VEINTE

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Zhenya parecía más que entretenido observando a las mujeres que entraban con largos vestidos rojos, la temática de la fiesta no era diferente a otras, pero no parecía sentirse aburrido, tal vez porque no estaba pensando en el pez gordo, sino, en como podría poseer a su compañero de apartamento, sus ojos dejaban ver una luz peligrosa.

En su mano derecha, sostenía una copa de vino, la cual había tomado del mesero.

Sus labios tocaban la fría superficie de vez en cuando.

Con solo imaginarlo debajo de él, hacia que su cuerpo se calentara.

Se mantenía en el mismo lugar, nadie lo saludaba, y el no tenía por qué esforzarse por complacer a gente que ni volvería a ver, solo quería terminar la misión e irse a la residencia.

(Al parecer, no a aparecido ese gordo, tal vez tendré que estar aquí por otras dos horas, que aburrido.)


Su ceño se había fruncido, no tanto como para que los demás individuos se percataran.

Inesperadamente, sintió un toque en su hombro, sus ojos se abrieron y antes de estampar la cabeza de la persona contra el suelo, y hacer que ojos, sangre y posiblemente sesos  salieran disparados, se detuvo en seco, observando los ojos llenos de curiosidad de una mujer.

—...

Zhenya dio un paso atrás, la distancia que tenía con la mujer era muy corta, no quería que esta se le acercara, por unos segundos, solo por unos segundos, casi echa a perder la misión.

—Disculpe señor, —una figura alta, semi musculosa, al parecer, esta mujer no era como la mayoría de mujeres que entraban por las dos puertas principales. Su cuerpo no era extremadamente delgado, no como los otros, sino, formado y definido. La mujer parpadeo antes de seguir con su pregunta—, ¿usted a venido con pareja?

Zhenya relajó su expresión, sonriendo como si nada hubiera pasado. Sus encantadores ojos había atraído la atención de la mujer frente a el.

(No la vi entrar por las puertas, ¿abra entrado por la parte de atrás? No, claro que no.)


—Me temo que no, y al parecer, usted tampoco señorita, ¿o me equivoco? —Esta vez, la encantadora aura de Zhenya había relajado las sospechas de la mujer, aún así, ambos se mantenían atentos.

Encantadora y risueña, ojos negros y buena figura, esta mujer frente a el no era una mujer con la cual pudiera jugar y utilizar a su voluntad, con solo ver esos ojos, Zhenya se percató que no podría simplemente ser amable con ella, sino que, tendría que entrelazar una larga conversación haciéndose pasar por William Cord.

O podría simplemente llevarla al jardín y matarla, nada fuera de lo normal para el.

Pero de algo estaba más que seguro, tenía que hacer que esa mujer no se entrometiera en su trabajo, si lo hacía, simplemente la mataría, no era la gran cosa, después de todo, la mierda tiene que ser recogida antes de que otro idiota la reconozco.

—Por supuesto. —Afirmó.

(...)

—¿Y bien? —la voz de Olga hizo que Taek la volteara a ver, el chico no parecía nada nervioso, ni mucho menos disgustado, su semblante estaba más que tranquilo, muy sereno a su parecer—. ¿Aquí es el maravilloso lugar?

—Si.

—Bueno, no es que no me guste, pero —Olga calló unos segundos, pensando en sus palabras—, ¿por qué has elegido un Hotel tan lejos de la residencia? Digo, tres horas es una exageración. —Sus manos se extendieron en el aire, explicando mejor sus palabras.

Condenado a AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora