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Estaba por irse, de todas formas, sólo fue al hotel a ver a Esteban.

Blas, notablemente decaído, está en su camino para salir del hotel, pasa por la puerta del restaurant y rodea la gran escalera que hay en medio del salón; evita pasar mucho a la vista general, porque Esteban está trabajando ahí y parecía ¿molesto con él? No sabe. Quizá fue demasiado confianzudo, pero él igual notó como Kuku le miraba sin escrúpulos.

La única diferencia es que Esteban jura que nadie se da cuenta.

Al pasar frente a la oficina de Fran, se pregunta sí debería despedirse de él. Se acerca hacia la puerta, y Blas no tocaría porque eso lo hace la gente vieja.

Y escucha un gemido.
Lo suficientemente agudo como para pertenecerle a Fran.

Uy, qué calentón.

Se aleja como si nunca hubiera tenido intención de acercarse. Menos mal no abrió la puerta porque tiene problemas para reaccionar ante situaciones así, o situaciones en general.

Qué dolor de cabeza recordar lo de hace rato.

Hizo el ridículo tirándole un café encima, pero también vio a Kuku semidesnudo, lo cual fue su buen karma.

Blas se siente como esos globos gigantes que bailan. Es alto y torpe, una combinación pésima.
Cuando la caga, no puede dar un paso atrás y esconderse porque su cabeza suele estar unos 15 centímetros más arriba que la de los demás.

Sigue pasando por el sector donde están las oficinas, y mientras pasa por una puerta, esta se abre y casi choca con un hombre.

—Pérdoname—Blas se hace hacia un lado y se encuentra con Enzo, su nuevo jefe.

Pensó que Enzo iba a pasar de él, sin embargo, le mira la camisa con extrañeza.

Cómo olvidar que tiene una mancha enorme en el pecho.

—¿Te estás adaptando bien ya?

La pregunta le toma por sorpresa. Pues qué opina, ya está hecho bolsa y todavía no entra a trabajar.

Blas intenta tocarse el cuello y debe bajar su brazo a medio recorrido porque no alcanza a moverlo más.

Su cara debe ser un poema de corazones rotos porque Enzo le mira con compasión.

—Sí, todo bien. A mí...yo, sólo se me derramó el café, no me pasa siempre, lo juro.

Está nervioso porque piensa en la cara de Esteban en ese momento, su expresión de disgusto y molestia. No podrá tomarse otro café frío sin pensar en eso.

No volverá a tomar café definitivamente.

—Eres de hacer amigos rápido, ¿no?—La forma en la que dice "amigos" delata que no se refiere a eso. Blas sólo asiente— Mañana vení a mi oficina, tengo que encagarme de eso.

Apunta su camisa y pasa por el lado de Blas.

—¿Del uniforme?—Su pregunta hace que el otro se de vuelta.

—No puedo encargarme de que no uses las camisas de los demás, así que sí.

¿Será que Enzo era bruja?

—¿A qué te referís?—Blas se hace el loco.
No hay forma de que Enzo sepa eso.

—Esa es la camisa de Kuku.

Mierda.

Ni siquiera piensa en cómo Enzo lo sabe, sólo puede pensar en lo grandioso que sería usar la ropa de Kuku siempre y que todos lo sepan.

ʜᴏᴛᴇʟ ʀᴏᴍᴇʀᴏ ᵇˡᵃˢ ˣ ᵉˢᵗᵉᵇᵃⁿ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora