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La mirada aguada de Ari veía como un conejito estaba atrapado en unos hilos que no podía desatar. Estaba bastante triste por no poder liberar a aquel felino, sentía que iba a seguir llorando si sentía que no podía hacer nada al respecto. Su labio inferior temblaba con culpa y sollozó mientras sus torpes manos intentaban quitar al pequeño felino de esas redes.

-¿Ari?-una chica de once años se acercó a ella y Ari la miro bastante triste.

-Riv, ayúdame-pocas veces Ari se dejaba ver de esa manera, tan sentimental y dolida por algo de lo cual no debía estar.

Rivers era alérgica a los conejos, pero le dolía más la alergia de ver a Ari estando triste y llorando a mares. Se acercó al la castaña y comenzó a desatar aquellas cuerdas blancas y finalmente después de media hora de esfuerzo pudieron liberar al animalito.

La nariz de Rivers estaba roja debido a su alergia. Sus mejillas picaban y sorbeteaba su nariz a cada segundo. Sus ojos estaban levemente hinchados y algo rojos, pero estaba contento de ver una brillante sonrisa en el rostro de Ari, quien sonreía feliz debido al pequeño conejito blanco y con sus orejitas.

-¡Gracias!-la castaña se acercó a Rivers para poder abrazarla con fuerza. Estaba realizado, sus ojos ya no lagrimeaban debido a que su tristeza ya no estaba ahí. -Sin ti no sé que haría.

-No agradezcas-Rivers sonrió de manera leve, sintiendo que se le dificultaba respirar.

Ari tomó la manito de su amiga para llevarla a casa nuevamente, donde le dio unas pastillas para la alergia y la cuidó toda la tarde, mimándola y consintiéndola.

Rivers caminaba tranquila por los pasillos. Bueno, se veía tranquila. En realidad era un manojo de nervios porque todas las miradas estaban encima suya. Seguro Félix había corrido a contarle a sus amigas y a todo el instituto que estaba junto a Ari. No sabían que eran novias, pero las suposiciones de la gente no siempre eran erróneas. Se apoyó sobre el marco de la puerta del salón viendo a Ari dentro de este. Estaba ordenando un par de papeles y cuadernos para meterlos finalmente a su mochila. El timbre había sonado hace un rato y las clases finalmente se habían acabado aquel día, pero Ari decidió esperar a Rivers dentro. Si salía seguramente le harían burlas o harían nuevamente actos como el quitarle la mochila y pasarla de mano en mano de las personas.

Claro, a Rivers no le hacían esas cosas por ser el popular y participar en varios concursos de baile. Ari bailaba pero a solas, cuando estaba aburrida y su pereza se esfumaba ponía música en su casa y en soledad danzaba a su ritmo.

-¿Nos vamos, princesita?

-Si, diosa -Ari aceptó la mano de Rivers cuando finalmente salió del salón.

Les daba verguenza y nervios andar tomadas de las manos, pero debían tomar valor para enfrentarse al mundo de mente cerrada. Recibían varias miradas de asco y otras de admiración, porque los gustos distintos eran oprimidos por las ideologias concervistas del lugar pero aún así habían personas que se escondían en las sombras buscando una ocasión para salir a la luz. Porque Ari y Rivers no eran la única pareja homosexual en el establecimiento, pero sí era la única que daba la cara por todas ellas.

Una chiflida se hizo presente detrás de ellas e hizo que Rivers se volteara con molestia, viendo a la ex-ex-novia de su ex-novio mirándolas con burla. Las personas no se hicieron de rogar y varios comenzaron a murmurar por lo bajo, mas Ari solo los miraba con odio por ser una manga de chismosos.

-¿Qué pasa, eh? -Rivers habló hacia ella.

-Nada, quién diría que la princesa de la escuela nos iba a salir fallada -la chica habló ladeando su cabeza con burla a la vez que se acercaba a la parejita. -Ni Siquiera pudiste buscarte algo mejor. -dijo, echándole un vistazo a Ari de pies a cabeza.

Ari le echó una mirada venenosa mientras Rivers acariciaba su mano. Si bien Ari era calmada y tranquila cuando estaba molesta era una bomba a punto de su toque de climax.

-Déjanos en paz. Ari es hermosa, o al menos más que tú y todos esas chicas con los que te has revolcado en secreto -Rivers sonrió delado al ver como el contrario setensaba al revelar su secreto enfrente toda la escuela. -Y si tanto te molesta que sea homosexual y esté saliendo con esta princesa..., ¿estás celosa a caso?

Varios 'uhhh' se hicieron presentes en el territorio y a la chica parecía querérsele caer la cara por vergüenza. Bufó y se alejó de ahí rápidamente, dejando a Ari y a Rivers satisfechas al estar tranquilas. Cuando se voltearon para continuar su camino varios les aplaudieron con admiración y ambas sonrieron sintiéndose seguros al fin.

Ambas se protegian la una a la otra, desde siempre.

G I R L S?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora