuando dieron las 2 de la tarde, Damon, mamá e Ethan fueron a la ciudad a ver cosas por la navidad, dándonos espacio para que vinieran nuestros amigos, o sea, todo el equipo y Bruno. Ellos llegaron poco antes de las 3, excepto Bruno y Enzo que llegaron un poco después de las 3.

Estuvimos un rato con el equipo hablando de cualquier cosa, Sabrina que se había ligado a Matt paso un buen rato riéndose de él fingiendo que se había enamorado.

—Vamos, Matty, sabes que te gusto, puedo hacer eso con mi lengua otra vez, o todas las veces que quieras —dijo Sabri viendo la cara de horror de Matt.

—Basta, Sabrina, que después va a dejar el equipo solo para evitarte —respondió Isaac riendo.

—Oigan, ¿no creen que deberíamos jugar verdad o reto? —dijo Jude sonriendo.

—Bien, entonces, Jude, ¿verdad o reto? —respondió Bruno viéndola directamente.

—Reto, obviamente.

—Te reto a besar a el chico más guapo de aquí.

Entonces paso la cosa que menos esperaba en todo el mundo, Jude beso a Kayden, no fue un pico, fue un beso bien dado, con lengua.

—Bien, Bruno, ¿verdad o reto?

—Verdad.

—¿Tienes algo con alguien de aquí?

Todos esperaban que dijera que estaba conmigo, lo que no esperaban fuera que Bruno, Enzo y yo nos besáramos justo delante de ellos, los tres juntos.

—Espero que eso responda tu pregunta —dijo Bruno sonriendo.

Pasamos un rato más jugando hasta que yo me fui a mi cuarto acompañada de Bruno y Enzo.

—Bueno, yo quiero darles algo especial a los dos. —Les di a cada uno un pequeño collar que compré cuando iba por los legos de Ethan.

Ellos los vieron, se los pusieron mutuamente mientras me veían.

—¿Y el tuyo?

—Yo no me puedo autorregalar un collar.

Me besaron.

Me besaron en serio, me besaron como si el mundo se acabara si no me besaban, fue el mejor beso que había tenido jamás.

En algún punto nos cansamos de besarnos, no sé cómo, pero las manos de Enzo terminan tocando la piel de mi cintura mientras su rostro descansa en el hombro de Bruno.

Ellos sonríen, pero su toque en mi cintura esta tan cerca de mis cicatrices que me veo obligada a apartarme, haciendo que ambos se me queden viendo extrañados. No es fácil explicar lo que has vivido o los miles de traumas que te han dejado, así que simplemente sonrío mientras les digo que todo está bien.

—Amor, sé que algo no está bien, ¿qué pasó? —dice Bruno.

—Yo... Enzo estaba tocando mi cintura y él no sabe sobre "eso".

La verdad, es muy extraño decir que te cortas, no hay una forma en la que no resulte incomoda y extraña. Me he dado cuenta de que Bruno no muestra mucho sus cicatrices, pero tampoco le molesta cuando la gente las ve, sin embargo, yo estoy aterrada, no me gusta que nadie pueda pensar que hay en mi mente, y nada lo refleja mejor que eso.

—¿Eso? —La curiosidad tiñe la voz de Enzo, mientras nos mira a los dos.

—¿Els, quieres decirlo tú o prefieres que yo lo haga?

—Tú, por favor.

Me quedo varios segundos, expectante, porque no sé qué es lo que va a decir Bruno, tiene su chaqueta puesta y se rasca un poco la mano antes de explicarle a Enzo lo que pasa.

—Elsie y yo tenemos cicatrices.

—¿Les paso algo?

—Sí, pero no exactamente. Nosotros nos cortamos —digo yo generando un silencio sepulcral en la habitación.

Enzo me mira, pero yo no puedo hacer más que ver mis pies, mientras Bruno sigue rascándose nervioso la muñeca.

—¿Por qué no me lo dijeron antes?

—No es precisamente algo de lo que sentirte orgulloso, la gente siempre te mira diferente cuando lo descubre.

No sé cuánto tiempo pasa hasta que Enzo vuelve a abrir la boca, aunque dice algo que no quiero escuchar, sé que es probablemente algo que tanto Bruno como yo necesitábamos.

—Quiero que ambos dejen de hacerlo, siempre que quieran hacerlo llámenme, así sean las 3 de la mañana. No importa qué, no quiero que lo vuelvan a hacer. No soy alguien a quién le guste decir que hacer o no a los demás, pero no pueden seguir haciéndose daño a ustedes mismos.

Ambos lo aceptamos, y por primera vez, me quito la chamarra enfrente de Enzo, al igual que Bruno. Pasamos un rato más hablando de cualquier cosa que no sea esa, besándonos como si eso fuera a solucionar todo.

Enzo no hace más preguntas, no quiere presionarnos, o tal vez no quiere oírnos, pero sea cual sea agradezco por dentro no tener que explicar las cosas, no tener que explicar el cómo o el porqué. 

Ea, otro capítulo por si me extrañaban

La Chica de ArcillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora