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Esteban se quiere matar.

¿Qué mierda hice ayer?

¿¿Por qué estoy en el hotel...

con Blas??

Cientos de preguntas (retorícas) abruman de ansiedad su cabeza.

Todo lo contrario al sujeto que duerme a su lado; completamente cómodo y pacífico.

¿Habremos tenido sexo?

Considerando que estaba en ropa interior y con una vergonzosa mancha en el boxer (lo tirará luego), lo más probable es que sí.

Esteban no era el tipo de hombre que se cogía a un compañero de trabajo una noche (mucho menos en el trabajo), desde la mitad de sus 20 que no hacía cosas como esa.

Mirando el techo, sin mover ni un músculo porque no quiere enfrentarse al hecho de una charla ahora, piensa en cómo permitió lo que pasó, lo que sea que haya pasado.

Estaba borracho, algo. Hace años que no se emborrachaba tampoco, así que su cuerpo se volvió más sensible al parecer. ¿Será que Blas sabía eso y se aprovechó de él? Na, no lo creía.
Aparte, no sentía indicios de haber sido el de abajo; lo cual elevería su nivel de preocupación porque odiaba eso.

Podría comenzar a hiperventilar perfectamente.

Lo van a despedir.

No conseguira laburo nunca más, en su vida.

0 recomendaciones. Alrededor de 20 quejas.

No se imagina cómo se verá en su curriculum;  "Tuvo relaciones sexuales con un compañero en el establecimiento de trabajo".

Blas, quién duerme desparamado junto a él, estira su brazo sobre el abdomen de Esteban y murmura cosas inentendibles.

Oh, la puta madre.

¿Cómo salgo de esta situación?

¿Cómo lo vuelvo a mirar a la cara?

Con la certeza de que el chico tiene el sueño tan pesado como un perezoso, Esteban se levanta de la cama, igual trata de no hacer ruido.

En la habitación hace calor, todavía. En el camino de la cama al baño divisa su ropa y sus zapatos tirados en el suelo. Esteban piensa, en ese segundo, que los momentos de calentura son tan desesperados e imprudentes, pero es un pensamiento de un veinteañero virgen o directamente de un viejo demacrado. Borra eso de su cabeza.

Al pasar dentro del baño recuerda vagamente haber estado allí ayer, abrazando a Blas como un niño y...

Me re cago en la concha de tu madre.

Esteban toca su cuello mirándose en el espejo, impresionado por la cantidad de manchas moradas y rojas que tiene en la piel.

Un camino de chupones recorre su piel blanca y tersa, desde su cuello, sus hombros, hasta parte de su pecho.

Nene del demonio.

¿Cómo iba a disimular eso ahora?

También nota que tiene el labio de arriba partido. Había sentido un poco de sabor a sangre, pero no pensó que lo tenía roto.

Lo que menos necesitaba era evidencia de lo ocurrido.

Está en completa estupefacción, admirando cada marca y repasándolas con sus dedos. Algunas duelen un poco.

Tal vez sí fue el de abajo, pero no sentía dolor en el culo ni en las piernas. Capaz Blas era malísimo. Eso volvería incluso peor tener que verle la cara.

ʜᴏᴛᴇʟ ʀᴏᴍᴇʀᴏ ᵇˡᵃˢ ˣ ᵉˢᵗᵉᵇᵃⁿ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora