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Es lunes.

Y sólo se quiere morir, al igual que el domingo y el sábado, ni hablar del viernes.

Juani sigue tirado sobre su cama aunque sean las 4 de la tarde, cosa que ni le importa porque no tiene nada qué hacer. Absolutamente nada más que llorar y odiar su vida en bucle.

Sigue repitiendo esa noche en su cabeza; la mirada indescifrable de Francisco apuñala su corazón cada vez que la recuerda. Incluso piensa que una puñalada dolería menos.

Sus ánimos están tan enterrados bajo tierra que no ha sido capaz de levantarse a buscar su cargador, por lo que lleva más de 4 horas sin usar el teléfono, y eso es un récord, el mayor récord de su vida.

Tiene hambre pero no quiere comer. Odia tener el pelo sucio (no lo lava desde el viernes) y no es capaz de bañarse. Quiere ver tiktoks hasta que sean las 2 de la madrugada, pero está seguro de que su cargador está en la casa que comparte (¿compartía?) con Francisco. Llora por eso.

Todas sus cosas están en esa casa en realidad. Nunca hubiera pensado en hacer sus maletas porque pensó que viviría ahí toda su vida, con él.

Ahora no tiene nada, ni a nadie.

En la soledad de su habitación, sólo espera que esto sea una pesadilla de la cual ojalá despierte pronto.

Se despertaría llorando en la cama matrimonial que compartía con Fran; le contaría su sueño y él le prometería por el meñique que eso nunca iba a ocurrir.

Qué lindo sería eso.

Pero no podría estar más alejado de la realidad, donde está devastado, con el corazón roto en la palma de la mano porque Francisco lo engañó y humilló frente a un montón de personas; comparado con todo el dolor de la infidelidad, ni siquiera le importa que todos en el hotel sepan.

Juani cree que no confiara nunca más.

Levanta las sábanas del pie de la cama y se cubre con ellas. Dormir es lo único que hace sin sufrir de por medio.

Escucha cómo tocan la puerta.

Una vez.

Se cubre la cara con una almohada.

2 veces.

Ahoga un grito en la almohada.

3 veces.

Se pregunta quién podría ser. Se levanta con el mayor pesar del universo. Si es alguno de sus amigos, no podría dejarlo afuera cuando vino a verlo, y aunque un pedacito de su corazón espera que sea Fran para pedirle perdón por todo, le aterra por completo la idea.

En su camino hacia la puerta ignora todo el desorden a su alrededor. Igual siempre estaba así, su cuadro depresivo no tenía mucho que ver.

Toma el pomo de la puerta y se arrepiente.

¿Y si era Francisco?

Lo suelta.

¿Cómo sería capaz de soportar no correr hacia sus brazos y perdonarlo, incluso si lo está odiando?

—Juani te escuche, dale abrime que hace un frío.

Abre de inmediato y salta sobre los brazos de Pipe.

Su amigo casi se cae hacia atrás por el repentino peso, qué suerte que era fuerte y ninguno se rompió la cabeza.

Juani esconde su rostro en el cuello de Pipe, mientras él pone una mano en su muslo para sostenerlo y la otra en su espalda.

—Pérdoname por no venir antes—Le dice contra lo rulos desarmados que se le filtran en el rostro—. Los chicos me dijeron que primero teníamos que darte tiempo.

ʜᴏᴛᴇʟ ʀᴏᴍᴇʀᴏ ᵇˡᵃˢ ˣ ᵉˢᵗᵉᵇᵃⁿ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora