Al momento de llegar, Zhenya decidió subir por las escaleras, no se cansaba con facilidad, muy pocas veces se sentía cansado, cuando fue enviado a la escuela militar, no podía dormir con tranquilidad, siempre estaba a la defensiva, alerta a cualquier anomalía en su entorno. Desde que pisó el suelo de ese lugar, fue víctima de numerosos abusos.
Si su familia ya lo creía un loco, en ese lugar lo enloquecieron aún más, a tal punto, que tocó el fundo de su mismo cuerpo, eliminando todo rastro de humanidad, destrozando sus órganos.
Nadie merecía su compasión.
Mientras subía a pasos lentos, sentía que sus pulmones estaban más frescos que antes, y no solo eso, también se sentía renovado, el sexo que tuvo con esa mujer, fue realmente bueno, aunque, a tenido mejores, pero no se queja. Estaba satisfecho.
Al darse la vuelta, se encuentra con una pareja, la cual, se le queda mirando. Estos saludan, pero Zhenya pasa de largo.
—Valla, que personitas tan encantadoras. —Se burla.
Había una gran diferencia de educación, además de estándares.
Siguió subiendo.
Ahora que lo pensaba, jamás llegó a interesarse en alguien, y mucho menos en un hombre, se le hacia extraño sentirse atraído por uno, además, cuando estuvo en la escuela, tenía a todos los chicos detrás de el, para hacer lo que quisiera con ellos, más sin embargo, solo los utilizaba como sacos de boxeo.
Sabia que cuando se interesaba en algo, jamás lo dejaría ir, y si ese fuera el caso, primero lo dejaría medio muerto, para volver a por el, y jugar, como un niño.
(...)
Una bolita pequeña de algodón rozaba la carne abierta, Taek trataba no de moverse, aunque el dolor no le favorecía.
—Tienes un cuerpo muy esculpido, pensé que los coreanos eran flacos, vi muchos esqueletos cuando salí del aeropuerto. —Comentó de repente la hermosa rubia, sonriendo melosa.
Había pasado alrededor de media hora, además, ambos no habían dicho nada.
Taek pensó para sí mismo.
(Su manera de pensar no es tan diferente a la de Zhenya, pero es mejor escuchar aquello que la palabra Negro.)
—Así son los estándares de este país —respondió algo divertido—, pero mírame, soy coreano y mi cuerpo es digno de un soldado. —Expresó orgulloso—. Todo esto es por que tengo una meta, sino, créeme que seria igual a todos esos desnutridos.
Naturalmente, Taek joo es vanidoso, cuida mucho su cuerpo, y no solo eso, también su higiene personal, siempre se a dicho a si mismo, que la manera más efectiva de ser atractivo y atrayente era esa, ser ordenado y limpio. Su madre fue un claro ejemplo de eso.
Olga asiente.
—Dime Taek, ¿cuándo cumples tus 18 años?
(¿A que viene esa pregunta?)
—A, eso —taek llevo su mano su cuello—, en pocos días.
—Oooh, o sea que ya vas a ser un chico adulto, aunque no pareces tener 17. —Ríe, tomando el algodón y dejándolo a un lado—. Pásame eso. —Pide, apuntando con su dedo las gasas—. Cuando te vi, pensé que tenías 20 años.
Taek joo ríe.
—No eres la única —afirma, poco después le entrega las gasas—, me siento bien cuando me dicen eso, ya que no me veo como un niño.
Ambos se observan y ríen.
Había pasado un tiempo desde la última vez que se sintió a gusto con alguien, no conocía muy bien a la mujer que estaba curando sus heridas, tampoco sabía cuantos años tiene, o cual es su comida favorita, pero hay estaban, riendo como tontos por algo estúpido.
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Condenado a Amar
Cerita PendekSer un adolescente es lo máximo, y más si eres muy popular con las chicas. Kwon Taek joo es un coreano que a podido hacer un imperio, y gracias a eso, muchas chicos y chicas le agradecen dándole cosas diariamente. ¿Y cómo no hacerlo? aquel joven mor...