Hechizo Helado

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Ibamos caminando con las chicas luego de pasar la tarde fuera de Alfea. Ya había anochecido, por lo que nos dirigíamos directo a la cama antes del toque de queda.

-Las reuniones de padres y profesores serán pronto, el tiempo vuela, ¿verdad? -dice Bloom y asentimos todas.

-Será agradable ver a mis padres juntos otra vez -dice Stella a mi lado.

-Claro, será agradable verlos nuevamente -digo sonriéndole. Extraño a la tía Luna, hace mucho que no pasamos tiempo juntas.

-Juntos o no, al menos tú podrás ver a tus padres. Lamentablemente, estas reuniones no traen música a mis oídos -dice Musa algo decaída mirando a Stella. Le sonrío con simpatía. Sé que no es lo mismo, pero de alguna forma ambas perdimos a nuestras madres, solo que mientras yo no recuerdo a la mía, ella vive con el recuerdo de la suya.

-Algo está mal. Aquí es como si la naturaleza estuviera molesta -dice Flora, captando mi atención.

Las demás no parecen querer añadir nada. Tal vez el hada de las flores se refiere a que se avecina una gran tormenta o algo así, aunque insiste en que es más que eso. Por lo que me concentro en el aire y todo nuestro alrededor es como si se hubiera lanzado una maldición. Hay magia negra por todas partes.

Me pongo alerta cuando, caminando ya por los pasillos en dirección a nuestro apartamento, Tecna nos detiene.

-Esperen, ¿oyeron ese extraño crujido? -dice repasando con la mirada todo el pasillo. Un escalofrío recorre mi espalda.

Bloom se ríe para aligerar el ambiente -Tecna, es cosa tuya, estás imaginando cosas.

Incluso dejando de insistir en el tema, el hada de la tecnología sigue con expresión sombría cuando entramos, por fin, en el apartamento. Kiko y Bloom entran primero.

-Estoy exhausta. Me voy directamente a la cama, no importan los ruidos y las reuniones -dice Stella. Por lo que me doy cuenta de que llegamos al departamento.

-Hasta mañana -me despido y entro a mi cuarto para poder acostarme. Estoy cansada y tengo un mal presentimiento.

Me dormí casi de inmediato. Justo ahora me encuentro en un sitio donde el azul parece infinito, mis pies no tocan el suelo pero de alguna forma puedo caminar firmemente. Es extraño, pero supongo que está bien. Sigo caminando hasta que veo cómo una luz aparece y se hace más grande hasta tomar una forma humana dejando ver a Dafne.

-Pequeña Aradia -dice en ese tono que es tan parecido al de Letia, cálido y distante al mismo tiempo- No te veía hace mucho.

-Algo así como unos quince años, el tiempo pasa cuando estás muerta, ¿no? -comento irónica.

-¿Cómo está tu hermano? -pregunta ignorando mi comentario.

-Se encuentra bien, pero no llamaste aquí para hablar de nuestras vidas, ¿o sí? -le respondo- ¿Quieres hablar de Bloom? -afirmo con tanta calma como la ninfa.

-Sabes quién es y lo que representa. Quiero pedirte que la cuides, Aradia -me dice y yo niego dando un paso atrás.

-No -le digo firme- ¿Me contactas por primera vez en quince años y pretendes que cuide a tu hermana?

-Aradia -inicia, pero la interrumpo.

-Dafne, sé que es tu hermana y mi prima, pero no puedes pedirme que cuide de ella por lo que representa, no cuando sabes quién soy y lo que represento.
-La llama del dragón está en peligro, Aradia -dice Dafne, manteniendo ese molesto tono de voz tan distante pero empalagosamente dulce y cálido.

-Dafne, no puedes pedirme que cuide de Bloom con lo imprudente que es -le digo, suspirando-. Es mi prima y haré lo que esté en mis manos para cuidar de ella porque es mi familia, pero sabes que tengo un deber. Puede que no sea la llama del dragón creador, pero es importante. Es el seguro de nuestra dimensión, y ha costado sangre y lágrimas. -Dafne me interrumpe frunciendo el ceño.

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