2. Paralelismos

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Qué es la personalidad, sino una máscara adornada que esconde lo que hay detrás. 

De pequeño soñaba con ser actor. Las películas de acción eran mis predilectas y las culpables de que me la pasase en el cine, comiendo palomitas y bebiendo refresco. Me preguntaba qué se sentiría tener cada día una vida diferente, elegir una historia y apegarme al guion. Por ese entonces no sabía que mi anhelo de la infancia se volvería una maldición pesada sobre mis hombros. O que mi performance sería motivado por necesidad y no por voluntad.

Primero fui un hombre real, el hombre quien solía ser. Un tipo militar, alegre y conforme con su vida, con su trabajo, su esposa y su hogar. ¿Cómo dice la canción? Una casita en el barrio de Santa Cruz, un ventanal y un pequeño patio andaluz. Mi estrella blanca. Pero, al final, llegan los problemas, y quien no logra acoplarse, se extingue.

Mi paso por las Fuerzas Armadas fue breve y trágico. La última batalla en la que fui enlistado acabó en masacre para los míos; solo unos cuantos logramos ser usados como carnada u obligados a traicionar nuestra causa a base de tortura. Yo desaparecí en ese operativo, y Gonzalito nació con él, porque estar vivo es una mala costumbre a la que no quería renunciar. Acepté trabajar como espía para mis enemigos y al poco tiempo fui transportado a un centro de operaciones llamado "la clínica." Ahí conocí a dos personas importantes, la Agente encargada de recalibrar mis voluntades y el chico que se convertiría en una de mis mejores duplas: Gustabo García.

Llegó a La Clínica meses después de mí. Parecía un cachorro asustado, agazapado en cada esquina de cada habitación y perdido en el silencio, desorientado como un barco navegando sin brújula ni estrellas. Otras veces era agresivo a un nivel psicópata, por lo que le reducían a base de noqueo o con tratamientos de inyección que lo hacían desmayarse instantáneamente.

—¿Qué es él? —Le pregunté a Castro en su momento—. ¿Un agente más que ha sido torturado para crearse otra identidad?

La Doctora negó con la cabeza.
—Es un antiguo Agente, sí. Pero su doble personalidad es producto de sí mismo y de su desequilibrio.

—Un enfermo mental, dices.

—De TID, para ser exactos. Es un sistema de dos; el centro del sistema y el álter que ha formado para protegerse.

—Sois más crueles de lo que pensé, Clara. Usar a un pobre diablo...

Castro le miró con el ceño fruncido.
—Le dimos la oportunidad de ser útil. Por mucho menos, hemos condenado a muerte y aplicado la letal o el paredón. Él no se curará con medicamento convencional, Gonzalito. Esta es su única oportunidad.

—Una oportunidad de mierda.

—Tal vez —aceptó ella. Pese a que era nuestra jefa inmediata, su posición en la cadena alimenticia seguía palideciendo a comparación con otras personas—. Es lo que pensamos todos los que acabamos aquí. Pero no tenemos opción. Él tiene una ventaja, a decir verdad. Una facilidad que le fue heredada... ¿sabías que el TID se puede transmitir de padres a hijos?

—No lo sabía.

Ella se rió, de un chiste que yo no conocía.
—Pues Gustabo García es un diestro en la materia. Solo necesita saber cómo controlarlo. Hay tanto en su expediente... Abandonó su verdadera identidad a los seis años. ¿Te imaginas? Y se volvió experto en su temprana adolescencia. Su segunda persona fue un tal James. A partir de ahí, surgió Fred, Wilson... Cada uno más formidable que el anterior.

Gustabo García FICLETSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora