Maykol

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Capítulo 2: “Rumores”.

Aquí estamos otra vez. En Disboard, continuaremos justo por donde lo dejamos, más o menos.
Por si acaso voy a resumir el capítulo anterior. Makyol Gautier, 4º príncipe de Disboard tuvo su presentación e introducción. Conocimos a sus hermanos mayores —Zacarías alias el capullo, Damián y Selene— y a sus hermanos pequeños —Izan, Dylan y Safía— quienes también tuvieron su pequeña presentación y descubrimos que las relaciones entre ellos eran un tanto complicadas.
Ahora mismo, Selene lleva de la mano a Safía y Maykol en dirección al salón del trono donde sus padres aguardan para la reunión con los nobles —mencionada en el capítulo anterior— quienes aún —por suerte— no habían aparecido.
—Ya estamos aquí, siento la tardanza —dijo Selene con una leve reverencia hacia mis padres.
—Ya estamos listos, padre, madre —yo también hice una reverencia y el resto de mis hermanos nos imitaron.
—Tranquilos, los nobles aún no han llegado. Descansad un poco —mi madre nos sonrió sinceramente.
—¿Por qué habéis tardado tanto? ¿Ha ocurrido algo? ¿Estás bien Maykol? —El tono firme pero preocupado de mi padre me hizo saber que no estaba enfadado. Aunque esto hizo que Zacarías soltara un bufido. Lo miré de reojo momentáneamente y respondí.
—Sí padre, estoy bien, solo estaba en los jardines pintando y me olvidé completamente del tiempo. Lo siento —mi padre asintió como respuesta.
—Pero tenéis caras largas y ceños fruncidos. ¿Zacarías, habéis vuelto a discutir? —La pregunta de mi madre nos sorprendió a todos.
Deduzco que por nuestras expresiones mi madre obtuvo su respuesta ya que antes de que alguno dijera nada ella suspiró.
—Tratad de comportaros, ¿de acuerdo?
Todos asentimos al unísono. Todos menos Zacarías que simplemente desvió la cara a un lado en señal de respuesta, haciendo que mi madre volviese a suspirar.
Menudo idiota. ¿Y este se supone que es el príncipe heredero de Disboard que tiene 25 años? Menuda joya.
Nos colocamos en posición, cada uno al lado correspondiente de nuestros padres. Según el reglamento, mi padre se sienta en el trono de la izquierda, mi madre en el de la derecha. Zacarías debe colocarse de pie en el centro, justo entre los dos tronos pero un poco más atrás de estos. Damián y los mellizos van a la izquierda de mi padre en orden de mayor a menor y mis hermanas junto conmigo a la derecha de mi madre —también de mayor a menor—. Este protocolo en realidad está un poco alterado debido a que existimos los mellizos y yo. El protocolo original dicta que los hombres van al lado izquierdo del rey, el príncipe heredero un poco por detrás entre los tronos mientras que la princesa heredera va en el mismo lugar pero por delante, y las mujeres van a la derecha de la reina. Sin embargo mis padres decidieron modificarlo para ajustarlo un poco más a nosotros y por eso yo voy con mis hermanas.
Quizás sea un poco confuso pero puedo explicarlo con dos palabras: soy homosexual. Es una tontería, pero a mis padres les pareció una mejor idea que yo fuera al otro lado. ¿Tiene sentido? La verdad, para mis hermanos y yo, no, pero mis padres pensaron que estaría más cómodo o algo así y no quisimos quitarles la ilusión de ser una familia real inclusiva —palabras de mis padres, que conste—.
Que ridiculez, si al final es solo un protocolo para ocasiones puntuales. En fin, al menos han tenido el detalle, eso debe contar para algo, ¿no?
Mientras estaba perdido en mis pensamientos los nobles llegaron.
Madre y padre nos habían avisado de antemano que Umberto —el líder de la facción anti monarquía— venía preparado para provocarnos y causar una trifulca con tal de armar una guerra civil entre la monarquía, nuestros súbditos y su facción. Nos pidieron que no dijéramos nada y que simplemente los dejásemos hablar. Bien, grande fue nuestra sorpresa cuando aquellas palabras salieron de la boca de Zacarías.
Por qué será que no me sorprende.
—Llegáis tarde Umberto, líder de la facción anti monarquía.
Mis padres palidecieron, mis hermanos mayores quedaron como estatuas y mis hermanos pequeños observaban incrédulos a Zacarías, con la boca tan abierta que parecía que se les iba a caer al suelo. Por supuesto, Umberto lo notó.
Lógicamente Maykol, lógicamente.
—Sentimos la tardanza, príncipe Zacarías, tuvimos que ocuparnos de un asunto de última hora.
Zacarías estuvo apunto de responder pero intervine a tiempo.
—No se preocupe señor Umberto. Mi hermano Zacarías no es consciente de la difícil relación que tiene usted con su hija Nora, —todos se giraron a mirarme, sin saber qué hacer o decir, mientras mi hermano parecía querer arrancarme la lengua— ya que en pocas ocasiones nos ha causado algún inconveniente. Una joven preciosa, si me permite el atrevimiento. Aunque imagino que su desobediencia ante vuestra postura política debe de causaros muchos quebraderos de cabeza. Tengo entendido que ella quería ser partícipe de esta reunión, mas su postura era en apoyo y defensa de mi familia en lugar de la suya propia, ¿me equivoco?
Toma ya. Sí que sabe desenvolverse el príncipe.
La cara de Umberto era indescriptible. Parecía anonadado ante los datos que recientemente he desvelado. A su vez, parecía furioso por mi conocimiento de la situación. Lo que estaba claro es que yo poseía en mi poder algo que él no sabía y que había logrado ponerlo contra las cuerdas.
—Disculpad, señor, ¿he dicho algo incierto u ofensivo?
—¿Cómo sabes lo de mi hija?
Que irrespetuoso. ¿Se le ha olvidado que eres un príncipe o qué?
—Lo cierto es que la conozco de oídas, señor. Su hija es un tema de conversación muy común entre los nobles pro monarquía. De hecho, según he oído, su hija es conocida hasta por la clase obrera. La verdad es que eso último es un rumor, no tengo fuentes que lo contrasten pues con las últimas revueltas ocasionadas por vuestra facción se me ha prohibido pisar nuevamente y hasta nuevo aviso los barrios bajos. Por el momento mis fuentes se limitan a nobles y a burgueses.
Miré momentáneamente a Safía. Ella era en realidad la que obtenía la información directamente de los burgueses. Aunque es verdad que no se nos permitía salir del palacio, ella tenía sus métodos y yo los míos. Nunca nos han pillado, ni siquiera son conscientes de cuándo abandonamos el palacio. La cosa es que cuando ella regresa viene directamente a contarme lo que haya obtenido de los burgueses, que hasta ahora no la han reconocido. Quizás es extraño que no nos reconozcan ya que somos los príncipes del reino, ¿no? En realidad, gracias a nuestra magia, podemos alterar el color de nuestro pelo y ojos.
Todos en mi familia tenemos el pelo naranja, unos con un tono más oscuro, otros con un tono más claro, más brillante o más apagado. Lo mismo con nuestros azules ojos. Pero esto es solo debido a la magia que recorre nuestras venas. La magia divina heredada de nuestros antepasados, quienes recibieron la bendición de los dioses o algo así. Cuando el primer portador del emblema de nuestra familia lo activó por primera vez, la magia divina del emblema cambió su aspecto, cambiando el color de su pelo y ojos. A partir de ese momento toda la descendencia tenía estos colores. Pero algo que no se supo hasta hace relativamente poco y que no se ha desvelado públicamente, es que esto es variable a voluntad. Cada uno de nosotros tenemos un color de pelo diferente, igual que con los ojos.
En mi caso, mis ojos se vuelven marrones, mientras que mi pelo se vuelve castaño oscuro. Nada que ver con mis colores originales, así puedo camuflarme entre los nobles y nadie puede reconocerme.
Mis hermanos no solían cambiar su apariencia, de hecho solo los he visto variar una o dos veces contadas a cada uno, a excepción, claro está, de Safía. Ella poseía una variación tan hermosa que llamaba más la atención que siendo una princesa. Su pelo se volvía azul celeste brillante con reflejos blancos, y sus ojos, de azul marino intenso que recordaba al fuerte oleaje de las tormentas, se tornaban en un turquesa tan cristalino como el agua de un manantial en calma. Cuando la luz del sol caía directamente en ellos, parecía reflejar la luz. Verdaderamente la apariencia alterna de mi hermanita era preciosa y llamativa. Sin embargo era tan diferente a su apariencia original que pasaba entre los burgueses como una más. En alguna ocasión he llegado a cruzarme con ella por las calles rodeada de niños y niñas de su edad siguiéndola como si fuera una diosa.
Gracias a esto, ambos obtenemos toda la información que deseamos de ambas clases sociales, y por esto es que tengo información de Nora, la hija rebelde de Umberto.
Nora Novellis, una joven tan solo un año mayor que Maykol. Su pelo blanco dorado, con 1.65 de altura, con su pelo rizado llegando a la mitad de su espalda. Sus ojos miel brillantes le otorgaban una mirada fuerte y decidida. Una maga poseedora del elemento electricidad, elemento que controlaba a la perfección como si fuera una extensión de ella. Bajo la ropa oculta un colgante con forma de estrella que su madre le regaló antes de divorciarse de Umberto y desaparecer sin dejar rastro.
—Supongo que he acertado. El silencio habla más alto que las palabras, señor Umberto. Pero le recomiendo no seguir negándole a su hija la libertad a la que tiene derecho como persona. He oído también las grandes capacidades que tiene, no querrá tener que enfrentarse en combate con su propia hija. ¿O acaso la encierra para ocultarle algo?
Para este punto la ira de Umberto era clara y notoria. No estaba haciendo ningún esfuerzo por ocultarlo. Mi familia se limitó a dejarme el tema a mí, pues estaba consiguiendo que este hombre cayese ante mis provocaciones, algo que se suponía que él trataría de hacernos a nosotros.
—Mi hija —alcanzó a decir por fin— es una cría inconsciente, malcriada y caprichosa, igual que su madre.
Sus palabras me desconcertaron tanto que retrocedí un paso y mis padres se levantaron de un salto quedando entre él y yo.
—Nora es una chica decidida, que sabe bien quién es el inconsciente y caprichoso, que no duda en alzar la voz y dar su opinión cuando lo cree necesario. Quizás aún sea una niña en muchos aspectos, pero teniendo en cuenta que ha crecido sin una madre, bastante bien ha salido, Umberto.
Las palabras de mi madre quedaron en el aire. ¿Acaso ellos se conocían? Mi madre miraba a Umberto de una forma que jamás había visto. Como si el odio fuese lo único que ella sentía en ese momento, pero ¿por qué?
—Zacarías, saca a tus hermanos de aquí. ¡Guardias! Saquen a todos los demás de aquí menos a Umberto. ¡Traigan a la chica! —Mi padre comenzó a dar órdenes muy alterado. Nunca los había visto así.
Zacarías parecía no comprender nada de lo que estaba sucediendo pero asintió y acató la orden de mi padre.
—Andando —nos hizo un gesto con la mano para que saliéramos por la puerta por la que habíamos entrado.
El silencio fue lo único que dejamos atrás. Ni los compañeros de Umberto, ni mis padres, ni el propio Umberto volvieron a mediar palabra. Al menos no que yo pudiese oír. ¿Qué demonios había ocurrido ahí atrás?
