III. La horca

371 50 6
                                    

⠀⠀ ⠀⠀ ⠀⠀

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


⠀⠀ ⠀⠀ ⠀⠀

⠀⠀ ⠀⠀ ⠀⠀
CAPÍTULO 3

⠀⠀ ⠀⠀ ⠀⠀

⠀⠀ ⠀⠀ ⠀⠀

⠀⠀ ⠀⠀ ⠀⠀

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


⠀⠀ ⠀⠀ ⠀⠀

LA HORCA

⠀⠀ ⠀⠀ ⠀⠀

⠀⠀ ⠀⠀ ⠀⠀A Roos no le caía bien Benedict. De hecho, le detestaba.
Él fue uno de los primeros en ridiculizarla por su cabello cuando era niña, pero también fue el primero de muchos en desearla por la misma razón.

El hombre era un ser hambriento que creía en la degradación como primer paso para la conquista. Y Ben lo mostró con mayor claridad cuando Roos cumplió los quince.
Los chicos que se burlaban de ella por la calle eran los mismos que la buscaban en la noche como cachorros necesitados. Fue en ese entonces cuando Roos comprendió el poder de atracción (tanto buena como mala) de su cabello rosado. Fue entonces cuando comenzó a sentir algo de poder en sus manos.

—¿Sabes quién lo hizo? —la voz rasposa del muchacho en su oído le obligó a contraer sus facciones. La fría nariz de Benedict se hundió en su cuello y ella fingió suspirar de placer ante todo lo que estaba aconteciendo.

Roos simplemente asintió con los labios y los muslos apretados—. Uno de los chicos de la fábrica del norte… Quién no me tiene tanto aprecio como tú.

Ben sonrió de forma complaciente y le robó un par de feroces besos que echaban el cuerpo de la pelirosa hacia la pared. Ella se sujetó de su espalda, hundiendo sus dedos contra el uniforme de agente de la paz, el cual estaba segura de haber confeccionado con sus propias y jóvenes manos meses atrás. Sintió ganas de vomitar.

—Lo pagará con la horca —farfulló entre jadeos como si fuera la cosa más dulce que pudiera salir de su boca. Roos sonrió contenta. Al fin y al cabo, eso era todo lo que quería.

𝐑𝐎𝐒𝐀𝐒 𝐄𝐍 𝐋𝐀 𝐍𝐈𝐄𝐕𝐄 | Coriolanus SnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora