Violet

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Capítulo 3: "De espectadora"

En el capítulo anterior, Violet tuvo un enfrentamiento con su hermano Red, puso en su lugar a su madre y le mostró una versión desconocida a su padre. Por fin superó su problema de confianza y se abrió a Zhar, quien estuvo ahí para apoyarla.

Tras esto, la cena que su padre había organizado pasó a ser en el palacio. Durante la cena, Violet pasó la mayor parte del tiempo sonriendo, un hecho que hizo feliz tanto a Zhar como a Green, el padre de Violet.
La cena transcurrió rápido y Zhar decidió dejar un rato a solas a Violet y Green, quienes decidieron salir a dar un paseo bajo la luna llena.

Zhar se marchó a su habitación, excusándose con que debía comenzar los preparativos para salir mañana al mediodía hacia Disboard. Sé que lo hizo con la intención de darnos un rato a solas a mi padre y a mi, pero sé que una parte de eso fue para poder pensar con calma algo que poder decirle al príncipe Maykol como excusa por llegar un día antes de lo necesario. La idea me hizo reír mientras caminaba junto a mi padre por los alrededores del Palacio, bajo la luna llena. —Mi padre pensó que sería un buen momento para pasear y hablar—.

—¿De qué te ríes princesa? —miré a mi padre y me sonreía con ternura, como siempre lo hacía, pero esta vez parecía muy contento a pesar de lo ocurrido con madre y Red. Instintivamente bajé la cabeza, sintiéndome mal por él— ¿Violet? ¿He dicho algo que no debía, cielo?

—¿Qué? ¡No! Es solo que te ves muy feliz a pesar de lo que ha ocurrido hoy.

—Cariño, —se paró delante de mí y me abrazó— no es tu culpa. No pienses más en eso. Tu madre lleva mucho tiempo comportándose así de extraña, y tu hermano ha estado actuando bruscamente incluso conmigo. La verdad no los aguantaba más y llevaba tiempo pensando en lo de volver al palacio. Es cierto, lo del divorcio no estaba en mis planes, pero no me siento mal por ello. Hace mucho tiempo que perdí a tu madre y todo lo que necesito es a mi niña —se aleja un poco sin soltarme y me mira a los ojos—, tú, Violet, me haces feliz. ¡Eres mi ojito derecho! Nada me hace más feliz que despertar en las mañanas para ir a entrar y saber que tú estarás por ahí también. Te echaba de menos, ¿sabes?

Las lágrimas comenzaron a brotar y padre me pasó los dedos por debajo de los ojos para limpiarlas, su cara se tornó triste ahora.

—No me gusta verte llorar, Violet. Me duele saber lo mal que te sientes por esto y que algo tan normal y bonito como decirte que te quiero y te echo de menos te haga llorar de esta manera... Lo siento, hija mía.

Me abrazó de nuevo y nos quedamos así un poco más hasta que dejé de sollozar.

Esta chica me da mucha pena, es tan linda, jo.

—Lo siento, no pretendía ponerme así de repente. Es solo que no lo entiendo. No sé qué hice. No sé por qué no podemos ser una familia.

Padre cogió aire y suspiré sonoramente.

—¿Sabes? Tu madre fue obligada a casarse conmigo por sus padres cuando éramos jóvenes. Ella no quería. Yo estaba enamorado y agradecí que estuviéramos obligados a casarnos. Al principio ella no quería saber nada sobre los cambiaformas, pero con el tiempo se fue interesando. Poco a poco logré conquistar a tu madre y aceptó casarse. Era perfecto. Sus padres estaban felices por los beneficios. Los míos solo deseaban nietos. Yo estaba con la mujer de mi vida y creí que ella era feliz por la misma razón, pero me equivoqué. Tras casarnos, ella comenzó a distanciarse un poco. A veces salía a hurtadillas. Otras veces, cuando yo tenía misiones que podían durar días, ella se marchaba de la casa. Hasta que un día no podía creer lo que me advertían y fui en busca de tu madre cuando llegué de una misión realmente larga. Para mi sorpresa tu madre no se encontraba en casa, de hecho, parecía que nadie había estado ahí por mucho tiempo. Ella no lo sabe, pero la vi. Estaba con el hombre del que ella estaba enamorada antes de mí. Eso me destrozó y creí que se acabaría si le daba lo que ella llevaba tiempo deseando: una familia. así pues tuvimos a tu hermano. Pero ella seguía viéndose con él a escondidas. Un día lo encontraron muerto en el lugar en el que ellos se veían. Lloró desconsolada y desde entonces nunca más ví a la mujer de la que me había enamorado. Tú ya habías nacido para entonces y la pagó contigo.

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