Osiris

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Capítulo 1: "Preguntas".

Y aquí estamos una vez más.

Bien. La siguiente protagonista que voy a presentarte se llama Osiris. Pertenece a la especie de los dragones, sin embargo ella misma no termina de verse de esa manera, pues pertenece a una familia que no puede transformarse en uno. Por supuesto no es la única, hay varias familias de dragones que hoy en día no pueden transformarse y a cambio tienen una magia especial, razón por la cual fue escogida para ser la pupila del joven rey de los dragones.

Para que puedas hacerte una idea, Osiris es bajita, con un cuerpo robusto y curvas marcadas. Su piel es un poco más oscura de la media, entre blanca y morena. Su pelo, liso y largo, de color violeta y sus ojos, grandes y rasgados, cautivadores cuanto menos no solo por su forma, sino por sus colores, mieles y rosas. Su boca promedio, sus cejas finas y su nariz pequeña son rasgos realmente llamativos de ella, pero sin duda una de las cosas que más la caracterizan es su broche de fantasma, broche que siempre lleva puesto en su pelo.

Pero su apariencia no es lo que llamó la atención de su rey, fue su personalidad: valiente y coqueta, con un carácter semejante al de un dragón salvaje lo que le hizo al rey tomar la decisión de tomarla como una de sus tres aprendices.

Y no se equivocó pues es una chica realmente aplicada a sus estudios, cosa que hace como muestra de agradecimiento a su rey, tal y como podemos comprobar ahora. Ahí está Osiris, pegada a su libro de magia, en su habitación, muy concentrada al parecer. ¿Qué será lo que repasa?

—Vale. Entonces, lo que yo uso es la energía de los agujeros negros, pero no la materia de la que están hechos, ¿no? —Ah no sé, tú sabrás chica. Espera, ¿agujeros negros?

—Por eso es que es morado azulado y parece fuego. Entiendo. —Yo no, pero vale—. Entonces, ¡ya está! Esa es la respuesta a la pregunta del rey Náfiro. Tiene ese color porque es un tipo de energía muy densa que absorbe los restos de luz que lo hacen brillar, entonces por la noche sigue siendo visible por venir de un suceso astrológico tan grande y poderoso que por la fricción del polvo de estrellas que lo rodea sigue emitiendo luz. ¡Ahora lo entiendo! —Pues yo estoy todavía más perdido si cabe.

Cerré el libro y me dispuse a salir corriendo en dirección de los aposentos del rey para poder darle la respuesta a su pregunta el mediodía. Como estábamos un poco desmotivados decidió plantearnos una pregunta distinta a cada uno acerca de nuestros poderes. La mía fue "¿Cuál es el motivo por el que tus poderes desprenden luz si su función es absorber materia?" Luego optó por complicarla más aún con otra pregunta: "¿Por qué razón brilla incluso más cuando es de noche?" Llevo todo el día estudiando sobre ello —empiezo a entender la situación, Osiris no estaba repasando, sino investigando— y ya es de noche, pero necesito hacerle saber que ya obtuve la respuesta.

Sin embargo mi objetivo se vió truncado cuando me topé de frente con Luka, el tercer pupilo del rey, un portador de piedra que al parecer no nos soporta ni a mi, ni al otro pupilo, Milán. Siempre que puede se aleja de nosotros y trata de estar por encima. La verdad es que es un poco antipático y desconozco la razón pero yo siempre que puedo lo ignoro —me parece a mí que ahora lo tienes complicado—.

—¿Qué haces aquí? ¿A dónde vas a estas horas Osiris? Deberías estar en tu habitación resolviendo las preguntas que te planteó el rey —aunque esté hablando de forma educada, puedo asegurar que está usando un tono bastante despectivo.

Pues si que es antipático.

—Ya las he resuelto Luka y podría preguntarte lo mismo. Voy de camino a darle las respuestas —Le respondí con calma pero cortante.

—No tendría por qué responderte, pero ya que lo mencionas, vengo de verlo. Hace rato que le dí mis respuestas bonita —bonita. Qué asco de persona y solo ha hablado dos veces— y parecía bastante contento con ello. Que decepcionante que ni tú ni el lerdo de Milán hayan podido resolverlo antes —eso me hizo cabrear y querer darle un puñetazo en toda la cara —por favor hazlo— pero me contuve pensando en que al menos su forma de despreciarme era... ¿cordial? —si es que se le puede llamar así...— Al menos no me insultaba directamente como hace con Milán todo el rato. En serio, todo el rato.

—Mira Luka, no voy a entrar en tu juego, mis preguntas han sido más un trabajo de investigación que de pensar. Por eso he tardado más, pero no me importa porque tengo la respuesta y he aprendido algo nuevo. ¿Cuáles eran tus preguntas? ¡Ah, sí! "¿Qué relación tienen las piedras dragón con la transformación?" y "¿Por qué hay que usar una única piedra en específico?" Esas preguntas hasta un niño puede resolverlas —si tú lo dices— solo con observar su piedra y a los dragones salvajes. ¿Por qué te ha llevado tanto tiempo? —Sonreí orgullosa por mi respuesta—.

Una voz femenina a su espalda resopló —o refunfuñó— y apareció con una mueca en lugar de una sonrisa, a punto de soltar algo que seguramente me hará estallar contra ambos.

Ojalá y estalles chica porque les hace falta un golpe o dos.

Bueno, dejando de lado lo claramente mal que me ha caído Lukas, es el momento de cortar por aquí el comienzo de la historia de Osiris. Sé que ha sido un poco más corta que las anteriores pero, ¿qué tal? Está entretenida, ¿verdad? Pues hay que prepararse para empezar la siguiente y última de las historias. ¡Andando!

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