CAPÍTULO 11

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Este será la perspectiva de Massimo, desde el momento que cerró la puerta de la oficina de Hazel

Massimo

Apenas cierro la puerta de la oficina, una ira ciega me consume. Esa maldita mujer me desafió, Aprieto los puños mientras camino hacia mi coche, intentando controlar un poco mi respiración

Observo a la vieja que tiene como secretaria esconderse detrás del escritorio

Patética

Salgo del asqueroso lugar, me monto en mi Aston y conduzco de regreso a la pocilga llamada casa. Conduzco con la misma intensidad con la que intento controlar mi rabia, las luces de esta miserable ciudad pasan a toda velocidad mientras mi mente vuelve una y otra vez a la imagen de la maldita mujer. Esa mirada desafiante, esa insolencia... No sabe con quién se ha metido. No tiene ni idea

Al llegar, encuentro a Gianna esperándome en la puerta. La ignoro y entro directamente, subiendo las escaleras de dos en dos

Ella me sigue

— ¡Massimo! —me llama, pero la ignoro ¡Massimo! —insiste, y esta vez volteo hacia ella. Sus ojos están llenos de preocupación, pero mi paciencia está agotada

— ¿Qué quieres? —digo, con voz fría y cortante

Ella suspira

— Massimo, no puedes ir matando personas a diestra y siniestra, acabamos de llegar
—inquiere y sé que habla de la perra de esta mañana

¿Quién se cree esta mujer? Mi furia se intensifica. La última cosa que necesito ahora es que me digan qué hacer

— ¿Qué? —respondo con desdén— ¿Qué crees que estás haciendo, dándome lecciones? ¿Crees que me importa tu opinión?

— lo que quiero que entiendas es que...

— Lo que yo quiero que tú entiendas es que la única razón por la que te permito que estés en mi casa es porque Alessia te quiere, por nada más. Pero si sigues metiéndote en mis asuntos, créeme que eso no me va a importar en lo absoluto —digo con frialdad

Ella se echa hacia atrás, claramente afectada por mis palabras, pero no dice una sola palabra más. Sin prestarle más atención, la dejo allí y me dirijo a la cosa que se supone es mi oficina

Una vez en mi despacho, enciendo mi ordenador y reviso los informes y registros que me ha enviado Francesco desde Italia. La información es detallada y precisa, y confirma que nuestras actividades están en marcha y que las operaciones en curso avanzan sin problemas. Todo está en orden

Hasta que hace algo bien

Mientras sigo revisando los datos, mi celular empieza a vibrar por una llamada entrante

Es Enzo

— ¿Qué quieres? —digo en cuanto tomo la llamada, mi voz cargada de impaciencia

— Uy, qué genio —dice el infeliz con diversión

«Respira» me digo

— No tengo tiempo para tus tonterías Rinaldi ¿Qué es lo que quieres? —pregunto apretando los dientes

— sólo quería saber si hablaste con la psicóloga —inquiere

— que mierda te importa si hablé o no con ella —espeto con rabia

— parece que el ají de México te está volviendo más irritable —inquiere burlón y escucho una risa escandalosa que reconozco de inmediato

— a tí y al otro imbécil que está contigo los voy a matar —advierto

Amor Entre SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora