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Ambas se sentaron en el piso de aquel lugar, colgando sus piernas sin miedo por aquella especie de balcón. Tiernamente, Rivers buscó la mano de la otra y la tomó con delicadeza justo cuando la entró.

Se miraron manteniendo aquel silencio y comodidad del ambiente, y ambas se regalaron una sincera y dulce sonrisa, justo en ese momento, destellos cruzaban por todo el largo del cielo, expandiendo aquel resplandor a ojos de cualquiera que estuviera pasando por el lugar.

Ambas rieron al ver las hermosas luces recorriendo todo el cielo y Rivers suspiros suavemente, apegándose al cuerpo del mas bajo.

-¿Ahora ves por qué quería que te apresuraras? -preguntó Rivers de manera burlona.

-Es que no es normal que alguien te saque de la cama a las una de la mañana y te obligue a vestirte, mas después te saque de casa corriendo -contraatacó Ari.

Ambas rieron al unísono y Ari tomó la iniciativa, uniendo sus rosados labios con los esponjosos labios de su amada. Era un beso lento y lleno de sentimientos, los cuales se desbordaban de los corazones de ambas y se unían en una sola.

Ambos eran estrellas perdidas, las cuales se tenían la una a la otra en busca de soporte.

-Pide un deseo -sonrió Rivers, quien se alejó de los labios de Ari para poder decirlo.

Ari lo pensó un poco y sonrió sintiendo sus mejillas levemente tibias al pensar en su mas grande deseo. Miró en dirección de Rivers nuevamente y este sonrió de vuelta, al pensar también uno de sus deseos más grandes. A diferencia de ambas, el deseo de Rivers era el más momentáneo, el de Ari era durarero.

-Mi deseo es que te quedes conmigo para siempre, y que nunca te aburras de mí -Ari admitió en voz baja, mientras dirigía su mirada nuevamente al cielo.

-El mío es que aceptes ser mi novia -admitió Rivers, entrelazando sus dedos con los cortos deditos de Ari.

-¿Uhm? -preguntó de manera baja Ari y suspiró avergonzada.

-Lo que quiero decir, es.. -pensó un poco y finalmente sonrió levemente. -Ari, ¿quieres se mi novia?

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