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Finalmente, el esperado día para las dos novias había llegado.

Los organizadores de las bodas se movían de un lado a otro, ultimando los detalles finales para las dos ceremonias que les habían sido encomendadas

El 25 de noviembre, en Owl Place, ambas mujeres se casarían con el amor de sus vidas. Sin embargo, no sería la boda de ensueño que habían imaginado desde pequeñas, cuando todo era más sencillo y divertido, sin preocupaciones.

Martina suspiró mientras se contemplaba en el espejo. Por fin había llegado el gran día y estaba feliz. Se casaría con la mujer a la que amaba con locura, rodeada de su familia y amigos. Pero no estaría su mejor amiga, aquella que siempre había estado a su lado desde que eran niñas, soñando juntas con el día de su boda. Extrañaba a Brisa, su boda no sería completa sin ella.

Suspiró una vez más. Sus amigas le habían asegurado que querían estar presentes en ambas bodas, pero no podrían estar en todos los momentos. Algunas estarían con ella durante su ceremonia y luego se irían a la recepción de Brisa, mientras que otras harían lo contrario.

Fue tedioso, por supuesto. Quería que todas sus amigas estuvieran presentes durante toda la celebración, pero la decisión de tener bodas separadas las obligaba a dividir su tiempo si querían estar en ambas.

Eso era lo peor, no poder ver a Brisa en su día especial como hubiera querido.

Un golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos. Martina se volteó sin saber quién podría ser, ya que sus padres y hermanos estaban con ella en ese momento, excepto Angie, que había ido a felicitar a Brisa. Abrió la puerta, revelando a dos hombres que ella conocía muy bien.

-¡Dario y Sebastian!- exclamó mientras abrazaba a ambos hombres. Para ella, los padres de Brisa eran como tíos, y ellos la apreciaban como a una hija más.

-Hola Marti- saludó Dario y Sebastian la saludó a su manera, abrazándola con fuerza -Con cuidado, Martina debe estar impecable cuando llegue al altar- bromeó mientras ayudaba a acomodar el vestido de Martina después de que la soltara.

-Siempre tan preocupado por los mínimos detalles, ¡pero no puedo evitarlo! Estoy tan feliz de que te cases con alguien tan buena como Lourdes, quisiera decir lo mismo de mi hija...- Susurró lo último, pero todos lo escucharon.

La desaprobación en ambos hombres hacia la relación de Micaela con su hija siempre fue evidente. A ellos nunca les agradó aquella niña mimada, al igual que a sus madres. A ellos no les caía bien nadie de la familia Suarez. Pero su hija decía ser feliz con ella, así que ninguno de los dos fue capaz de negarle la felicidad a su hija.

Aunque tuvieran que soportar a la familia el resto de sus vidas, si Brisa era feliz, ellos la soportarían.

-Vinimos a desearte felicitaciones, no tuvimos tiempo por estar ocupados con todos los detalles de la boda de Brisa. También nos enteramos de todo lo que pasó entre ustedes.- Mencionó Sebastian, quien sonó triste ante las últimas palabras.

-Sí, admito que ambas actuamos de forma inmadura-

-Muy inmaduras- intervino Camila, acercándose y posando su mano sobre su hombro. -Pudiste mencionarlo conmigo, pero decidiste ir con Nicolas, quien es el más vengativo de esta familia.

-¡Oye! Solo para que sepas, no hice nada malo en su contra.

-El punto es... realmente me arrepiento de todo el desastre que causamos por una fecha, de verdad quiero disculparme con Brisa, pero nunca encontré el momento para hacerlo y... creo que ya es tarde.

-No, no lo es pequeña. Tú y Brisa siempre han sido inseparables desde niñas, una simple fecha no borrará todos los momentos que han compartido juntas. Puede que se hayan distanciado, pero después de esto, o si quieres ahora, pueden hablar y reconciliarse.

Martina tragó saliva, sintió cómo las lágrimas amenazaban con brotar. Anhelaba que su relación con Brisa volviera a ser como antes y el hecho de que sus padres no estuvieran enojados con ella la hacía sentir vulnerable.

-¿Guantes?- Su padre, Daniel, se acercó a ella con pasos cortos y al verla, notó unas lágrimas escapando de sus ojos y la abrazó.

Desde que se distanció de su madre y conoció a Verónica, su padre había mejorado en su papel paterno, era casi imposible compararlo con el de antes. Amaba cómo era su padre ahora y prefería dejar atrás su pasado.

Pero rápidamente apartó esos pensamientos. De repente, recordó algo de lo que se arrepentía y se separó de su padre, sacó un disco de su bolso y corrió hacia Nicolas

-Nico, por favor ve al recepcionista de la boda de Bri y dile que intercambie los videos con este, por favor.- Susurró, sin querer que los señores Dominguez la escucharan, ni tampoco alguien de su familia.

Él asintió, disculpándose y yéndose a cambiar los videos.

Martina mintió, diciendo que era un video de ella y Lourdes que querían agregar en el último minuto, por suerte todos le creyeron.

Solo esperaba que no fuera demasiado tarde.



















Guerra de novias -Martuli/ BrangieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora