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–Shotaro

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–Shotaro... Taro... Shotaro... ¡Osaki Shotaro! –al escuchar el fuerte grito volví a la realidad y dirigí mi atención a mi amigo.

–¿Sí, Sungchan?... ¿Pasa algo? –contesté con una sonrisa.

–Pues llevas casi todo el día mirándome con una cara de culo, sin decir nada, como si quisieras preguntarme algo. –respondió molesto. –Aparte que no has comido ni un pedazo de pastel que ha preparado mi mamá para ti, es obvio que te pasa algo.

Hoy era viernes, bendito viernes, hace unas horas había salido de mis clases, y Sungchan vino a visitarme, de paso fuimos a la cafetería para poder comer un poco antes de irnos y salir por algunos lugares.

Sungchan tenía razón, algo me pasaba, en todo lo que estuvimos sentados, no le había puesto ni la más mínima atención, y es que mi mente solo podía pensar en lo que paso con Park hace tres días.

Mi mente estaba más confundida que la vez que mi mamá me explicó cuál era la diferencia entre del perejil y el cilantro, pues es que jamás en mi vida me imaginé a Wonbin gimiendo el nombre de mi mejor amigo mientras llegaba al orgasmo, y es que enserio, jamás lo imaginé, pues por un momento, pensé que se había equivocado, incluso quise preguntarle.

Pero ese día, cuando pasó eso, el solo...

[...]

Las piernas de Wonbin seguían temblando, podía ver como su coño palpitaba por el reciente orgasmo, se respiración era agitada, el había apartado sus dedos de su entrada y comenzó a acariciar su clitoris de forma lenta, aún no se había dado cuenta de lo que había dicho...

–W-Wonbin tú... ¿Pensabas en Sungchan? –aún seguía en shock, ya había dejado de grabar y había colocado mi celular en mi bolsillo del pantalón.

En cuanto le pregunté eso, dejó completamente lo que estaba haciendo, se levantó de la cama con algo de dificultad, toma una pequeña cobija y la enredó en su cintura para después salir corriendo y encerrarse en el baño.

–¡Hey Park! –toqué la puerta, estaba tan impresionado por lo que oí hace un minuto atrás, incluso la calentura se me había ido por solo escuchar aquel nombre. –¿Acaso te gusta? ¡Cuéntame! –tocaba una y otra vez.

–¡Ya tienes tu maldito video de mierda! ¡Déjame en paz de una vez! –escuché sus gritos para después escuchar el sonido de la regadera de la ducha ser abierta. –¡Mastúrbate con el si es que quieres! ¡No me importa lo que hagas, sólo déjame!

¿¡Por qué estaba enojado!? Yo no le dije nada malo, él que debería estar molesto debía ser yo.

Pues él jugaba con mi cordura, mirándome a los ojos nuentras tocaba su coño húmedo y gemía de una manera tan excitante... Haciéndome creer que era por mí que estaba así, para después gemir el nombre de otro.

 𝓓𝗼 𝘆𝗼𝘂 𝗵𝗮𝘃𝗲 𝗽𝘂𝘀𝘀𝘆?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora