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La puerta del apartamento de Ari nuevamente sonó, solo que esta vez no molestó tanto a la individua debido a que sabía que del otro lado se iba a encontrar su novia, sonriéndole ahora a ella y no a su victoriosa cita con alguna otro hombre.

La castaña abrió la puerta y dejó entrar a Rivers, quien dejó una bolsita sobre la mesa como era de costumbre cada vez que iba hacia su hogar. Esta se agachó un poquito para alcanzar los labios de su novia debido a que las castaña era un poquito más baja que ella.

-Buenos dias-saludó Rivers. -¿Dormiste bien? Deberíamos salir hoy

-Salimos hace unos días -Ari le miró desconcertada, ganándose una risa de parte de la contraria. -¿Qué?

-¿No quieres salir conmigo?

-No es eso, solo que sabes que no podemos tomarnos de la mano o mimarnos explícitamente si estamos en público

Rivers rodó sus ojos y nuevamente unió de manera corta sus labios con los de la castaña.

-Entonces vamos a mi casa, mamá no nos molestará tanto porque tienes cosas que hacer -Ari asintió, siempre se salía con la suya si se trataba de convencer a Rivers y cambiar sus planes.

Cuando Ari estuvo lista para salir ambos dejaron el departamento y fueron al hogar de Rivers. Pero en el camino se detuvieron para poder ver unos peluches que le gustaron a Ari y captaron su atención, los compraron y siguieron su camino.

Poco antes de llegar a la casa de Rivers, tomó la mano de Ari con cuidado entre la suya y se sorprendió al no sentir el rechazo que generalmente se ganaba con un 'nos pueden decir algo', porque a pesar de todo ambas no estaban preparadas para recibir odio público solo por ser homosexuales.

-¡Llegué!

-¿Hija? Creí que ibas a salir con... Oh, Ari, hola -la voz de la madre de Rivers se hizo presente en la sala. -Supongo que de nuevo te saliste con la tuya, ¿no?

Ari asintió triunfante y Rivers bufó al ver que su madre chocaba los cinco con su novia. Las dos juntas la iban a volver loca.

-Bien, vayan. Yo los llamaré para el almuerzo, aunque seguro Ari ni siquiera ha desayunado

-Sí lo hice-Ari rio.

-Sí, me sorprende cada día más -dramatizó Rivers, ganándose un leve golpecito de parte de Ari.

Ambas finalmente caminaron hasta la habitación de la rubia. Estuvieron un rato hablando de videojuegos y luego se pusieron a jugar con los peluches de manera infantil pero bromista a la vez, hasta que en un movimiento rápido Rivers le apartó el peluche de las manos a Ari.

La castaña no se quedó atrás y se lanzó sobre su novia para poder alcanzar el peluche color rosa pastel, pero esta lo alzó hacia el cielo para que no lo tomase.

-Dámelo-reclamó Ari, sentándose sobre el regazo de la rubia, quien estaba sentada en la cama aún alzando el peluche de felpa.

-A cambio de un besito

Ari rodó sus ojos y le dio un corto beso en su boquita, esperando su recompensa.

-Cambié de opinión, no te lo daré -Rivers sonrió de manera burlona y Ari frunció su ceño para comenzar a estirar su mano nuevamente hacia arriba.

En un acto inocente, Ari dio un pequeño saltito que a Rivers le puso los pelos de punta al sentir el peso de su novia rozar con su entrepierna, más sintiendo los muslos de la contraria apegados a sus caderas y tenerla tan cerca... la sacó de sus casillas.

-Ari...

La castaña miró algo confundida a su novia por el repentino cambio de voz, pero no pudo preguntar nada debido a que los gruesos y esponjosos labios de este ya estaban apegados a los suyos, devorando su boca de manera lenta y bastante tranquila.

Las manos de Rivers bajaron hasta la cintura de Ari y lo apegó más a su cuerpo, con tan poco ya se estaba calentando demasiado en apenas un par de segundos, pero Ari no se quedaba atrás, había fantaseado tantas veces en un pasado estar así con Rivers que la hacía sentir tan bien ahora que se estaba volviendo realidad. Ari mordió de manera tímida el labio de su novia y después volvió a unir sus labios, mas en un descuido no supo cuando la cálida lengua de la rubia ya estaba irrumpiendo en su boca y acabando con la poca tranquilidad interior que les quedaba.

Rivers deslizó sus manos hasta los muslos de la otra, apretando la piel sobre los jeans que tenía puestos y pasando la palma de sus manos por lugares los que deseó recorrer más de una vez, pero negaba aceptar.

Y entonces, la puerta fue tocada un par de veces, haciendo que amboñas se alejaran con rapidez y susto.

-Pueden bajar -la voz de la madre de Rivers se hizo presente. -Apúrense, que se enfria.

-Ya se enfrió -susurró Rivers sobre los rosados labios de su novia.

Y ambas tuvieron que bajar, simulando que nada había pasado o iba a pasar en esas cuatro paredes que eran testigo de muchas cosas, tanto el primer beso que Rivers le robó a Ari hasta las veces que la madre de la rubia no las interrumpió.

FIN





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