29.00

398 41 28
                                    

Sunoo arrastraba sus pies cansado hasta llegar a la puerta de su apartamento, sabía que adentro lo esperaba su novio.

Tenia el cuerpo molido luego de tener que estar rodando como bola de un lugar al otro, sin dudas el departamento de arte agotó todas sus fuerzas ese día.

─Llegué─ Anunció su llegada con ojos adormilados, solo quería tirar su cuerpo en la cama y dormir como piedra

─Sunoo, ven lindo─ La voz melosa de su novio retumbaba en sus oídos ─He preparado esto para ti─ Lo recibió su novio con un beso hasta guiarlo al comedor donde se encontraba la cena adornada a la luz de la vela.

─¿Y esto?─ Preguntó curioso Sunoo ─Hoy no es mi cumpleaños─ Habló riendo él contagiando al azabache.

─¿No puedo hacer algo bonito por mi lindo novio?─ Cuestionó Beom devolviendo la sonrisa.

Sin reprochar más Sunoo entusiasmado se sentó en la mesa, Beom había sido demasiado amable con él hasta ahora, era casi irreal lo perfecto que podía ser, Sunoo de verdad estaba agradecido de haber encontrado un hombre así.

Alguien que lo cuidaba y que jamás lo llegaría a lastimar, él no le rompería su corazón como lo había hecho Sunghoon.

Ah, Sunghoon.

Si era tan feliz con Beom ¿Por qué seguía Sunghoon en su cabeza?

Sunoo se sentía un pésimo novio, porque aún tratando de olvidar al rubio su corazón era un tremendo idiota por dejar espacio a Sunghoon en él.

─Bebe un poco─ Beom tendió de su mano una copa de vino.

Sin una pizca de duda Sunoo dejó resbalar el vino por su garganta, el sabor dulce lo dejo encantando, pero podría sentir algo más en su paladar.

De pronto comenzó a sentir más caluroso el ambiente, sentía demasiada pesadez en su cuerpo, podía sentir el sudor resbalar por su frente

─Yo puedo tolerar el alcohol pero esto...─ apenas lograba balbucear, sentía su cuerpo adormecido, como si poco que poco se quedaba sin fuerzas.

Se sentía raro, el podía ver, podía pero no lograba hacer su cuerpo reaccionar, su garganta se sentía seca e inmóvil.

La mirada de Beom le dio un escalofrío, quería hablar, quería pedirle ayuda pero su cuerpo se sentía tan pesado. Con dificultad abrió su boca para hablar pero sus palabras no salían.

─Shhh, tranquilo bonito─ Susurró Beom en su oído mientras levantaba el cuerpo del pelinegro con sus brazos.

Sus pasos se dirigían a aquella puerta que siempre mantenía con seguro desde que Sunoo se había mudado ahí.

El cuarto rojo.

La visión borrosa de Sunoo dejaba a la vista poco detalles, fotos colgadas por toda la habitación, con dificultad intentaba enfocar su visión en aquellos rostros borrosos.

Aquella borrosa figura donde se distinguía el café, en todas habían unas manchas cafés, hasta que pudo lograr enfocarse en una de ellas.

Era él.

Todas las fotos de la habitación era de él.

                                           
                                                 

Para ser alguien que acosaba a su vecino de manera inofensiva  terminó cayendo en su propia trampa, fue muy descuidado para no darse cuenta que había alguien más acosándolo, que alguien seguía cada uno de sus pasos.

𝘿𝙚𝙫𝙤𝙧𝙖𝙢𝙚 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora