3.

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—No puedo creer que hayas peleado con Belcebú por haber terminado con Adamas… —regañó un albino mientras tenía ambas manos en el volante de su auto, ahora y por el momento Hades iba conduciendo. En el asiento del copiloto iba Poseidón con los brazos cruzados y el ceño fruncido, bueno, un sermón de Hades era mucho mejor que pasar toda la noche en una celda con un par de extraños. En la parte trasera iba Qin guardando silencio; aunque el sujeto de cabellos blancos le pareció muy bien parecido, según Belcebú, era todo un Casanova que no le gustaba el compromiso —. Y encima… arrastraste a un pobre muchacho contigo….—vió por el retrovisor al Omega de cabello negro, que a decir verdad; no lucía tan mal, tenía unos hermosos ojos y uno que otro rasgo facial que le llamaba la atención, sin duda era mucho mejor que cualquier otra conquista que haya tenido —. ¿Cómo te llamas? —cuestionó Hades sin voltearlo a ver. Qin sonrió nervioso.

—Qin… —confesó, sin duda, el tipo más atractivo que haya podido ver.

—Qin… ¿Eres nuevo por aquí? Jamás te había visto, Según sé, fuiste a la fiesta de la universidad…

—Sí… de hecho así es… estudio profesorado en Educación primaria… —confesó orgulloso —. ¿Y tú? Déjame adivinar ¿Derecho? —según Belcebú, el padre de Poseidón era el dueño de un buffette de abogados, así que, como Poseidón había escogido esa carrera, pensó que Hades también (como si fuese una especie de tradición familiar). Hades sonrió y negó.

—Veo que Poseidón te estuvo contando de nuestra familia. Y no… estudio medicina… ser abogado sin duda no es lo mío, no metería las manos al fuego por un criminal… —agregó —. Pero que bien que pienses en los niños… ellos van a ser muy afortunados de tener un maestro como tú.

—Así que… ¿Así es como funciona? —cuestionó Qin, extrañando a Hades.

—¿Funciona qué…?

—Ya sabes… tu medio de conquista, me preguntas cosas sobre mí, me halagas y después esperas que vaya a tu cama… —el albino arrugó la frente ¿Qué demonios le había dicho Belcebú a ese sujeto?

—¿Hablaste con Belcebú, eh? —añadió sin dejar de ver hacia enfrente —. ¿Y qué más mentiras te dijo sobre mí? ¿Te dijo que también mojo la cama y creo en Santa Claus? —rió burlón —. No soy tan mala persona… solo soy un espíritu libre, no me gusta estar atado a nadie y tampoco que alguien esté atado a mí. Pero al parecer, a Belcebú eso no le pareció… quiero decir, después de que terminé con él, le hizo lo mismo a mi otro hermano… —Qin se encogió de hombros..

—¿Ser Espíritu libre? Así que… ¿Así es como te gusta? Y a decir verdad, si le hubieras dejado muy en claro a Belcebú que no querías una relación con compromisos, él talvez no se hubiera metido con tu hermano y no habría jugado con sus sentimientos….—habló a la defensiva —. Créeme, yo sé más que nada sobre tener una relación sin compromisos, siempre les digo que pueden tenerme por un rato, pero nada más, de ahí, no nos conocemos ni sabemos nuestros nombres —aclaró.

—Ya veo… —habló el albino con una sonrisa triunfante en el rostro —. Así que… ¿Te gustaría tener mi número por si acaso quieres tener ese tipo de relaciones libres? —Qin sonrió, sonaba a una oferta bastante tentadora ¿Cómo podría decirle que no a ese sujeto?

—Claro que me encantaría… pero tendrás que llevarme a cenar antes…

—¿En serio están haciendo esto enfrente de mí? —regañó Poseidón que había sido testigo de esta conversación tan penosa. Hades rió, por un momento olvidó que su hermano estaba con ellos —. Déjame aquí, prefiero pagar un taxi que seguir oyendo esto… —murmuró de mala gana.

—Calma Poseidón. Estamos a unas pocas calles de casa… —a decir verdad, planeaba dejar a su hermano en casa y luego irse con ese sujeto a un hotel —. Sé paciente…

El arte de lo absurdo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora