G I R L S?

02

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La castaña se acercó a la contraria para poder posicionarse sobre sus piernas con inocencia y ternura. Sonrió ampliamente mientras cruzaba sus brazos por los hombros y cuello de Rivers, mirándola con un peculiar brillo en sus ojos.

-Riv -dijo la castaña de apenas unos siete años, buscando la atención de la contraria. -Fea, escúchame.

-¡No soy fea! -refunfuñó la de cabello rubio y labios esponjosos mientras se cruzaba de brazos, no correspondiendo al abrazo que la otra le había dado. Ari frunció su ceño y la tomó por sus mejillas, presionando estas con maldad infantil. -Hey, suéltame.

Ari rió con ternura y se acercó para depositar un dulce beso en la punta de la nariz de la menor con felicidad a tope. Su corazón latía muy fuerte y en su estómago se sentían mil y un mariposas revoloteando con delicadeza dentro de sus paredes estomacales.

-Ari, tu madre ha llegado -una voz femenina se escuchó desde el piso de abajo y la nombrada solo se limitó a ver con tristeza real a su compañera.

-No quiero que te vayas -puchereó Rivers, abrazando fuertemente a la castaña. -¿Mañana vendrás?

Ari asintió repetidas veces con su cabeza sin formular ni una sola palabra. Sus mejillas estaban rosadas, rozando un tomo rojizo.

-¡Hasta luego!

-N-nos vemos...

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Aquel recuerdo dejó de proyectarse al oír que la puerta de la habitación de la contraria era abierta. Ari dirigió su mirada totalmente tranquila hasta la entrada, viendo a Rivers sonreírle con grandeza.

-¡Hey! Si viniste.

-Nunca te diría que vendría y después no lo haría.

Rivers sonrió con calidez y extendió su mano en busca de la mano de Ari, a lo cual esta accedió sin dudarlo ni un microsegundo. Ambas entraron a la habitación de la rubia tomados de las manos y Rivers soltó la pequeña mano de Ari cuando ambas se sentaron en la cama.

-¿Cómo va con las clases de baile? -inquirió Rivers en dirección al contraria.

-Bien, creo... Aunque la profesora dice que me falta flexibilidad -infló una de sus mejillas mientras sonreía levemente.

-¿Seguro que te falta flexibilidad? Hasta donde sé eres muy flexible.

Ari miró a la otra sin ninguna expresión, como era de costumbre. Sinceramente no le faltaba flexibilidad, era solo el simple hecho de que le daba bastante pereza hacer todos los ejercicios de flexibilidad básicos que la profesora le entregaba a la clase; le gustaría probarse en algo más.

-¿Está libre esta noche? -Rivers rompió el silencio cuando Ari dejó de hablar. -Fuí invitada a una fiesta de la universidad, ¿me acompañas? Seguramente el amigo de Felix está disponible para ti.

Ari tensó su mandíbula mientras parecía pensarlo, pero en realidad estaba queriendo matar a Rivers por ser su mejor amiga y no darse cuenta de que no le agradaba el hecho de estar en una relación con un chico, sino más bien le agradaría estar en un compromiso con una persona de su mismo sexo. Miró a Rivers y asintió con su cabeza normalmente.

-¿Sí? ¡genial!

Rivers no tenía idea, lo único que sabía era que estaba bastante feliz de que su mejor amiga aceptara de una vez por todas salir con ella.., y sus mejillas tomaron algo de color. Incomprendida por el hecho de pensar en aquello y tener aquella reacción sólo frunció el ceño, sin entender nada. ¿En qué mierda piensas, Rivers?

-Creo que sí, Riv, ¿qué tan malo podría ser lidiar con un tú estando borracha? -bromeó la castaña, recibiendo un leve golpe en su hombro.

Esta solo rió.

Rió para evitar llorar, porque moría de ganas que Rivers se diera cuenta de sus sentimientos y dejara de dañarla inconscientemente. Moría de ganas porque Rivers correspondiera. Moría de ganas por poder besar los labios de su mejor amiga, abrazarla cuando quisiera, decirle abiertamente que la amaba, sin tener ningún miedo a las consecuencias.

Moría de ganas por miles de cosas relacionadas con su amor platónico desde la infancia, pero más moría de ganas por no ser una "maricona" y gustar de los chicos.