13.

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—Dime nuevamente… ¿Cómo conseguiste un anillo de diamantes con tu sueldo? —habló un Belcebú bastante desconcertado, sabía perfectamente que Qin era mesero y ni con el salario de un año le alcanzaba para pagar ese anillo, debía de haber algo mal. Le encantaría decir que es falso, pero no, la plata y la piedra del anillo eran reales.  Tal vez Qin se endeudó por una tontería así, pero no, el banco no le daría un préstamo con su trabajo. De verdad, no sabía que pensar.

Qin sonrió mientras aún le seguía enseñando su mano a Belcebú, era  una bonita mañana de domingo. La verdad, jamás pensó que Hades aceptaría su propuesta, de casarse con él. En defensa de Qin, él solo se lo dijo para que lo dejase en paz, pero para su sorpresa Hades aceptó. Esta mañana, muy temprano, antes de que todo mundo despertara. La puerta sonó y él fue a ver quien era, solamente para encontrarse con el albino que llevaba una pequeña caja en mano.

Hades se arrodilló ante él y abrió la caja, diciendo que cumpliría su parte del trato y se casarían mañana, pero debía ser un secreto, ya que, su padre no aprobaba su relación. Qin no muy conforme con esto, aceptó el anillo y accedió a verlo mañana.

—Las cosas pasan…. iba caminando ayer….con Lucifer, y lo vi tirado en el suelo —sonrió.

—¿Cuándo? —habló un desconcertado Lucifer ¿De que estaba hablando Qin? ¿Cuándo encontraron ellos ese anillo de regreso a casa?

—Tú estabas muy cansado y no te diste cuenta de cuando pasó… —habló a regaña dientes. Lucifer se encogió de hombros, entendió perfectamente el mensaje de Qin "Sígueme la corriente".

—Cierto… —y después de decir eso, tomó su tazón de cereal y se sentó en la mesa del comedor, en un buen lugar para seguir viendo a esos dos sujetos discutir encima de su cama (el sofá) —. ¿Y cómo lo pasaste ayer, Beel? —Belcebú de inmediato se sonrojó al recordar lo que Adamas y él estuvieron haciendo en su habitación —. Qin nos hizo salir ayer, por qué al parecer no le gustan tus hormonas de Celo….—se quejó —. Yo quería quedarme a ver una película, pero Qin dijo; "No, Beel está sensible ó algo así, mejor vamos a comer fuera". Así que ¿Cómo estás Beel? ¿Aún te sientes mal? —lo vió fijamente.

—Estoy bien, Lucifer, no te preocupes… —sonrió de forma tenue, mientras que Qin sonrió de forma burlona.

—Claro que sí, Beel. Estás muy bien… —añadió, haciendo que el rostro de Belcebú se pusiera rojo.

—¡No!  ¡Suéltame! —gritó un muy aterrado Sasaki, desde ayer, había Sido subido a un auto en contra de su voluntad. Esos sujetos lo ataron y le taparon los ojos, solamente para después, meterlo en una habitación y encerrarlo. El pobre alfa aún seguía atado de pies y manos encima de una cama.  Sasaki estaba aterrado, un loco lo había capturado ¿Pero por qué? ¿Por qué a él? ¿Él que hizo? —. ¡Soy pobre! ¡Mis padres no tienen para pagar un rescate! —gritó, no sabía si esa persona lo escucharía y lo dejaría ir. Estaba muy aterrado y angustiado.

Cuando en eso, la puerta de la habitación se abrió y  ese sujeto entró. Ese sujeto de cabellos dorados y ojos lapislázuli. Poseidón lo veía seriamente, tener tantos sujetos a sus pies tenía sus ventajas. Sasaki abrió los ojos como platos ¿Qué hacía ese sujeto aquí? Poseidón caminó alrededor de la cama, mientras Sasaki con una expresión de terror lo seguía con los ojos. Si ese sujeto no era de él, no sería de nadie. Poseidón lo veía fulminante, como un cazador a su presa.

—Oye… —habló Sasaki muy sonrojado al ver que ese Omega se quitaba la camisa, dejando su pecho expuesto. El alfa de inmediato se estremeció ¿Qué demonios estaba haciendo ese sujeto? —. ¿Qué…? ¿Qué estás haciendo? —el rubio ese se había posicionado encima de él, en la cama. De verdad, esto se sentía muy incómodo. El alfa desviaba la vista de él ¿Acaso ese sujeto lo secuestró solamente para hacer esto? —. Yo creo que eres un hermoso Omega y todo eso… —sonrió nervioso al ver que el rubio sin decir nada comenzaba a alzarle la camisa un poco —. Pero… no, no creo que debas hacerlo conmigo… ¡Por favor! ¡¿Podrías parar?!—gritó al ver cómo el rubio ese, comenzó a abrirle los pantalones y a dejar su miembro expuesto.

El arte de lo absurdo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora