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Su vida era una mierda, nunca había podido saber que era el verdadero amor, ni siquiera de su familia. Desde pequeño dejó de sentir que alguien lo amaba, hace años que no recibía algún regalo o alguna palabra bonita, todo era escaso en lo relacionado con el amor.

Harto de ser el que baja la cabeza, harto de tener que levantarse todos los días para seguir en ese mismo dolor. ¿Por qué? Que había hecho para merecer tanta soledad, se suponía que estaba en los mejores años de su vida, pero parecían los peores.

Hasta que encontró una salida, una forma de volar. Ahora tenía la vida resuelta, era feliz finalmente. Podía vivir todo lo que tanto había deseado, experimentar un gran amor. Sentirse lo suficiente como para tener la atención de muchos.

Antes mentía y muy bien. Se la pasaba deambulando como un zombie, mientras los demonios de su mente hacían el ritual habitual, llevándose la sangre de sus cortaduras como ofrenda. Ahora caminaba a paso seguro y con una sonrisa encantadora en sus labios, mientras que todo el entorno entonaba una canción estilo Disney. Qué cambio verdad?.

Aunque había un pequeño percance, Yuri Ayato. Hace varios días había sentido una presencia detrás de él, sobre todo cuando se encontraba con algún chico, era un poco raro para él pero sabía que no podía quejarse, pues había hecho lo mismo antes. Aunque un día, no pudo negar que Yuri simplemente podía derretirle el corazón.

Estaba caminando tranquilamente por la zona de las canchas, observando a los chicos jugar, era claro su odio hacia todo lo relacionado con el deporte, después de todo su figura no era algo que le permite hacer mucho, de casualidad pasaba con seis la materia de educación física. No era tonto, sabía que era necesario para su salud pero poco le importaba, es decir, alguien que se cortaba no era de respetar mucho su salud o integridad física. Si, ese era el pensamiento principal de Tooru al hablar de los deportes.

Al final se terminó cansando de ver a chicos corriendo tras una pelota, envidiando como podían hacer grandes maniobras o correr tan rápido, sabía que si lo intentaba hacer, lo que causaría sería una pierna rota. Así que tomo su mochila y bajo las gradas en dónde estaba viendo toda la cancha.

Fue hasta la sección de vestidores, cuando un gran estruendo lo dejo en el suelo, al parecer había parado justo en el lugar de la puerta y alguien sin darse cuenta de que estaba ahí la abrió bruscamente haciendo que se golpeara la nariz y cayera hacia atrás, causando otra herida en su pierna. "Maldición" murmuró tocando la parte afectada de su pierna, sintiendo una punzada de dolor que recorría, desde su pierna hacia toda su columna vertebral.

Al levantar la mirada para poder dejar ver su desprecio hacia la persona culpable de su golpe se quedó sin palabras, ya que allí estaba Yuri mirándolo incrédulo mientras un chico desarreglado salía de los vestidores con una sonrisa, en ese momento Tooru rodó los ojos, no había que ser un genio para saber que había pasado en ese vestidor antes, pero no iba a causarse así mismo un vomito por imaginarse a detalle esa escena.

Trato de levantarse pero ese dolor punzante volvió a recorrerlo en forma de escalofrío, vio en dónde había caído y se dió cuenta de que fue encima de una roca de un tamaño bastante grande. El volvió a maldecir mientras se apoyaba en la pared, revisando su nariz, fijándose que está no tuviera sangre ya que sentía un poco de pulsacion en esa zona pero solo la tenía un poco roja y caliente debido al golpe.

Yuri se acercó preocupado ya que sabía que de forma juguetona había dado una patada a la puerta, solo por diversión pues así era su personalidad, una demasiado infantil. Tooru lo detuvo, no quería su ayuda y era notorio pero caminar le resultaba un infierno, eso se notaba gracias a su expresión al apoyar su pierna, Yuri no daba de la culpa.

Así que sin más, tomo sus piernas con sus manos y en un suave movimiento lo levanto en sus brazos. Tooru solto un chillido al sentir que era cargado, miro incrédulo a Yuri, queriendo hablar pero sin poder debido a que sentía como los músculos del otro se tensan para poder tenerlo con cuidado. Yuri suspiro y hablo.

-Se que no quieres mi ayuda, pero todo esto es mi culpa, no puedo dejarte así... Dejame cuidarte. Le suplico con su voz normal, la cual causó una ola de emociones en Fujisaki, había olvidado como sonaba esa cautivadora voz, se quedó callado ya que todas las palabras habían sido capturadas por su garganta la que poco a poco se secaba.

Yuri comenzó a caminar lentamente, concentrado en no hacer un movimiento que podría lastimar a Fujisaki. En cambio Tooru no podía quitarle la mirada de encima, solo intentaba encontrar una forma de poder ver sus ojos sin ese vidrio negro que los cubría, era tan raro mirar a Ayato tan serio y nadie mas que Tooru lo sabia tan bien. Pero allí estaba, como un robot tratando como una fina porcelana al chico que era bastante liviano en sus brazos, Fujisaki no podía negarlo, estaba encantado con ese tratado.

Llegaron a la enfermería. No fue nada grave, era claro pues solo fue una caída, así que con un poco de hielo, reposo y unos medicamentos en menos de dos días podria recuperar total movilidad en su pierna. Fujisaki se quedó sentado en la enfermería hasta que pudiera levantarse sin ayuda, Yuri no se fue aunque Tooru insistió, claramente no lo logro.

Todo era silencio, hasta que Fujisaki sintió una mano encima de la suya, volteo mostrando su clara sorpresa pero Yuri ni siquiera mostró reacción, solo miraba aquella suave mano, acariciando  suavemente con sus dedos en un calido patron que repetida una y otra vez. Tooru solo lo miraba fijamente mostrando su mezcla de confusión y sorpresa.

Yuri se inclino hacia él lentamente pues no quería sorprender a Fujisaki, quería hacer las cosas bien, así que con aquel gesto pidió permiso para poder probar suavemente aquellos labios de un tono rosado. Fujisaki se quedó en silencio pero... No podía negarse. Estaban por sentir los labios del pelirosado encima de los suyos cuando otra voz lo llamo. Al voltear pudo ver...

A quien había llamado su nuevo amante.

Amor verdadero- Yurisaki-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora