IV. Un maldito pañuelo

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CAPÍTULO 4
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⠀⠀ ⠀⠀ ⠀⠀CAPÍTULO 4⠀⠀ ⠀⠀ ⠀⠀

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UN MALDITO PAÑUELO
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⠀⠀ ⠀⠀ ⠀⠀Era necesario comparar lo bueno con lo malo cuando te encontrabas en una situación de la que querías librarte, para así tener en cuenta las consecuencias y los cambios que aquello supondría. Roos solía hacerse recordar lo bueno para aguantar lo malo. Pero día a día, aquello era mucho más complicado.

—¡Tengo hambre!

Cerró los ojos, manteniendo las tijeras en su mano mientras recapitulaba todo aquello que la mantenía a flote en aquel mar de humo tóxico que era el distrito 8.
Tenía una casa propia, algo más grande que la de los demás ciudadanos y eso era gratificante en algún sentido. Aunque por dentro fuera un completo desastre y tuviera que compartir el espacio con su madre.

—¡Sacarme de aquí!

También contaba con un trabajo extra que sí la entretenía y gustaba. Otro lugar del que sacar dinero para sobrevivir día a día. Claro, si es que alguien siquiera se atreviera a cruzar la puerta del local.

—¡Este no es mi lugar! ¡Devuélvanme al Capitolio!

Existía Carolina, su amiga. Ella era suficiente para mantener su cordura... ¿verdad? Siempre que no recordara cómo había perdido a otra de sus amigas en los juegos del hambre y, con ella, el poco de humanidad que le quedaba.

—¡Ren, haz algo!

Un pequeño maullido obligó a Roos a abrir los ojos, los cuales ya estaban llenos de lágrimas frustradas. El gato se paseó entre sus brazos y fue entonces cuando la chica se dió cuenta de que había sangre en su mano, justo donde estaba sujetando las tijeras con fuerza.

𝐑𝐎𝐒𝐀𝐒 𝐄𝐍 𝐋𝐀 𝐍𝐈𝐄𝐕𝐄 | Coriolanus SnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora