CUATRO

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Su ducha duró más de lo esperado. Antes de salir, se cepillo los dientes, aún sabiendo que en pocos minutos los iba a manchar de nuevo. Taek enrolló la toalla en su cadera, tomando otra para secarse el cabello. Sus músculos eran dignos de alabanza.

Con solo moverse, todo se apretaba, era un espectáculo. Sus pectorales eran algo que sobresalían, al igual que sus hombros, muslos y piernas. No por nada, su uniforme lo apretaba un poco.

—Aaah, pero que día. —Ni se tomó la molestia de abrir sus ojos, entró a su habitación y buscó solo un pantalón, su bóxer y claro, una liga para poder sujetar su cabello.

Al terminar, extiende las toallas y sale.

Cerró la puerta de su habitación y fue a la cocina, antes de entrar, sintió algo raro en el ambiente, había alguien más, un olor que se mezclaba con el suyo. No le gustaba esa sensación.

(¿Un ladrón?)

Miró a los lados, y luego, caminó a la sala, pudo ver unos zapatos de puntas, junto a eso, un traje y un abrigo de piel. Taek estaba estupefacto con la presencia del "supuesto" ladrón.

Además, ¿qué loco utilizaría un abrigo de piel en pleno verano?

—...

—... —Taek hizo una ligera mueca.

Ambos se miraron, pero la mirada del intruso bajó a su abdomen.

(¡Pero que desvergonzado!)

Taek no le tomo importancia a la desvergonzada mirada del sujeto, en cambio, caminó hacia el.

—¿Quien eres? —Taek estaba hablando en coreano, y por supuesto que el chico sentado no le iba a entender. Valla lío—. ¿Sabes Inglés? —Esta vez, su acento cambió, el rubio asintió—. Aaah, que bien. —Suspiró, luego se dio la vuelta dándole la espalda. Tenía hambre, luego hablaría con el.

Primero tenía el deber de alimentar a sus cuatro estómagos.

—¿Todos los coreanos son negros?

Aquella pregunta hizo que los pasos de Taek joo se detuvieran en seco. ¿Negros? ¿De qué mierdas esta hablando ese loco?

Taek lo miró por encima de su hombro.

—No.

—Ya veo.

El moreno entró a la cocina, llevando en sus manos las bolsas, empezó a organizar todo, y a calentar agua. Iba a morir si no comía algo rápido.

Escuchó pasos, pero no volteó a ver, solo le quedaba una bolsa más, y por fin podría esperar su ramen.

—Si me vas a preguntar sobre tu habitación, ya sabes cual es. —Sacudió sus manos, y luego se dio la vuelta—. Odio que invadan mi espacio personal, y también que sean desordenados. —Estaba siendo claro, Taek odiaba mucho el desorden. Un punto para su hermano mayor, quien lo abrigo a ser un organizador excesivo—. Soy Kwon Taek joo, un gustó conocerte. —Taek extendió su mano, esperando que el chico blanco frente a el la estrechara.

—... Zhenya, un gusto Taek joo.

Los ojos azules de Yevgeny brillaron, estaba fascinado con el chico frente a el.

Luego le daría las gracias a su padre y hermano.

(...)

—¿Así que eres nuevo?

—Si.

—Bien, entonces por eso el director me estaba llamando, viejo de mierda. —Masculle, entrando al ascensor junto a su compañero—. Parece que tus padres planearon todo, hasta uniforme te mandaron.

—Puede ser.

(¿Pero que mierdas? Por lo menos di algo más que solo tres o dos palabras.)

Taek suspira manteniendo la calma.

—¿Cuentos años tienes Zhenya? —Su comentario era considerado para el mismo Taek un poco atrevido, y aunque esta mal visto para muchos coreanos, para el solo era una pregunta que tenía qué ser respondida.

Zhenya ni volteó a mirarlo.

—17.

Taek joo asintió.

Salieron de la residencia, Taek antes de salir, dejó las llaves con la recepcionista, quien la verlo acercarse, se acomodó el cabello.

—Buenos días —saluda, llevando su mano a su bolsillo—, dejaré la llave. —Taek alzó su mirada, notando que la recepcionista lucia más guapa que las otras veces que la había visto—. Te vez muy bien utilizando lentes, ¿te los recetaron? —Taek joo sonríe, la chica no pudo evitar bajar su mirada.

—Si. —Afirmó. Tomo la llave y la guardo en uno de los cajones. Sus mejillas estaban rojas.

Taek se despide y sale, a su lado, estaba Zhenya, quien volteó a ver a la chica. Ambos conectaron sus miradas, Zhenya sonrió con encanto.

Al parecer, algunas coreanas tenían buenos senos.

Al parecer, algunas coreanas tenían buenos senos

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Condenado a AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora