Capítulo 8

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En la cabina del Perla Negra, Jack abrió los ojos completamente. Miró a su alrededor y vio que Angélica estaba acurrucada a un lado suyo, ella seguía dormida. Angélica sintió que Jack empezaba a moverse y despertó. Vio que Jackie no estaba y dijo:

―¿En dónde está Jackie?

―No sé, ayer dijo que iba a pasear a la cubierta―le respondió Jack despreocupado.

Hubo un momento de silencio profundo, de pronto los dos gritaron al mismo tiempo:

―¡¡¡LA CUBIERTA!!!

Jack y Angélica se pararon del sillón donde se encontraban. Jack se dirigió a la mesa donde antes estaban su espada, su pistola, su brújula y su sombrero. Cuando vio que no estaban, se quedó algo extrañado y dijo:

―No están mis cosas.

―¿Cómo de que no están? Si nadie de los tripulantes puede entrar a la cabina sin permiso a excepción de Jackie―dijo Angélica.

―Hay que revisar el barco, pero ya en este mismo instante.

Jack y Angélica salieron de la cabina y apresuradamente buscaron al maestro Gibbs. Cuando Sparrow y Teach lo encontraron, Angélica le dijo:

―Ayúdame a revisar la cubierta, Jack revisará abajo con los demás marinos, hay que encontrar a Jackie, si algo le pasara jamás me lo perdonaría.

―Sí Angélica―respondió el maestro Gibbs, que era el primer oficial al mando del navío.

―Busquemos a Jackie y si se puede, la encontraremos hoy mismo―dijo Jack.

―Jack, ¿y tu pistola, tu espada y sombrero dónde están?―preguntó Gibbs.

―Parece que Jackie los tomó y se fue, aparte también se llevó mi brújula―le respondió Jack.

―¿La brújula Jack?―gritó Gibbs―, pero ella al parecer no tiene nada que buscar, o tal vez si.

―Maestre Gibbs hay que revisar la cubierta, porque no quiero perder a Jackie, no quiero perderla―dijo Jack.

―¿De verdad la quieres?―pregunta Gibbs extrañado.

―Angélica con todo lo que me ha contado de ella, me ha hecho amarla en poco tiempo.

―Si me lo permites Jack, iré a ayudar a Angélica a buscar en la cubierta―dijo Gibbs cordialmente.

―Está bien, yo mientras iré a buscar en los cañones de abajo y en las reservas de ron lo más pronto posible―dijo Jack.

Jack bajó a buscar en las reservas de ron, y aunque no veía a nadie seguía buscando. Cuando buscaba a su hija, gritaba su nombre una y otra vez. Mientras tanto en la cubierta, Angélica también buscaba a Jackie. Cuando Angélica iba pasando por las orillas del navío, se percató que no estaba uno de los botes. Se puso a pensar que tal vez su hija se había escapado, y creyó que el día anterior, que salió a pasear en la cubierta, escapó por alguna razón, tal vez era por lo que la tenía preocupada. Angélica siguió observando, unos minutos después bajó las escaleras hacia las reservas de ron, buscando a Jack y gritó:

―Jack, no está uno de los botes.

Jack escuchó a Angélica y empezó a correr hacia donde ella se encontraba. Cuando llegó le dijo:

―Ven, subamos a ver.

Jack y Angélica subieron a la cubierta y efectivamente, no estaba uno de los botes. Jack era egocéntrico y alcohólico, pero también era astuto. Estuvo pensando en varias posibilidades de porque no estaba ese bote. Tal vez las cosas de Jack no estaban, pero tal vez otro marino escapó en el bote que falta, le preguntó a Angélica:

―¿Y revisaste arriba en los mástiles?

―No he revisado allá arriba, puede ser que esté allí―le responde Angélica.

―¿Y por qué no vas y buscas?

―Mejor ve tú.

―La verdad Jack, ella es una dama, debería ir todo un caballero pirata como tú―argumento Gibbs.

―¿Yo un caballero?, por favor no digas tonterías Gibbs―dijo Jack.

―Bueno, entonces iré yo, pero si me caigo y muero, no quiero que reclames nada―dijo Angélica.

―Entonces yo voy y así tú no morirás si llegas a caer―dijo Jack.

―Estas actuando igual que cuando mi padre te obligó a saltar.

Jack subió hasta lo más alto, observó hacia abajo y tragó saliva para quitarse el susto. Miró los alrededores y no había nadie, solamente el vigía. Jack estaba a punto de bajar a la cubierta, volteó hacia en frente, bajó la mirada y reaccionó rápidamente, volvió a voltea a enfrente, era el Holandés Errante lo que se veía a lo lejos. A Jack no le preocupaba ese navío, pues él creía que su amigo William Turner era el capitán, pero no era así, era Armand Jones, pero Jack no lo sabía.

Finalmente Jack bajó a la cubierta. Anmgélica lo miraba con esperanza de encontrar a su hija. Jack negó con la cabeza haberla visto y dijo:

―Jackie no está en el barco.

―Entonces, ¿dónde crees que esté nuestra hija?―preguntó Angélica con un tono de decepción en su voz.

―En el Holandés Errante―dijo Jack señalando el otro navío.

―En el Holandés Errante, ¡estás loco!, de seguro ya está muerta, eres un cruel e ignorante―dijo Angélica molesta.

―Me estás echando la culpa de algo que yo no hice, además tu hija lo decidió.

―Nuestra―dijo ella entre dientes.

―Como sea.

―Señorita Angélica, la única persona que pudo haberle hecho daño de verdad en el interior a Jackie y que le haya dolido mucho, además de recaer en su corazón es...―empezó Gibbs, pero fue interrumpido.

―Ya dime quien es la persona que hizo que mi hija huyera al Holandés―dijo Angélica exaltándose.

―La verdad, no es por ofender, pero, usted hizo que huyera―dijo Gibbs dirigiéndose a Angélica.

―¿Pero por qué la lastimaría?, aparte nunca le he hecho nada malo para lastimarla, además es mi hija y la amo―dijo Angélica.

―Pero tú has vivido más tiempo con ella y desde que nació, ya casi cumple dieciséis años viviendo con ella―dijo Jack.

―Pero tiene quince años―reprochó Angélica.

―Ya casi cumple dieciséis, no es una niña, acéptalo, ya dejó de serlo hace mucho tiempo―dijo Jack.

―Lo sé, ¿pero qué hice para que huyera?―dijo Angélica muy preocupada.

―Yo sé que va a volver―dijo Jack abrazándola, cosa que nunca había hecho.

―Es lo único que me importa Sparrow.


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Piratas del Caribe: El regreso del Holandés ErranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora