—Soy un hombre de principios. Si tocas a los míos, las consecuencias pueden ser desastrosas. Algo tan insignificante...
Gustabo retrocedió dos pasos. Frente a él, Conway se encargaba de acribillar a Demon, uno de los verdes implicado en el secuestro del comisario. Resultaba evidente que el descontrol iría escalando más y más, y el Inspector se preguntaba si la situación se le iría de las manos. En principio, él y Gonzalito debían evitar que hubiese sospechas sobre la estabilidad mental del viejo. Pero el daño ya estaba hecho, con Gordon y Murray presenciando la masacre.
Varias veces García se lo preguntó, ¿cómo se veía su propia cara atravesando un acceso de locura? ¿Cómo le percibían los de alrededor cuando hacía cosas discrepantes? Y fue como una epifanía que las respuestas pudieran verse reflejadas tanto en la extraña expresión de Conway, como en las miradas estupefactas de la pequeña audiencia que tenían. Gordon era el más afectado y quien había cerrado los ojos al momento que el Intendente recargó la pistola. Olía a suciedad, sangre y carne cruda procedente de los desperdicios de la pollería. Un escenario que francamente producía asco.
Tuvo el impulso de detener a Conway, pero entendía que las acciones de este eran motivadas por una fuerza imparable.
—¡AGHH, COÑO! ¡HACÍA TIEMPO QUE NO SENTÍA ESTO! Con un puto verde, ni más ni menos. ¿Quieres más? —dijo el viejo, inclinándose burlonamente ante el tipo de trenzas—. ¿Hueles eso, verdecito? El olor de la masacre. Lo que te sucederá a ti, si no hablas de una vez. ¿Vas a hablar?—No hemos sido nosotros —alegó.
—Si quieres que las cosas sean así —convino el Intendente, con una risa desquiciada.
Conway regresó hacia Demon; sin importarle su estado lamentable, hundió la navaja en su lumbar repetidas veces, obligándole a saltar para tratar de alejarse. No sobreviviría mucho más tiempo. Su cuerpo, tarde o temprano, colapsaría, desintegrado en el plomo de las balas y desmembrado por el filo del puñal.
"Ostias", se escuchó que susurraba uno de los Sheriffs del norte. Gustabo secundó su sobresalto en silencio.
—Te toca a ti. Dime quién es "RJ", y dónde coño está —preguntó Jack, abandonando a Demon y yendo a por el siguiente Verde.
—Sé que es del barrio, pero es que yo llevo poco tiempo viviendo ahí —explicó el tipo—, no puedo contactarlo y no le he visto en persona jamás.
—¿Te crees que soy un gilipollas? Te recuerdo, putita, que el colador de vísceras que está tirado en la mugre puede repetirse con tu puñetero cadáver.
—En verdad, no le conozco —reiteró el Verde.
Conway resopló y, por un momento, su mirada y la de Gustabo hicieron click. Los ojos marrones del superior destilaban adrenalina y un poco de picardía. La sensación de ser visto fijamente provocó que Gustabo se estremeciera y apretara, sin darse cuenta, los dedos en la metralleta. Jack Conway esperaba algo de él, pero no sabía qué. En general, el mayor estuvo todo el día a su lado. Patrullaron juntos, se divirtieron como en antaño y la simple convivencia calmó esa vocecilla tonta en el interior de García que le repetía lo evidente: Conway se había apartado de él. Y, sin embargo, ahí estaba, mirándole con cierta complicidad, como si estuviesen en una carrera y tuviera intenciones de darle el relevo.
—Pogo triste... —empezó a decir Conway, rodeando al Verde, como si estuviese hablando con él—. Pogo querer amigos, ¿verdad?
Gustabo se congeló, mirando fijamente al mayor. Los músculos se le agarrotaron. Casi al instante lo recordó, la opresiva sensación de irse apagando. La sensación de que dos voces sonasen a la vez, pero que la suya fuese disminuyendo el volumen. Recordó la conversación que tuvieron de camino a la pollería, la supuestamente inocente pregunta de Conway. "¿Te has tomado las pastillas?"
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Gustabo García FICLETS
Fanfiction1. Los policías encuentran a Gustabo dormido en lugares aleatorios de comisaría. 2. Redada a los verdes, desde la perspectiva de Gonzalito. 3. Nadie puede ganarse a los delincuentes como Gustabo. Aunque lo intenten. 4. La noche en que Conway provocó...