Después de ser perdonado por Wanyin y finalmente conseguir la tan ansiada normalidad que tanto había extrañado. Lan Zhan se sintió afortunado de dormir nuevamente al lado de su esposo y poder un compartir un agradable desayuno familiar.
Pues estar con su omega e hijo, lo llenó de energía y se sintió más que positivo para iniciar su día. Aunque después de tanto tiempo sin la agradable charla y cálido trato de A-Cheng no deseaba otra cosa que no fuera quedarse en casa e ignorar completamente cualquier cosa relacionada con el trabajo. No obstante, tenía obligaciones y el sonido de su asistente tocando a la puerta se lo recordó.
—Buenos días, Señor Lan. — saludó el joven Xiao Xingchen haciendo una reverencia y extendiéndole una bolsa de farmacia—Aquí esta lo que solicitó.
Wangji saludó y agradeció el encargo al chico, estaba por pedir que lo esperara para ir juntos a la empresa, pero antes de decir una palabra Jiang Cheng se acercó con su pequeño en brazos para ver quien estaba tan temprano en la puerta y ganó un saludo igual de respetuoso de parte del joven.
—Señor Lan... quiero decir Señor Jiang— se corrigió sin saber si debía llamarlo por el apellido de su jefe o no— Es bueno verlo de nuevo y también al pequeño ShengLi.
A-Cheng de inmediato recordó que ya había sido presentado al joven en la fiesta de Leilei y para no quedar como un tonto por haberlo olvidado. Sonrío y lo invitó a tomar un café.
—No es necesario— pronunció apenado Xingchen. Sin embargo su jefe le pidió que hiciera compañía a su esposo en lo que iba por sus cosas y terminó aceptando.—Sera un placer tomar un café con usted señor Jiang.
A Jiang Cheng, Xiao Xingchen le pareció un omega muy agradable y propio, así que al darse cuenta que miraba encantado a su pequeño murmuró.
—Puedes llamarme Cheng o Wanyin, no tienes que ser tan formal. Y si quieres cargar a Leilei, él estará encantado, le gusta mucho que lo lleven en brazos.
Al oír aquella declaración Xingchen no perdió la oportunidad de cargar al bonito bebé de su jefe y mimarlo mientras bebía su café. El pequeño era muy tranquilo y Jiang Wanyin fue sumamente agradable manteniendo una sencilla charla para tratar de conocerse. Aquello sació un poco la curiosidad de Xiao, ya que en los últimos meses el joven esposo de Lan Wangji había despertado su interés.
Estaba intrigado por saber qué tipo de omega había cambiado tanto a su jefe, pues no podía negar que el alfa hablaba todo el tiempo de él; sonreía ampliamente cuando su tío o hermano lo mencionaban y sobre todo se había vuelto sumamente detallista.
Xingchen no era ciego o tonto. Había estado presente en la boda del Lan y había sido obvio para él que su jefe no deseaba casarse, supuso que todavía estaba enamorado de su antiguo prometido y lo comprobó cuando a pesar de estar casado siguió viéndolo. El comportamiento de Wangji no le competía, pero teniendo años de conocerlo nunca había visto que mostrara tal afecto o devoción por Mo Xuanyu como sí lo hacía con el Jiang.
Lo cual despertó su curiosidad y hasta le asombró que su jefe pasara de no querer mencionar a su esposo, a no poder vivir sin él. Xiao Xingchen dejó de darle vueltas al asunto cuando Lan Wangji completamente listo se reunió con ellos.
El alfa sin inmutarse por haber olvidado darle a su esposo el encargo, no dudó en inclinarse hacia él y extenderle la bolsa de farmacia.
—Aquí tienes Baobei—dijo besando sus labios—Ya debo irme así que cuídate mucho y si necesitas algo no dudes en llamarme.
Al abrir la bolsa, Jiang Cheng se alegró de ver la pastilla de emergencia, aunque al darse cuenta que ese era el motivo de la visita de Xingchen tan temprano, se avergonzó y trató de alejar a su empalagoso esposo.