Capítulo 12

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Esa habitación otra vez. Frío. Sabía lo que sucedería a continuación y, sin embargo, no podía detenerlo. Bellatrix está ahí, mirándola con una sonrisa malvada. El dolor le recorre el brazo. Es implacable. La oscuridad de su magia se filtra en su cuerpo y lo aprieta con fuerza. Ella no puede respirar. El miedo es todo lo que hay. Vibrando en sus huesos.

Con un fuerte grito ahogado, se despertó pero sintió que se estaba ahogando. El agua estaba saliendo de ella. Agarrándose el cuello, corrió hacia el baño, tropezando con una silla en el camino, antes de poder encender la luz y correr hacia el lavabo. El agua salía de ella y entonces se dio cuenta de que era un lodo gris oscuro. Se miró en el espejo y sus ojos estaban completamente negros.

Con un grito se despertó, encendiendo la luz de su mesa de noche. Por un momento se miró a sí misma y se hizo un inventario. Empapada en sudor, su camisa se pega a su piel. No hay aguas negras. Pero su cicatriz se abre de nuevo. Saliendo de la cama a trompicones, se dirigió hacia su varita. El hechizo de curación ahora es algo natural, lo ha dicho muchas veces. Cuando terminó, cayó de rodillas y comenzó a llorar. Estaba tan cansada. Tan cansada de sentirse así. Nada había ayudado hasta ahora. No los curanderos. No la terapia. Si pudiera deshacerse de la cicatriz, tal vez regresaría una migaja de su antigua vida.

(...)

Debido a la falta de sueño de los últimos días, necesitaba más maquillaje de lo normal para verse presentable. El vestido que había elegido con Ginny era algo que a la vieja Hermione le hubiera gustado. La seda lila cubría maravillosamente su cuerpo. Ginny la ayudó con su cabello y estaba hablando emocionada sobre la fiesta sorpresa de cumpleaños de Harry que estaba planeando el próximo mes. Durante la guerra, Hermione había tenido tanto miedo de perder a Harry que verlo tan feliz ahora con Ginny siempre le alegraba el corazón.

Cuando estuvieron vestidas y listas para partir, Harry llamó a la puerta.

—¿Estan vestidas?— Preguntó pero ya estaba dentro de la habitación.

Parecía elegante con su esmoquin.

—Hermione, te presento a Alexander—, dijo y Alexander entró.

Era alto, tenía cabello oscuro y penetrantes ojos azules.

—Es un placer conocerte. Harry me contó tantas cosas maravillosas sobre ti.

Alexander no sólo era muy guapo, sino que, según Harry, era consumado, divertido y amable. Y ella era... un desastre.

—Encantada de conocerte también—, respondió ella.

—Te ves absolutamente hermosa si se me permite agregar.

Ella sintió que eso debía ser mentira, pero aceptó el cumplido y los cuatro se dirigieron al salón de baile.

Alexander le preguntó sobre su curso de pociones y cómo disfrutaba estar de regreso en Hogwarts. Era un buen oyente y un conversador reflexivo. En otra vida, tal vez le hubiera gustado mucho.

Cuando entraron al salón de baile, Hermione se sintió fuera de lugar. Chicas con hermosos vestidos. Chicos con esmoquin elegantes. Pero eso no fue lo que la hizo sentir como un cuerpo extraño. Todos parecían felices. Todos sonreían. Todos bailaban. Todos estaban riendo y bebiendo. Como si nunca hubiera pasado nada.

—Disculpame un momento—, le dijo a Alexander antes de desaparecer en el baño.

Cerrando el cubículo, sacó el pequeño frasco de poción gavisus. La haría feliz. Sólo por tres horas pero para entonces ya se habría ido. Durante esas maravillosas tres horas, ella no sería una carga para sus amigos. Ella sería normal.

Damaged Goods - dramione *TRADUCCIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora