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Narrador omnisciente

Sunghoon estaba en su cama semi desnudo, solo traía sus boxers, dejando su trabajado cuerpo al descubierto para el pelinegro solo unas cuerdas cubrían su muy apetecible abdomen marcado rozando su cuello y pecho que remarcaban sus pectorales, mientras sus manos se encontraban amarradas a la cabecera de la cama, el nudo no lastimaba sus manos pero si era lo suficientemente fuerte para que no pudiera escapar.

Jungwon le había enseñado hacer varios nudos.

─ Sunoo no deberías hacerme esperar─ dijo el rubio en con voz gruesa mientras trataba sutilmente de quitar la soga de sus manos en vano, ya que estas amarraban a la perfección sus manos.

─No debes hablar hasta que te ordene─ dijo el pelinegro mientras se acercaba a la cama y presiono con un pie el miembro semi erecto del azabache, soltando un gruñido al sentir lo dura que ya estaba.

Sunghoon miró con los ojos oscuros a Sunoo.

─Dios, agradece que estoy atado o te rompería ese culo que te cargas─ decía el rubio mientras comenzaba a impacientarse por la creciente y apretada erección en sus boxers.

Lo deseaba.

─Ya vi que no te gusta seguir mis ordenes─ susurró  el pelinegro en su oreja mordiendola al paso mientras  presionando cruelmente la entrepierna del azabache, este levantaba su pelvis para sentir más contacto del castaño.

─Es hora de tu castigo─ habló el más bajo quitando su pie del miembro de Sunghoon, escuchando un gruñido grave de este de como se quejaba por la falta de atención a su miembro.

Tomó de la bolsa que había traído una venda con lindos bordes negros de seda y cubrió los ojos del rubio alzando unos cuantos cabellos que se encontraban rebeldes pegados a su frente.

─Esto no es cincuenta sombras de grey tigrecito, en todo caso tu serías mi sumiso─ habló el rubio con un tono de sorna mostrando sus dientes.

─No, no es cincuenta sombras de grey─ habló el pelinegro acercándose a su cara aunque sabía que Park no podía verle lo podía sentir erizarse un poco bajo su tacto ─Porque Cristián esta más bueno─ dijo susurrando lo último en el oído del más pálido.

─De verdad te dejaré sin caminar por días cuando tu jueguito acabe─ dijo el rubio moviendo su cabeza hacia donde escuchaba al pelinegro.

Sunghoon al tener los ojos tapados tenía que concentrarse más en sus otros sentidos, la voz grave de Sunoo era simplemente un deleite, así que la mínima cosa que hacía el pelinegro lo ponía demasiado, sentía como los largos dedos del pelinegro paseaban por sus muslos recorriendo su abdomen y cuello, sentía magia en las manos de Sunoo.

─Van dos castigos Park ─ habló el pelinegro mientras pasaba sus suaves dedos por el cara del rubio delineando su marcada mandíbula ─Si no cierras la boca no me queda de otra que castigarte.

Sunoo se puso de horcajadas sobre Sunghoon sintiendo como el miembro de Sunghoon estaba duro sobre la tela, quemando el calor de sus cuerpos mientras pegaban más sus pechos al querer sentir mas el calor del otro.

Sunoo repartió besos de su cuello dejando un rastro húmedo hasta llegar a su oreja─¿Hoonie quieres que me mueva para ti?─ preguntó el pelinegro con voz dulce en el oído del rubio.

Sunghoon al escuchar el apodo que le había puesto Sunoo se sintió con más calor que nunca, tan sofocante.

Y mentiría si dijera que su polla no estaba dura y gorda, listo para follar tan duro a Sunoo.

                                 

             
                   

𝘿𝙚𝙫𝙤𝙧𝙖𝙢𝙚 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora