Realidad.

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13 de junio / 2018

El silencio perduró por mucho tiempo, estaba solo con mis propios pensamientos los cuales, no me ayudaban, ya que solo me hacían sentir más culpable de lo que ya me sentía, ya no quería seguir sintiéndome así, intentaba ignorarlos pero era imposible. El dolor de los brazos era agobiante, ya no podía seguir aguantándolo, solo me preguntaba cuándo acabaría toda esa tortura.

De repente, el silencio fue roto por el sonido de la puerta abriéndose. Pensé que el castigo había terminado pero las ilusiones se rompieron al ver a Infinite parado frente a mí. Nos mantuvimos en silencio un rato observándonos hasta que dije.

— Vaya, miren quien ha venido a visitarme.

— Parece que no has aprendido a mantener la boca cerrada y no a meterte en lo que no te importa. — dijo el enmascarado.

— ¿Y qué querías que hiciera? — dije molesto — dejar que lo maten.

— ¿Sabes? — dijo con una voz muy tranquila, demasiado para mí — tu espíritu es incomparable, pero no eres rival para la realidad.

La piedra en su pecho empezó a brillar, segándome por completo, cuando pude volver a abrir los ojos me sorprendí por el entorno que me rodeaba. Me encontraba en una celda diferente a la mía, estaba confundido al no ver a Infinite, pero me asusté al escuchar un suspiro detrás de mí. Cuando voltee mi corazón se aceleró, en una esquina estaba una niña de cabello dorado peinado en dos colitas, sus ojos eran de color azul como el mar, su traje seguía siendo el de un preso cualquiera, pero para mí, no era como los demás, reconocería ese carita en cualquier lugar.

— Tails — susurre.

En ese momento llegó un robot.

— Tienes dos días para recuperarte de tu lesión — dijo la máquina de una manera muy fría — luego volverás al trabajo.

Ella solo asintió, me di cuenta que mi amiga estaba sujetando su brazo derecho, el cual estaba enyesado.

— Tails — continué — ¿Qué te paso?

Simplemente no me respondió.

— ¡Tails! — grite desesperado.

— No te canses — dijo una voz misteriosa — no puede escucharte.

— ¿Qué le pasó? — dije viéndola con una mirada triste.

— Estaba arreglando un artefacto, pero hubo una falla en el sistema provocándole una fractura en el brazo.

Una punzada de culpa me azoto, se había lastimado por mi culpa, porque no fui capaz de protegerla ni defenderla.

— Ay Tails — dije intentando abrazarla, pero solo la traspasé. — arreglare todo, ya lo veras.

De repente las luces se fueron, me di cuenta de que ya no estaba en la celda, sino que me encontraba en un cuarto oscuro con demasiadas cajas llenas de papeles. Escuché un ruido en la habitación de al lado, en donde se prendió una luz con tintes amarillentos. Abrí lentamente la puerta que dejaba escapar algunos rayos de la luz para poder ver la escena. En una mesa estaban sentados dos chicos, uno de cabello rubio casi blanco con ojos de color ámbar llamado Silver, y otro de cabello pelirrojo con ojos de color purpura llamado Knuckels. Ambos se veían cansados y agobiados, el pelirrojo se encontraba con las manos en su rostro intentando no dormirse, mientras que el rubio se sujetaba su brazo, parecía que ambos tenían algunas heridas frescas. En ese momento llego una chica que no conocía con una carpeta amarilla entre sus manos, al entrar, ambos chicos se despertaron y le prestaron atención a la recién llegada, cuyo semblante demostraba tristeza.

180 días en las sombras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora