Capítulo 2: "Cambiaformas"
De vuelta a Nighttown: en el capítulo anterior Violet Diamond tuvo su presentación, Zhar Daphnnel fue partícipe del capítulo. Violet fue a la casa de sus padres y estos fueron presentados. Tuvieron una discusión que desembocó en una decisión decisiva para ella y su padre, pero en medio de la discusión alguien irrumpió en la conversación.
Mi padre, mi madre y yo miramos hacia arriba. Sobre el tejado estaba mi hermano, la persona que más me odia en todo el mundo. No supe leer su cara, pero algo dentro de mí me gritó que me preparase para luchar. Y mi alerta fue acertada, ya que Red se abalanzó sobre mi padre y sobre mí. Golpeó a mi padre apartándolo de mí y lanzándolo hacia el camino por el que vine —cayó directo al suelo porque no se esperaba ese ataque—. Acto seguido y como si hubiese sido un único movimiento trató de golpearme a mí, pero me transformé en un leopardo de las nieves y salté hacia atrás para evitarlo.
Mi madre es una vampiresa normal y corriente. Por otro lado, mi padre es un vampiro cambia formas. Red y yo heredamos ese poder de mi padre. Nosotros, los cambiantes, poseemos las habilidades de un vampiro corriente, pero tenemos un añadido: el poder de cambiar de forma. Es algo lógico, de ahí el nombre. Pero no todos tienen las mismas capacidades. Mi padre, por ejemplo, solo puede cambiar a animales antigüos y muy grandes. Red puede cambiar solo a animales actuales de alto tamaño y musculatura. Yo, por suerte, puedo cambiar a dos tipos de animales actuales distintos. Por ejemplo, como animal terrestre puedo ser tanto un leopardo de las nieves como un gatito, como animal volador, un murciélago o un búho y, como animal acuático, puedo ser tanto una orca como una tortuga de agua. Por el momento esos son los animales en los que puedo transformarme.
Volviendo al combate, solté un rugido para advertir a Red de que no se acercara.
—¿Qué crees que haces, Red?
—Lo que debí haber hecho hace tiempo, Violet. Quitarte del medio.
Red se abalanzó sobre mí de un impulso y consiguió arañarme.
—¡Agh!
Miré con rabia a Red que cambió de forma a un lobo gigante y comenzamos a gruñir mutuamente.
—Siempre te has quedado con todo, con la atención del príncipe, con el puesto de vasalla, con la habitación en el palacio...¡Y ahora con la atención absoluta de mi padre!
—¡Es mi padre también Red! —rugí de vuelta antes de que pudiera decir nada más— Todo lo que tengo lo conseguí por méritos propios. Siempre tratando de estar a tu altura. Siempre tratando de ser vista, de ser reconocida. Papá solo me dio la atención que madre nunca me dio. Solo ha tratado de compensar lo que ambos me negasteis, ¡Amor, Red! ¡Es lo único que pedí, lo único por lo que luché! ¡Y AMBOS ME LO NEGARON! —Volví a rugir, un rugido con tanta fuerza que hasta el suelo tembló. Logró llevarme a mi límite, y estaba dispuesta a poner en práctica por primera vez todo aquello para lo que nos habían estado entrenando, estaba dispuesta a combatir a muerte con Red. Sin embargo, cuando me puse en posición para lanzarme sobre él, un rugido mayor llamó nuestra atención.
—¡Basta! —papá se había transformado y nos miraba a ambos amenazante. Red agachó la cabeza y me miró de reojo. Yo alcé todavía más la cabeza. No iba a dejarme amedrentar por él.
Esto no pareció gustarle, porque sus ojos se clavaron en mí, a la espera de algo que no iba a suceder.
Volví a mi forma normal y los miré con la mayor inexpresividad y frialdad que habían experimentado en sus vidas. Lo sé porque mi madre y Red retrocedieron y mi padre abrió los ojos con sorpresa.
—No esperes que agache la cabeza ante ti, papá. No agacharé la cabeza sabiendo que tengo razón y menos aún a cualquiera que no sea mi señor. Yo no agacho la cabeza por nadie desde hace mucho tiempo.
Mi padre volvió a su forma original y me miró dubitativo. Parecía estar procesando mis palabras.
Me giré a mirar de vuelta a mi madre.
—Si en algún momento quisieras verme de nuevo por la razón que fuese, ven al castillo, porque no pienso volver aquí. No pienso volver a ti.
Miré a mi hermano que aún seguía como lobo.
—Vuelve a abalanzarte sobre mí y te mato.
Mi tono y palabras dejaron a los tres anonadados.
—El príncipe me advirtió antes de venir que si volvía al castillo con mala cara daría la orden de prohibir mi regreso a este lugar. Así que, ya sea que quieras quedarte o venir conmigo, hazte a la idea de que solo me verás en el palacio de ahora en adelante.
Mi padre no dudó un segundo antes de responder.
—Te dije que me iba contigo y eso haré, Violet.
Eché una última ojeada a mi familia y a su casa, acto seguido asentí y comencé a andar hacia mi hogar, el palacio. Ni siquiera esperé por mi padre. Sabía que él aún tenía asuntos pendientes en ese lugar. Yo, por el contrario, había terminado por completo con todo lo que me quedaba y, por primera vez, me sentí fuerte. Pero toda esa fuerza se esfumó en cuanto vi a mi señor, esperando por mí con su característica cara de preocupación en la puerta del palacio. Imagino que hasta él quedó sorprendido por mi reacción.
Cuando lo vi esperando por mí, toda esa fuerza se desvaneció y por primera vez me mostré vulnerable ante Zhar. Normalmente habría pasado de largo. Normalmente habría mirado a mi señor, hecho una reverencia y seguir con mis quehaceres o mi entrenamiento. Esta vez no fue así. Esta vez no fue así porque sabía que iba a ser la última vez, sabía que mi familia se había roto del todo y no pude evitar echarme la culpa por ello. Así pues, me acerqué hasta mi señor y dejando que me rodeara con sus brazos comencé a llorar. A llorar desconsoladamente. A llorar a sabiendas de la orden que iba a impartir. A llorar sabiendo que aquello por lo que siempre luché nunca iba a suceder y todo mi trabajo y esfuerzo hasta el momento había sido en vano. Lloré ante la presencia del príncipe Zhar y él me consoló como pudo, ya que era la primera vez que me mostraba así y no supo bien cómo reaccionar. Le conté lo ocurrido. Él se enfadó por lo acontecido y yo solo pude pensar en una cosa. Zhar Daphnnel se había convertido en mi familia. Por primera vez vi a Zhar como algo más que mi señor. Y sentí como si hubiera vuelto a nacer.
Pobre Violet, pero me alegro de que haya podido superar a su familia y conseguido abrirse. Esperemos que siga así y no retroceda al día siguiente.
En fin, ya hemos conocido a toda la familia de Violet, solo nos falta el imbécil de su hermano. Ahora, toca saltar a la próxima historia con nuestro protagonista más joven. ¡Nos vemos!
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Lightland
FantasyUn mundo, nueve razas, seis historias, un final. Un libro de fantasía, romance, dramas, criaturas mágicas, mitos y leyendas. Con distintos puntos de vista, personajes variados y muchos clichés. ¿Te adentraras en este mundo para seguir las aventuras...