Capítulo dieciséis

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—Les dije claramente que no quería limpiar sus desastres —aseveró ONU con fastidio, quitándose las gafas de lectura que había estado usando para leer los reportes que tenía, y tallándose los ojos.

Le ardían por leer tanto reporte respecto a las actividades recientes de cierta pareja a la que le había advertido que no quería problemas.

—Pero si no lo limpiaste, solo hablaste con Reino Unido y sus hijos —reclamó Reich, cruzándose de brazos —, Canadá incluso te dijo que no iba a presentar una queja y que iba a convencer a los demas de no hacerlo.

—Se supone que los estabas controlando —dijo ahora la organización con molestia, mirando a Rumania.

—Perdon, cuando leí el informe de OMS no pude seguir haciéndolo, torturadores y violadores como él no me causan simpatía alguna, y si mis amigos tienen cuentas que arreglar con él, que así sea —se defendió Rumania, mirando con cara de póker a ONU.

Rumania era la encargada de vigilar que mientras sus amigos buscaban a Ucrania, con los medios más cuestionables, no fueran a dañar de gravedad a nadie; a lo mucho dejar un par de dedos rotos y algunos mechones de cabello arrancados.

—Pero ahora tienes información que tu gente no había encontrado... a Inglaterra hablando con cinco sujetos que salen como positivos en las pruebas de ADN de la casa de mi hijo, además de viajes internacionales en su historial, cosa muy rara en él si consideramos que no sale de Reino Unido desde la segunda guerra —intervino URSS.

—Si, supongo que eso es algo y compensa las mierdas que me están causando... ¿tienen noticias de Imperio Japonés e Italia Fascista?

—Estan buscando en Eslovaquia, hasta alli rastrearon a los sujetos pero no saben exactamente a que parte ya que cada uno llego a una región diferente. Se separaron para buscar; Imperio está en Zilina, e Italia Fascista en Nitra —respondió el alemán con seriedad.

—Bien... déjenlos a ellos seguir buscando, estoy seguro de que tendremos noticias pronto —ONU metió los informes a una carpeta antes de abrir un cajón de su escritorio y sacar una caja —. Ahora, Third, levántate el pantalón; me niego a seguir dejando que andes por alli como si nada, y no es tanto por tus locuras, es por tu embarazo y tu antecedente de riesgo prenatal.

Reich abrió grande los ojos y se indignó, no iba a dejar que le volvieran a poner esa maldita tobillera, la había tenido puesta incluso cuando estuvo en el hospital alumbrado a Reiviet.

Pero ONU se negaba a seguir dejando que el alemán causara más desastres, y menos iba a permitir que el nuevo bebé de la pajera estuviera en riesgo por la terquedad de su padre gestante.

Además, OMS lo mataría por no poner en regla a Reich antes de que pasara una desgracia con el bebé.

—¿¡Que?!, ni lo sueñes.

—Hazlo.

—Me niego.

—Reich, déjalo —pidió URSS, suspirando y mirando a su esposo, quien le veía como si lo estuviera traicionando o matando a una de las ardillas que solía alimentar en el patio trasero de la cabaña —, ah no, no me veas así.

—Pero... URSS, no me hagas esto —suplicó el azabache, con ojos brillando por lagrimas en estos.

—Cielo, estas embarazado, tienes ya casi seis meses y por todo esto ni siquiera tienes el peso que deberías y no estas descansando bien... ni siquiera te pido que lo hagas por mí, hazlo por nuestros hijos.

—Pero, Ucrania nos necesita.

—Y ese bebé en tu vientre y Reiviet también, yo seguiré buscando.

Broken|| Country Humans UcraniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora