Estaba harto del verano. Vaya estación de mierda. Hace un calor terrible y Esteban está obligado a estar en traje sentado frente al computador todo el día.
Al menos el turno de la tarde es tranquilo (el más tranquilo de todos, de hecho), no soportaría tener que pelear con gringos a las 9 am y con el sol pegándole en toda la cara.
No es que Esteban discuta, solamente está exagerando, porque él se enoja con los huéspedes pero nunca, nunca lo demuestra.Siempre se enoja con su compañera de la recepción, pero ese ya es otro tema.
Da unas vueltas en su silla giratoria, trata de mantener un lápiz parado en su nariz, hace corazones con los clips, y cuando está a punto de levantarse para robarse un termo de la cocina, entra alguien al hotel.
Esteban mira por sobre el computador; un chico alto, flacucho y con pelo chistoso entra en la recepción.
Este no es gringo.
Kukuriczka ajusta su corbata por mera impresión.
Mientras el chico va acercándose, Esteban ya vio todas sus intenciones. "El Poste" (apodo creativo por parte del rubio) lleva una carpeta regordeta bajo el brazo y una sonrisa que no es normal para el calor que hace afuera.
—Hola, buenas tardes ¿qué se le ofrece?—Esteban le regala una sonrisa amable, esperando que deje el curriculum rápido para que él pueda tirarlo rápido a la basura.
El Poste se detiene frente al mesón-escritorio, dispuesto a abrir la carpeta e irse.
—Buenas, vine a dejar un...—Esteban se sorprende por su voz grave, no combinaba mucho con su apariencia de película de Tim Burton—. Ay, el botón se atascó.
El recepcionista se limita a observarlo en silencio.
—Qué carpeta de mierda, ¿no?—Poste trata de hacer menos incómodo el ambiente mientras trata de abrir su carpeta del demonio— La compré en los chinos, no vayás.
Esteba se ríe.
—El hotel no paga tan bien como para no comprar en los chinos.El chico es sorprendido por la respuesta sincera y el botón de su carpeta sale volando.
Todos los papeles caen al suelo.
—Oh, perdón—Enseguida se agacha para recoger sus 30 curriculums—, dejáme tomar esto.
A Esteban se le estruja el corazón. No era su culpa comprar algo de mala calidad.
Bueno, sí, lo era, pero pobrecito.
—Pará, pará, yo te ayudo.
Esteban se levanta del escritorio y se agacha sobre sus rodillas para recoger las hojas a su lado.
El pibe está nerviosísimo ahora. Recoge las hojas como si el piso las derritiera.
Esteban las comienza a juntar en el espacio entre ellos, cuando quedan 2 o 3 hojas, se da el lujo de leer una de ellas.
Blas Polidori. Trabajó en Mcdonalds, en un mecánico, en una peluquería y un etcétera bastante extraño.
—¿Querés dejar uno acá?—El recepcionista lo dice casi con burla— No tienes la expericiencia para esto.
Se da cuenta del comentario desubicado luego, y le quiere pedir perdón, pero Blas ya está de pie, sonriendo como si no acabara de ser insultado por un idiota en traje.
—Créeme que con Mcdonalds es suficiente—El pibe responde y le extiende la mano. Esteban mira la extremidad con duda, le pega sutilmente y se para también—. Ay, qué buena atención, che.
Esteban palmea sus pantalones para limpiarlos, aunque ni siquiera tocó el piso. Al levantar la vista, sólo se encuentra con el cuello de Blas.
Mierda, de cerca era como 30 centímetros más alto de lo que suponía.
Al chico le daría una tortícolis asombrosa si trabajara en recepción.
—Perdón que te diga esto—Esteban tiene corazón de pollo, sin embargo, siempre ha sido un hombre directo—. No te van a contratar acá.
Blas le rueda los ojos, pasa de él y apoya tanto la carpeta (y las hojas) como sus brazos sobre el mesón.
—¿No me ofrecés un matecito?
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ʜᴏᴛᴇʟ ʀᴏᴍᴇʀᴏ ᵇˡᵃˢ ˣ ᵉˢᵗᵉᵇᵃⁿ
FanfictionDonde Esteban es recepcionista en un hotel O Donde Blas consigue su primer trabajo como botones. *algunos caps sobre juani x fran