Safía y yo nos miramos una vez cruzamos la puerta de los jardines donde había estado pintando antes de que tuviésemos la reunión. Estaba claro que algo más sucedía pero con tanto follón sabíamos muy bien que era imposible escaparnos ahora.
—No debiste nombrar a su hija Maykol —miré extrañado a Zacarías quien por primera vez me habló con un tono neutral, como si estuviera realmente preocupado por la situación más que por lo que había hecho, aunque no entendía muy bien el qué—. Imagino que de aquí soy el único que lo sabe, dada vuestras reacciones.
Los seis nos quedamos en silencio, mirando confusos a Zacarías, hasta que Damián habló.
—¿Saber? ¿Saber qué, Zac? ¿Qué es lo que no sabemos?
—”Nora” —se limitó a decir.
—¿Qué pasa con ella?
—La madre de Nora y exesposa de Umberto desapareció hace más o menos quince años. Maykol tenía cuatro años cuando esto sucedió. Ella se había divorciado de ese hombre cuando su hija cumplió tres, dos años después es cuando no volvió a dar señales de vida y hasta el momento sigue siendo así. La familia de esta mujer quedó tan destrozada que se desligaron completamente de la niña y de la situación para mudarse lejos de la capital, a las afueras del reino. Madre lloró desconsoladamente una vez se enteró de esto y desde entonces el tema de Nora le afecta como si fuera algo personal. Hace diez años se supo que los familiares restantes de su madre fallecieron de forma inexplicable y también le afectó, aunque desconozco los motivos.
Me quedé helado. Aunque no fui el único. Safía también quedó completamente petrificada, y yo creía saber la razón.
Hace un tiempo, después de la prohibición de salir del castillo, cuando ambos comenzamos a escaparnos sin saber que lo hacíamos, entre los ciudadanos se extendió un rumor que poco tiempo después se desvaneció como si nunca hubiera existido. Según este rumor, la madre de Nora tenía una hermana mayor cuya identidad era desconocida. Solo las familias de Umberto y la madre de Nora sabían sobre esto. El rumor decía que desde pequeñas, ambas hermanas fueron educadas para acabar sirviendo a la familia real, de hecho, el rumor dice que antes de que cumpliesen la mayoría de edad, desde su adolescencia, ambas trabajaban como criadas en palacio. Pero después de cumplir la mayoría de edad ambas hermanas se separaron. Una se quedó en el palacio y la otra regresó a la ciudad. Se dice que la hermana que permaneció en el palacio estaba enamorada del príncipe y que tuvieron una aventura. La criada fue despedida pero no regresó a casa y la otra hermana recibía dinero para la familia. Con el tiempo Umberto la obligó a casarse con ella para tener descendencia y poder aprovecharse de este dinero.
Como ya dije fue un rumor que al poco tiempo se desvaneció, pero que empezó a circular porque se creía que el motivo de que Umberto comenzase la revuelta contra la realeza fue que dejasen de pagar. Ahora bien, no hay pruebas de esto, pero de ser así… Significaría que de alguna manera, Nora es responsabilidad de nuestra familia.
Y como si me hubiese leído la mente, Safía se dirigió a mí, pero lo que salió de su boca no era precisamente lo que esperaba.
—No es posible, ¿verdad? Que sea madre. No es posible, ¿no? Nos lo hubieran contado.
Nuestros hermanos nos miraron, confundidos, sin entender de qué estábamos hablando, pero de repente toda la escena anterior parecía cobrar sentido. Madre y Nora…¿eran familia?
Ups, tremendo giro de los acontecimientos. ¿Nora Brito podría ser realmente la prima de Maykol? Es algo realmente interesante, sin embargo debo cortar aquí. Nos hemos extendido mucho y por muy interesante que sea el tema, Nora aún debe esperar, pues su debut no pertenece a la historia del príncipe de los humanos.
La siguiente historia nos espera.

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