9.

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—Entonces… ¡Ella dijo que sería la señora Pyrgos! —gritó un muy desconsolado Qin sentado en un sillón, mientras sollozaba a más no poder, era la primera vez en años que se sentía así de mal ¿Por qué le afectaba ó importaba que Hades se casara? Ellos no eran nada, solo un par de acostones nada más, no amor, no cariño. Sin relación alguna —. ¡Dime! ¡¿Qué tiene ella que yo no tenga?! —tomó un pañuelo de la caja que tenía a su par y se sonó la nariz.

—Ya, ya… —lucifer le dió una que otra palmadita en la espalda. Después de las seis de la tarde, Qin regresó de su  trabajo y rompió en llanto, diciendo no sé que, algo sobre un matrimonio con un desconocido —. Calma… Hades es un idiota… —trató de consolar, a decir verdad, jamás tuvo que consolar a ninguno de sus amigos en el campo amoroso, para iniciar, dos de ellos eran alfas, y los otros dos restantes eran Omegas que jamás hablaban con él de sus relaciones ó como se sentían emocionalmente—. No te lamentes… —Qin volvió a llorar más, ver a ese maldito de verdad le afectó, ahora comprendía perfectamente a Belcebú.

—¡Pero…! ¡Pero! ¡Me gusta! ¡Me gusta realmente! ¡Y cuando se case ya no volveré a estar con él! —chilló, mientras se  frotaba los ojos con la manga de su camisa de tela —. No soy de compromisos… pero, sentí que este era el bueno… ¡Pero no! ¡Es un bastardo! —se paró de su asiento, realmente se notaba muy enojado —. ¡¿Dónde está Beel y su muñeco?! —gritó a regañadientes, extrañando por completo a Lucifer, jamás había visto a Qin tan enojado.

Dios…. mío….Adamas… —gimió Belcebú al sentir como los dedos de Adamas entraban y salían de su agujero, a decir verdad, este sujeto era muy complaciente, tan complaciente que incluso lo hacía estremecer. A Hades jamás le importó su placer, el albino solo buscaba satisfacer su líbido nada más —. ¡Sí! ¡Sí! —el cabello rojo había escupido en su orificio y había comenzado a jugar con su cavidad trasera, mezclaba su saliva bien. Sus mejillas le ardían y se habían teñido de rojo.

—Beel… —gruñó Adamas, aunque al principio creyó que lo estaba haciendo bien, después de un rato, se dió cuenta del porque Belcebú actuaba tan excitado, su celo había llegado, y con cualquier toque a su cuerpo, el Omega de cabello negro se sentía extasiado —. Beel… —le sacó sus dedos, al ver que el Omega no paraba de estremecer —. ¿Estás bien?

Adamas… más por favor, deja ir toda tu semilla en mí… házmelo, házmelo hasta que pienses que me has embarazado… —sus súplicas eran extrañas, más de lo habitual, por ello sabía que Belcebú estaba en celo y él haciéndoselo sin condón. El alfa rápidamente comenzó a vestirse, sabía que le había dicho a Belcebú que compartirían su celo, pero no podía, no aquí, detrás de la universidad.  El Omega estaba demasiado excitado, tal vez debería llevarlo a casa y de paso comprar unos condones en el camino —. ¿Qué? ¿Qué haces? —cuestionó al ver que ese sujeto se había comenzado a vestir y ahora lo estaba vistiendo a él, Belcebú estaba tan urgido que no podía creer que este sujeto no quisiera tocarlo —. ¡No! ¡Creí que! ¡Creí que lo íbamos ha hacer! —protestó bastante molesto, al parecer Adamas ya había perdido todo interés en él. Y aunque trató de alejar las manos de Adamas de él, no pudo, ese alfa le terminó poniendo los pantalones a la fuerza —. ¡Oye! —se quejó al sentir el fuerte agarre de ese sujeto, que lo levantó de la manta donde lo estaban haciendo. Adamas lo jaloneaba y él no sabía el porque —. ¡No! Quiero hacerlo aquí… —confesó, no había nada más excitante que hacerlo en un bosque en medio de la noche, sin duda era una de sus fantasías. Adamas que lo estaba llevando hacia su auto a la fuerza se giró para verlo.

—Lo haremos… Beel, pero en tu casa… y con protección… —confesó, Belcebú de inmediato se indignó  ¿Acaso Adamas pensaba que era igual a Qin y a Poseidón? ¿Un baño público? ¿Qué se dejaban someter por cualquiera? El Omega de inmediato se soltó de su agarre y lo empujó.

El arte de lo absurdo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora