OCHO

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Las noticias habían recorrido en todas las escuelas, por suerte, la identidad de los dos chicos no fue dada.

Era una bomba.

Taek joo y Zhenya eran el principal motivo de todo el revoltijo.

Los abusadores fueron encontrados, dos ya estaban muertos, y los otros cinco, estaban a duras penas vivos. Taek no se enteró de nada luego de medio día, ya que estaba explicándole a Zhenya los temas que habían visto en las primeras horas. Aunque Zhenya no le prestaba tanta atención, era divertido verlo enojarse.

—Tengo sueño~ —Zhenya bostezó y estiró sus brazos, Taek por poco y recibe un golpe—, esto es taaaan aburrido.

—Cállate, si no quieres aprender, entonces solo dímelo, no pienso perder mi tiempo en explicarte cosas "estúpidas". —Gruño, cerrando el libro de un golpe y levantándose—. De todas maneras, no es como si estuviera tan desesperado en obtener dinero. —Añadió, para darse la vuelta.

Zhenya suspiró hondo.

Taek ya había desaparecido de su campo de visión, su ceño se frunció ligeramente.

Ese hombre es más complicado de lo que parece, entre más lo analiza y detalla, más cosas ve en el, y así como encuentra, también olvida.

Zhenya se levantó para ir tras el, no conocía a nadie más que a su compañero, quien habla un Inglés fluido.

Con pereza, arrastra sus pies y camina donde Taek joo se fue.

Mantenía una aura serena, como cualquier estudiante, pero solo era la piel de un cordero, su paciencia es corta, y aunque vio como su compañero sobresalía en las peleas cuerpo a cuerpo, no era nada para temer.

Cuando dobló la segunda vez el pasillo, se encontró con la piel morena de su compañero, estaba de espaldas, y al parecer hablaba con alguien, Zhenya ni se inmutó a esconderse, no era lo suyo, no al menos cuando no estaba en alguna misión.

Y se escondía muy pocas veces.

—Me gustas, —desde la distancia escuchó a una chica—, y deseo poder estar a tu lado, no soy coreana, pero me puedo adaptar a sus costumbres. —Añadió, tomando las manos del moreno.

Taek joo no sabía que decir con certeza.

Ya había rechazado a muchas chicas, tanto coreanas como extranjeras, siempre con la misma respuesta o excusa. Aún si deseaba con todo su ser poder tener a una compañera, sabia que no podía estar con ella, apenas terminara sus estudios, se iría al servicio, y luego, solo pensaría en volverse espía. Nada de relaciones.

La chica esperaba ansiosa su respuesta, sus ojos brillaban.

Taek joo bajó sus ojos, no podía resistirlo, es un hombre, y por lo tanto, las mujeres eran algo que le atraen al 100%.

Grandes muslos, senos grandes, excelentes curvas, y ese rostro.

Dios, lo estaba pensando.

—Yo... Discúlpame, no puedo. —Al final, la balanza se inclinó—. Iré a prestar mi servicio  militar y también tengo pensado seguir, no puedo asegurarte una vida llena de atención.

Al instante, la chica bajó su mirada y asintió.

—Oh —dejo salir un suspiro—, lo entiendo... Gracias por ser sincero.

—No hay problema, cuídate bien.

—Si.

Luego de eso, la chica pasó por un lado de Taek joo, el moreno siguió su camino con el libro en mano. Podía haberla aceptado, pero, ya estaba decidido.

Condenado a AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora