09

304 28 1
                                    

Ari estaba nerviosa después de aquel dulce y largo beso que se habían dado. Rivers hace un par de minutos finalmente se había separado y pasó a la casa en silencio. Ahora ambas estaban sentados en la cama de Ari, iban a hablar de lo que había pasado.

-Terminé con Félix porque me dí cuenta que me gustas.

-No puedes cambiar algo que sentías de un día para otro -dijo Ari bastante inseguro.

-Ari, me gustas desde hace tiempo -Rivers frunció suavemente su ceño. -Tú no... No sabías, porque estabas dormida.

La castaña ladeó su cabeza confusa, todo lo que salía de los dulces labios de su amada no lo entendía desde que empezó a hablar.

-¿A qué te..?

-Te besé cuando éramos niñas -Finalmente lo soltó, -No quería aceptar que me gustabas, no quería aceptar que me hacías sentir mil mariposas en el estómago y todos esos síntomas cursis que dicen las otras personas. No quería aceptar que te quería besar de nuevo, no quería decirle a mi mamá que me gustaba prácticamente su hijastra.

Ari guardó silencio.

¿Cómo no se había dado cuenta de ello antes?

-Por eso empecé a salir con muchos chicos después de eso hasta el día de hoy. Cada día iba a tí para decirte que había salido con una chico diferente en busca de olvidarme de tí, porque si no me mostrabas interés me dolería y aceptaría que solo somos los mejores amigas de la infancia y...

La voz de Rivers había comenzado a temblar desde hace tiempo ya, y las castaña sólo se limitó a sonreír con dulzura para poder acercarse y abrazarla con delicadeza y cuidado, como solía hacer desde siempre cuando Rivers lloraba o estaba confundida y asusta.

-Me siento rara, Ari.. -la rubia correspondió al abrazo mientras sentía su corazón latir firmemente. -Felix dijo que esto estaba mal...

-Félix es un tonto-Ari habló en voz bajita, suave y calmada, como solía hacer desde siempre. -Porque no está mal si se trata de algo que tú sientes, Riv. Está bien, porque una mente generalmente es más débil que lo que el corazón te dicta.

Rivers tembló y la abrazó más fuerte, parpadeando con tranquilidad y nostalgia.

-Me gustas mucho, en serio.

Rivers [once años] estaba nerviosa, no le había parecido el hecho de que otra niña como dos años mayor que ellas mirara de sobremanera el cuerpo y rostro de Ari. Estaba nerviosa y no comprendía qué le pasaba en su pecho, el cuál subía y bajaba gracias al llanto que había aparecido hace una hora aproximadamente en ella.

Se armó de valor y abrió la puerta de la habitación de Ari, la cual yacía en su cama dormida plácidamente con sus rosados labios entreabiertos. Rivers se acercó con cautela y confusión hasta la cama de su hermosa Ari para poder sentarse al costado de esta.

En silencio miró a ambos lados y finalmente a los ojos cerrados de la castaña. Sus pestañas eran largas y finas, su nariz era hermosa y perfecta... Parecía una pequeña angelita, a la que quería cuidar con su alma.

Temblorosamente bajó y unió sus labios con los de la contraria, suavemente. Era un beso estático pero bastante significativo para la pequeña y confusa pre-adolescente. Sin saber que hacer con exactitud rozó su lengua con los labios de la castaña totalmente sumisa e inexperta. Su corazón latió con muchísima fuerza y se separó al darse cuenta de lo que estaba haciendo.

Sus mejillas tomaron muchísimo color rojo y corrió escaleras abajo mientras soltaba pequeños chillidos al darse cuenta de lo que había hecho.

Había besado por primera vez, y a una chica. La chica que era prácticamente su hermana, a la chica que... A la chica que le gustaba y hacía su corazón removerse.

G I R L S?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora