— ¿Y bien? — pregunto, intentando no sonar desesperada — ¿Acaso no es tu libertad precio suficiente? ¿No crees que estoy siendo bondadosa?
Helem y Maleska, las criadas de Kadesh se miran entre ellas, luciendo nerviosas. Había decidio ofrecerces un trato a cambio de información, pero ninguna de las dos parecia lo suficientemente dispuesta a hablar, y aunque me había costado un poco el acto de reina severa, realmente me estaba esforzado. Negandome a dejar que Madha lastime más aún a mi familia y al reino.
Maleska es la primera en ceder. Es una mujer joven y tiene una familia, por lo que tiene más en juego, así que no me sorprende cuando da un paso hacia adelante y se deja caer de rodillas.
— Por favor, majestad — Pide — Le diré lo que quiere, solo...por favor no me aleje de mis hijos.
Aprieto los labios y miro a Helem, quien se niega y levanta la barbilla de forma testaruda, por lo que finalmente hago un gesto a los guardias, preguntándome donde demonios estaba mi jefe de segurad cuando lo necesitaba. Los guardias toman a la mujer por los brazos y se la llevan lejos. Sin embargo, Maleska se mantiene frente a mi.
— Está bien, habla — ordeno, sentándome de la misma forma que tantas otras veces había visto a la reina Neeja hacer.
Si algo habia aprendido de ella, era como actuar cuando quería ser respetada o temida. Incluso si la idea de infundir temor en alguien más me hace un nudo en el estómago, me obligo a mantenerme firme.
— S-su hermana, mi reina — se apresura a decir la mujer finalmente levantando ls mirada — Prometió una compensación si espiabamos para ella
— ¿Qué quería saber? — pregunto, intentando no sonar demasiado desesperada. Miro en dirección a Lumila, que está sentada del otro lado de la habitación luciendo algo pálida y preocupada, pero me da un par de pulgares arriba y una sonrisa de confianza.
Maleska traga con fuerza
— Sus horarios, majestad — Confiesa finalmente — Nos pidió sus horarios y los de los niños, ella...ella quería que entregaramos al señor Kadesh anoche, luego de la cena, pero no sabía que el rey volvería, y...él nunca apareció
Mi cuerpo entero se tensa y siento un pequeño pitido en mis oídos mientras la ira y el miedo se instalan en mi pecho. Me pongo de pie.
— ¿Entregarlo? ¿A quien? — pregunto, apretando los puños, ¿Acaso pensaban secuestrar al niño? Miro a Lumila, que luce tan asustada como yo me siento. Maleska me mira con nerviosismo y luego en dirección a mi hermana, que frunce el ceño.
— Jadhe — susurra Lumila, palideciendo incluso más — Oh Dios.
Miro a mi hermana, sintiendo que falta una pieza del rompecabezas y que sea la que sea, no me va a gustar en absoluto escuchar la respuesta, miro a Maleska con dureza
— Explicate, Ahora. — La mujer tiembla lígeramente
— No sé más que eso, majestad, él pidió por el niño y...La señora Madha nos pagó para entregarlo — levanto una mano, deteniendola, completamente asqueada ante la idea de que un hombre como Jadhe estuviera....es decir, no era... no era posible — Pero él nunca llegó.
— Llamen al rey — Digo con viz débil, sintiendo mi cuerpo entero temblar a causa de la impresión, Lumila se deja caer sobre una de las butacas, luciendo extremadamente pálida y casi enfermiza, alarmada ante su esrado, me acerco a ella, ordenando a los guardias llamar tambien al médico real — Hermana, ¿estás bien?
— Jadhe...— susurra, mirandome con ojos llenos de dolor — Yo...él estuvo aquí, anoche.
Mi corazón se detiene mientras intento atar cabos, y con el corazón en la boca, sacudo a mi hermana
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Maldito Compromiso - A Hoffman Story
Любовные романыPara Harold, su deber siempre fue el de ser rey, incluso cuando su pasión por la fotografía era lo unico que lo hacía feliz, luego de que su madre y su padrastro lo traicionaran e intentaran arrebatarle todo lo que le importaba, sus responsabilidade...