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5 días para la expulsión

Allí estaba en blanco. Ya habían pasado días en los que se sentía vacío. No entendía que le sucedía, tenía todo lo que podía querer, pero no podía emocionarse por eso. Era tan extraño, hablo con su psicóloga al respecto y está le recomendó un cambio de rutina, si supiera el gran cambio que había echo.

Parecía estar en modo robot, solo comiendo cuando podía, yendo a clases, luego a dormir, incluso en su mundo de fantasía. Las palabras le dejaron de salir, solo se reproducían en su cabeza, pero luego no salían, se quedaban atrapadas como loros que se vendían como mascotas y quedaban colgados como una decoración exótica, que se ve de una forma hermosa y tierna, que al final nunca es pensado a profundidad.

Se reía, Pero al final solo duraban unos segundos, después era otra vez ese vacío, esa mirada de seriedad que te daba la sensación de que algo pasaba, y si algo pasaba, solo que no sabía que. Llegó al punto de no poder levantar el lápiz para hacer un simple paisaje, que antes le salía como si fuera el abecedario.

Sentía los labios de su amado en los suyos, pero la sensación de calidez duraba lo que el beso querría durar, después sus labios se marchitan como una flor mal cuidada, con pedazos de piel saliendo por las mordidas que le escapaban al mirar a la nada.

Caminaba, sin pensar en el rumbo que estaba tomando pero que al final llegaban a dónde quería ir, los pasillos eran sus calles sin nombres, sin números, sin casas. Solo una calle recta con algunos patrones que resultaban pintorescos, con más polvo que un libro abandonado.

Ahora estaba viviendo en su simulación que poco a poco dejaba de ser tan interesante como el antes lo había plantado, estaba solo y triste como una canción en blanco y negro, era irónico, ya que no estaba solo. Era amado por quien quisiera que lo ame, pero no parecía suficiente.

Era buena persona, un alumno de diez que sin esfuerzo lograba miles de reconocimientos, quedando en el recuerdo de sus profesores. Amoroso, dulce al punto de la miel, nunca podrías escuchar un no de su parte. Negarse a algo para ayudar era como un puñal en su corazón, que lo llenaba de culpa, incluso cuando no la tenía, el karma ignoraba todo eso.

Estaba tan cansado, de no tener nada y a la vez tener todo. Sus ojos no veían ese todo, su corazón no sentía ese todo, estaba apagado, quería tirar todo a la borda e irse a un lugar nuevo y lo hizo. Miles de intentos pero logro hacerlo, ahora tenía ese todo multiplicado.

Salió de su trance cuando alguien paso su mano en frente de su rostro. Era su amor, quien ahora se preocuraba por pasar la mayor parte del tiempo con él, ya que pronto se iría de la academia. Eso era un gran peso que tenía en sus hombros. Fujisaki lo miro totalmente confundido, aunque solo una mirada basto para entender que quería.

- Estoy bien, solo... No dormí bien anoche. Yuri sonrió ante su respuesta, lo sostenía cerca de su pecho, sus brazos lo rodeaban como si te estuviera protegiendo del resto del mundo. Suavemente apartó el suave cabello negro de su rostro, sus ojos observando cada pequeño detalle de su cuerpo una vez más.

Fujisaki suspiro, no quería negarle el afecto, sabía que eso lo haria sentir mal, y no podría soportarlo. Cómo siempre pensando en los demás, algo totalmente común en su persona. -Que harás respecto a la expulsión?. Trato de cambiar de tema.

Yuri solo miro a otro lado con expresión molesta, realmente no quería hablar de eso o tan solo pensarlo. Fujisaki lo entendió. -Hay algo que hacer para solucionarlo?. Planteo Fujisaki pero nada se les ocurría más que aceptar la verdad.

Aunque... Es un mundo de fantasía... Solo bastaba un punto seguido.

Amor verdadero- Yurisaki-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora