CAPÍTULO 10

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Hazel

No sé cuánto tiempo me quedo procesando lo que acaba de suceder. Es como si mi mente se hubiese ido, transportándome de regreso a cuando tenía siete años. Los recuerdos que traté de enterrar vuelven a inundarme: sus manos en mi cuello, sus amenazas, la sensación de ser diminuta frente a una figura diez veces más grande que yo

Estoy absorta en un mundo en el que ya no pertenezco. Escucho voces, voces que me llaman, pero no logro distinguir de quiénes se trata. De repente, una luz aparece, una luz que me hace reaccionar, poniéndole un rostro inmediato a las voces

— cachebú, ¿Te sientes bien? —habla la rubia con tono de preocupación

— s-si —articulo mientras me ayudan a levantarme— sólo me duele un poco la cabeza

— ¿Hazel quién era ese tipo? —cuestiona Martina con molestia en su voz

De seguro Olivia le dijo

maldición

— no es el momento Martina —reprende la rubia

— claro que es el momento
—Inquiere una Martina muy enojada— de echo todo el tiempo lo fué, todo el tiempo fue momento para que nos dijeras lo que estaba sucediendo

— no soy una niña para tenerles que rendir cuentas de todo lo que hago o me pasa ¿Lo sabes, verdad? —escupo enojada

La ira y la frustración hierven en mi interior

— ¡Hazel, pudo matarte! ¿Cómo puedes decir que no debemos preocuparnos?
—espeta Martina mientras me mira con desconcierto y decepción al mismo tiempo

— no iba hacerlo —finjo seguridad agobiada por la situación

Ambas me miran incrédulas

— ¿Cómo puedes estar tan segura?
—pregunta Madi con su voz llena de confusión

—Porque lo que quiere de mí no es mi vida
—confieso— Quiere que atienda a una niña

— ¿Una niña? —cuestiona Martina frunciendo el ceño— ¿Qué tiene que ver una niña con todo esto?

Suspiro dispuesta a contarles todo de una vez por todas para que me dejen en paz. Les cuento tanto de la llamada que recibí en casa de Grecia como la que recibí en mi casa

— Así que eso es todo —digo al terminar

Martina se remueve el cabello con frustración, dándome la espalda, mientras la rubia se sienta en una de las sillas y coloca sus manos en su cabeza

— ¿Que sucede? —inquiero

— ¿si sabías que ese tipo puede ser alguien peligroso verdad? —pregunta la castaña— digo, eso de amenazar e intentar matar no lo hace cualquiera. Menos en un país ajeno

— ¿crees que soy estúpida? —cuestiono con molestia— es obvio que es alguien peligroso.... o.... ¿Esto lo haría un cura?
—siseo sarcásticamente señalando mi cuello

— deberías hablarle a la policía —propone la rubia cambiando el tema— nosotras podemos ayudarte a...

— No pondré ninguna denuncia —advierto— No le tengo miedo, solo reaccioné así porque me atacó desprevenida. Yo sola puedo con él

— Haz...

— ¡Hazel nada! —alzo a la voz— ya estoy harta de que me traten como a una bebé carajo, déjenme en paz y preocúpense por ustedes

Saco mi celular bajo las miradas de incredulidad de las chicas delante de mí y veo que son las 12:00

» si me disculpan tengo cosas que hacer
—continúo sin mirarlas haciendo un ademán hacia la puerta

Amor Entre SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora